viernes, 22 de diciembre de 2017

21D: el día después


Como ya va siendo habitual me permito un pequeño análisis personal de la contienda electoral celebrada ayer en Catalunya. Para empezar y como no puede ser de otra manera un poco de matemáticas para tener los datos claros.


20172015
37
25
1.102.099736.364
25,37%17,90%
34
62
940.602
21,65%1.628.714
32
929.40739,59%
21,39%
17
16
602.969523.283
13,88%12,72%
8
11
323.695 367.613
7,45%8,94%
4
10
193.352337.794
4,45%8,21%
3
11
184.108349.193
4,24%8,49%

Todos ganan

Parece una perogrullada pero esta vez casi es así, me explico. Hay un hecho que es innegable y es el ascenso de C's con doce escaños y trescientos cincuenta mil votos más que hace dos años. La formación naranja es la que ha sabido capitalizar mejor la crisis en clave unionista con un discurso inequívoco que buscaba el enfrentamiento con el independentismo y que lo ha encontrado en todas las dimensiones. Ciudadanos es un partido de derechas de corte neoliberal (a ellos les gusta llamarse de centro, como a todos los de derechas) pero que en estas elecciones se ha mostrado como aquel amor despechado sin motivo aglutinando a aquellos contrarios a la independencia y que se identifican con un españolismo sin complejos tajante y contrario a la sola idea del independentismo.

Pero también gana el propio independentismo. Si nos atenemos a las cifras presentadas en este caso JxC+ERC+CUP suman setenta escaños, dos menos que en los anteriores comicios pero con alrededor de doscientos mil votos más. Aquí cabe destacar que las voces que auguraban mayor éxito a PdCat y a ERC yendo por separado han acertado, mejoran los resultados de JxSí de hace dos años pero lastran al bloque independentista las CUP que pierden más de ciento cincuenta mil votos probablemente porque al no asumir responsabilidades de gobierno, pese a condicionarlo en todo momento, no mantienen candidatos perseguidos por la justicia, algo que ha permitido mantener el tirón en los otros dos partidos. Sumemos a ello el cambio en el cabeza de lista y tendremos el por qué completo de tal retroceso. En posteriores análisis trataremos de dar más profundidad a la cuestión pero ahora quedémonos con que Catalunya es a la vez independentista y no, lo cual es ya suficientemente bizarro como para hacernos pensar en el tema un rato.

El PSC no gana mucho, de hecho sus previsiones eran un mayor crecimiento, pero pese a ello sí gana ya que aumenta en votos (unos ochenta mil) y en escaños (uno) lo que hace que Iceta, pese a la desilusión mantenga el optimismo de no haberse hundido más. Este techo podemos explicarlo por su doblez a un PSOE que tampoco llega a despegar por sus políticas erráticas en lo económico y territorial y porque su discurso de apoyo al 155 no ha sido entendido como ejercicio de responsabilidad si no de centralismo unionista lejos de aquel PSC de los primeros ochenta que defendía el derecho de autodeterminación. La filial de los de la rosa (porque eso es lo que es ahora el PSC) son culpables de creerse encuestas cocinadas y hacerse más ilusiones de las que se podían permitir, de ahí que su minisubida sea mal consuelo y duela tanto.

Y los que pierden

Aquí hay dos claros perdedores. Por un lado CeC-Podem que han pretendido una equidistancia que les ha pasado factura. Estas elecciones eran para posicionarse en un sentido o en otro y los de Domènech no han sabido explicar aquello de ni contigo ni sin ti que esta marca ¿blanca? de la marca morada ha llevado por bandera desde el principio del proceso. Creyeron ser la llave de la gobernabilidad y no lo son, pensaron ser quienes condicionarían el nuevo govern y no ha sido así, tres diputados y cuarenta y cinco mil votos menos se lo impiden. ¿Efecto Dante-Fachín? Sin duda ha hecho mucho daño todo el procedimiento que lo ha llevado fuera de Podem pero yo estoy cada vez más convencido del pinchazo de la marca de Iglesias por su manía de querer contentar a todos para no perder a nadie y que le lleva a ser un lastre que resta en lugar de sumar.

