sábado, 2 de agosto de 2014

Cuando papá ya no es un héroe

Jordi Pujol
Hace ya más de una semana de la confesión de Jordi Pujol y parece que el mundo no se ha acabado, al menos de momento...

Pertenezco a una generación de catalanes para los que en su infancia el mundo era estático. Felipe González era el presidente del gobierno desde siempre, Núñez hacía lo propio en el Barça que se mantenía como orgulloso segundón detrás de la quinta del Buitre, el entrenador era Terry Venables y los jugadores lucían un bigote que los hacía parecer hombres hechos y derechos. La camiseta roja de Audie Norris debajo de la oficial del Barça de baloncesto y los dibujos a las 15:30, después del telediario, eran otros signos, junto a Rosa María Mateo en Informe Semanal y Mayra en el Un, dos, tres de una realidad cómoda en la que era fácil orientarse entre la información, poca, que nos rodeaba. Todo tenía su sitio. Y no había otro signo mayor de estabilidad que el Molt Honorable Jordi Pujol i Soley, el presidente de todos los catalanes desde el principio de los tiempos y hasta el fin de los días.

Parece claro que el estar veintitrés años al frente de un gobierno es motivo suficiente para institucionalizar a alguien, parecería extraño ganar seis contiendas electorales (evidentemente de forma más o menos limpia) y no ser alguien especial. Creo que nadie puede negar el hecho de que Pujol fue un presidente de talla muy importante, y no puedo ni quiero justificar sus actuaciones, el pujolismo y yo hemos estado muchas veces en antípodas ideológicas, pero siempre hubo un saber estar y una dignidad política que transciende las diferencias ideológicas.

El problema, como siempre, parecían ser los sucesores (y para algunos la cónyuge necesaria), que tu padre sea el Jordi Pujol presidente, a quien todos alaban y que desde que puedes recordar está en lo más alto de la política es algo que deja huella. Y la huella que deja es mala si nadie se ocupa de inculcar un mínimo de humildad o del realismo necesario para entender que quien está donde está es porque se lo ha ganado y tu cometido es hacer tu propio camino. Como a tantas sagas parecía que el entorno de Pujol era el tóxico, que a él nada se le podía reprochar, al menos legalmente. Pero ha resultado que no, que los vástagos crecían torcidos porque la sensación de impunidad era heredada. Hubo un aviso, el caso Banca Catalana, que explotó con un ya presidente Jordi Pujol acusado de, entre otras menudencias, apropiación indebida. Una gran mayoría de CiU en el Parlament en ese momento (mayoría absoluta durante el juicio) consiguió confundir la realidad y la sensación de una campaña contra Pujol era general, recordemos que ya en los primeros tiempos de la democracia y luejo, ya en su primera legislatura, Pujol era considerado un símbolo que representaba a Catalunya en todos sus aspectos.

Pero ha resultado que el abuelo entrañable en que ahora se había convertido, ha salido rana. Es rana no porque oculte a un príncipe en su interior si no porque escondía dinero, no sabemos cuanto pero mucho, y no pagó esos impuestos que tanto defendió se quedaran en Catalunya. Alguien podría pensar que lo hizo para no proporcionar dividendos a esa España que tanto expolia, pero la realidad es mucho más prosaica. Pujol no declaró el dinero simplemente porque no quería pagar impuestos y, quizá, le hubiera costado justificar su origen. Por cierto ¿saben quien tiene también una considerable fortuna en Suiza gracias a la herencia paterna recibida? Exacto, solía llevar corona y romperse huesos en Baqueira todos los años porque era muy campechano, pero claro en este caso decirlo es tirar mierda sobre una institución que bla, bla, bla...