Pero lo mejor, para mí que no soy ni quiero ser imparcial, es el descalabro del PP. ¡Ocho! Ocho diputados ha perdido un partido que partía con sólo once. Tres diputados le han quedado a García Albiol que lo mandan al grupo mixto con las CUP (yo mataría por ver las reuniones y como se reparten tiempos de intervención). Se ha completado una tendencia a la baja que se anticipaba probablemente por los escándalos de corrupción (aunque ninguno en Catalunya probablemente porque no tienen responsabilidades de gobierno y por tanto oportunidades) pero con toda seguridad por el propio Albiol. Albiol se me antoja ese cuñado que se cree el centro de todo, capaz de sentar cátedra mientras pela la cabeza de una gamba y no se da cuenta de que a una parte de la audiencia le ofende su sola presencia y la otra sólo ve como mete la pata cada vez que trata de opinar sobre lo que no sabe. De Albiol sabemos que es xenófobo y racista y eso es algo que ni el votante del PP puede tragar en pleno s.XXI. Flaco favor les ha hecho y tremenda alegría para el resto de mortales, aunque durará poco, es cuestión de tiempo que su propia ejecutiva le invite a jubilarse y a dedicarse a mirar desde la barrera, pero sin animar demasiado que no queremos que se nos relacione demasiado.

Sobre el PP en Catalunya es necesario un análisis que ahora no atacaré puesto que deberás ser extenso y concienzudo, pero baste ahora señalar que con estos resultados difícilmente puede esgrimir ninguna legitimidad en Catalunya ni de gobierno ni de opinión. Cierto es que no podemos extrapolar los resultados y pensar en un retroceso similar en clave estatal, las situaciones de partida son muy distintas, pero sí hay que tener en cuenta dos cosas: la primera es que C's está listo para comerle la tostada y más pronto que tarde lo hará y la segunda es que ya no puede contar con el discurso de la mayoría silenciosa puesto que una participación del 82% deja pocas dudas sobre la representatividad de los resultados. El PP, por mucho que sea el partido de gobierno tiene que tener claro que en Catalunya no se le quiere, que es residual y que no puede arrobarse legítimamente el derecho al gobierno ni por el 155 ni por ninguna otra opción. Y por último hay que tener claro que el único culpable de la situación del PP es el propio PP, él solito se lanzó de cabeza al 155 pensando que reactivaría una mayoría silenciosa, él solito planteó unas elecciones en poco tiempo con los corazones calientes, él solito las convocó en jueves esperando desactivar al electorado que tenía dificultades de conciliación para votar, él solito pretendió dejar descolocados a todos los partidos con la prisa de la convocatoria, él ha dado argumentos al voto independentista facilitando mártires y argumentos, él solito ha encarnado el discurso anticatalán que no gusta ni a los catalanes que se sienten españoles. Por mi parte si desaparece al estilo Unió o UPyD me vale.

Conclusiones preliminares

Necesitaré más entradas para analizar en profundidad que ha significado el resultado de estas elecciones pero vaya por delante un telegrama con lo básico y que no podemos obviar de ninguna de las maneras:
  • El resultado arroja un panorama no muy diferente al anterior por lo que el enrocamiento no se ha solucionado y es necesario otro enfoque.
  • Los partidos "unionistas" no puede seguir hablando de gobierno ilegítimo ni de manipulación.
  • Todo el mundo debe asumir el independentismo como algo real y no pasajero por lo que ya no caben soluciones policiales ni criminalizar ideologías que no son de odio.
  • El PP es una fuerza residual en Catalunya.
  • C's ha ganado las elecciones como partido, pero no podrá formar gobierno. La política de bloques le niega la mayoría suficiente.
  • Ante el inmobilismo de la situación ahora Europa no puede mantenerse al margen y obligará al gobierno español a mover ficha para desencallar la situación (todo sin publicidad, claro) aunque es bastante probable que Europa, como siempre, sea incapaz de reaccionar a tiempo y acertadamente.
  • Es muy posible que la reacción del PP no sea inteligente y peque de virulenta contra todos aquellos que tiene encausados y que no levante el 155.
Lo dejaré aquí por hoy, la entrada es larga y densa, pero trataré de desarrollar el análisis en los próximos días ya que queda mucho en el tintero y se abren tiempos interesantes (aunque parezca que repetidos).

miércoles, 11 de octubre de 2017

El resultado del 1 de Octubre

la urna
Puede parecer raro que publique esta entrada tantos días después del 1 de Octubre. Llevo bastante tiempo queriendo escribir algo pero todo lo que me ha salido ha ido a la papelera. Los primeros días me ha sido imposible escribir nada que no fuera visceral y que mantuviera una cierta frialdad sobre lo que había pasado el domingo del Referèndum (mayúscula y acento completamente intencional). El resto de días se me han ido debatiendo en redes y en persona con mucha gente. Muchos debates enriquecedores y vitalizadores, otros no tanto por repetidos. Por eso me resistía a repetir argumentos aquí sabiendo que la mayoría de quien aquí me lee tiene la oportunidad de hacerlo en Facebook o Twitter.