Y aquí nos encontramos hoy, con un Pujol confesado e investigado. ¿Y por qué ahora? Buena pregunta sin respuesta clara. Los hechos: Pujol admite una fortuna no declarada en el extranjero dos días antes de que se celebre una importantísima reunión entre Mas y Rajoy tras negarlo rotundamente en multitud de ocasiones. Hipótesis:
  • Pujol quiere boicotear el encuentro Mas-Rajoy. Difícil de creer, en una maniobra política de distracción se sacrificaría, caso de realizarse, a un mindundi del montón, a un peón, nunca a un símbolo. Y aunque es famoso su "ara no toca" también lo es su ideología nacionalista.
  • Pujol confiesa antes de que la fiscalía haga el anuncio por su cuenta. Poco probable, ya hemos comentado que políticamente el momento es delicado y este movimiento suele hacerse siempre en el último momento y por el momento no ha habido novedades suficientes como para justificarlo.
  • Se anuncia antes de sea pública y se controlan los tiempos. Así la atención sobre tan magno incidente quedaría difusa por algo mayor que ayudaría a diluir la atención mediática y la justa ira pública se divide entre culpar a Pujol y una actualidad trufada de defraudadores y conflictos políticos nada baladíes.
Personalmente creo que sí hay alguna razón del #porquéahora? aunque ésta no sea clara y pocos la sepan a ciencia cierta. Pero lo que sí está claro es que es algo que ni puede ni debe empañar el proceso soberanista ya que este no depende de la integridad de una persona si no de la voluntad de todo un pueblo que desea expresarse libremente aunque el President por antonomasia haya resultado un Bárcenas cualquiera.

Eso sí, que la justicia actúe hasta el final caiga quien caiga.

2 comentarios:

  1. Me parece vergonzoso este caso y vergonzosa también la respuesta de la sociedad catalana que lo asume con una naturalidad pasmosa, con un poso de resignada vergüenza pero vergüenza torera. Uno de los problemas de Cataluña es que está sedienta de símbolos, los necesita tanto que todo lo convierte en un símbolo (Pujol simboliza a cataluña, el barça es más que un club, etc) y eso es síntoma de una sociedad inmadura que tiene que caminar de la mano de un guía que les indique el camino. Pero la realidad es que Pujol es sólo un político (por importante que haya sido) y el Barcelona es sólo un equipo de futbol, la realidad es más prosaica. Si no reverenciasemos todo y viviesemos como un ataque personal toda critica a las instituciones seríamos una sociedad más saludable y podríamos evaluar como se merece a un presidente y a una familia que estaban creadas para delinquir, ergo una mafia.

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    1. Lo primero es darte las gracias por comentar, ¡siempre es agradable el feedback!

      En segundo lugar te queiro decir que estoy mayormente de acuerdo con tu comentario salvo por dos puntualizaciones.

      La primera es que la sociedad catalana no ha asumido con tanta naturalidad este caso. Si bien es cierto que tampoco hay un clamor popular contra Pujol, hay que tener en cuenta que ya no es una figura pública de primer orden. Ahora bien, hay dos sectores a los que les interesa que el caso pase sin hacer ruido. Por un lado su excompañeros de partido por el lógico miedo de verse contaminados por esta mala fama y, algunos, para que no comience una fiebre de revisiones y se vean "demasiado" involucrados, y por otro lado un nada desdeñable sector independentista que cree que el caso puede deslegitimar algo que poco o nada tiene que ver. En cualquier caso no estamos ante un tema baladí y la luz y los taquígrafos son realmente indispensables.

      La segunda puntualización es que no estoy de acuerdo en que los símbolos son síntomas de sociedades inmaduras. Creo que los símbolos son inherentes a la naturaleza humana, no es gratuito que la mayoría de falacias sean "ad hominem", el hombre siente la necesidad de tener "guías" que representes determinadas ideas ensalzadas. Por contra sí que es cierto que los símbolos deben estar muy bien escogidos y estar sometidos a revisión permanente, no olvidemos que suelen ser hijos de un tiempo y de unas circunstancias. Además en este caso debo decir que la catalana es una sociedad, con una realidad prosaica claro, pero bastante compleja en tanto que su historia reciente la ha colocado en tesituras con choques constantes de intereses que han desembocado en diferentes sentimientos patrióticos entre sus ciudadanos (desde el solamente español hasta el exclusivamente catalán pasando por todos los grises posibles), y dentro de este contexto tanto Pujol como el Barça, entre otros, son símbolos nacidos de una necesidad de reafirmación y como altavoces de una realidad, en su momento, alternativa al oficialismo.

      Gracias y un saludo.

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