No puedo, eso sí, dejar pasar la ocasión sin condenar rotunda, firme e inequívocamente la actuación de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado. Fue una actuación vergonzosa iniciada por una mala gestión del gobierno, pésimas decisiones del ministerio del interior y un operativo digno de infames dictaduras perpetrado por el coronel Pérez de los Cobos y los miles de voluntarios de la policía nacional y guardia civil (las minúsculas son adrede siempre) que se desplazaron a Catalunya con interés represivo y la intención de arrodillar por la fuerza a quien sólo quiso votar.

Mi más sincero reconocimiento a quienes no se dejaron intimidar por la violencia perpretada por agentes y mandos sin sentido de la proporción y se mantuvieron firmes para que TODO el mundo que quisiera votara pese a los impedimentos del aparato del estado. Gracias.


Los números del Referèndum

Primero un breve repaso. La siguiente imagen representa el resultado final oficial:
resultados
Vemos que ofrece un resultado del Sí de un 90'18% sobre el voto válido emitido y que cifra el voto total emitido en 2.286.217 votos, por lo que el representaría apenas un 38'47% del censo elector total. No voy a entrar ahora en si el censo era legal, en si el recuento es veraz o no... Ríos de tinta han corrido ya y se ha dejado claro que estas cifras son los más cercano a la realidad posible y que es una realidad muy cercana siendo las personas que votaron más de una vez o las urnas en la calle sin control eliminadas de la ecuación y meramente anecdóticas.

Antes de hacer ningún análisis voy a compartir una imagen de cosecha propia con unos cuantos cálculos. Estos cálculos no sólo implican los resultados oficiales si no que añaden una estimación de resultado en caso de que los 770.000 votos secuestrados por policía y guardia civil se hubieran contabilizado y establece una relación porcentual respecto a los votos totales válidos emitidos y el censo total:


los números
La imagen se me antoja clara pero la voy a comentar brevemente. Si obviamos los votos secuestrados del total del censo ya que no sabemos en qué sentido están, vemos que el asciende al 44'99% de los sufragios, sigue sin ser mayoría absoluta pero sí sigue siendo muy superior al 3'91% representando al NO. En la siguiente columna, y tal y como dicta la LOREG aplicada, los votos nulos desaparecen y como voto válido vemos que el es un 45'18% y el No un 3.92%. Hasta aquí sólo es leer sin interpretar... Pero me permito un poco de política-ficción.

Imaginemos que los 770.000 votos secuestrados muestran una tendencia similar al resto de sufragios, sí cierto, habría que ver de dónde se secuestraron y la tendencia local, pero sólo juguemos... Si añadimos los votos secuestrados y contamos los válidos: TACHÁN, el escala al 51'62% siendo ya mayoría absoluta dejando al No en un 4'48% de votos emitidos válidos. Repito, es un ejercicio de extrapolación que no debería corresponder con la realidad pero que debería hacer pensar.

Ahora hablemos de 2.257.347 personas que no fueron a depositar la papeleta en la urna. Tradicionalmente en estas votaciones binarias se suele añadir esta abstención al No porque se entiende que el debe ser activo y esto tiene sentido en referéndums no vinculantes puesto que el esfuerzo del cambio debe recaer en quien efectivamente quiere el cambio y si no hay mayoría absoluta sobre censo no se da tal cambio. Por otro lado en un referéndum vinculante la abstención cuenta precisamente como abstención y queda fuera del recuento por lo que en este caso se asume que quien no vota no quiere opinar y se aviene al resultado. Ahora bien, ¿podemos asumir esto en este caso? La respuesta es no, y lo es por dos motivos.

Motivo primero
El gobierno ha expresado de forma activa y excesivamente contundente que este referéndum no era tal y no tenía validez jurídica ni política. Esto sirve para desactivar a quien votaría No porque no aprecia la necesidad de ir a votar y a parte del porque tampoco parecía que el esfuerzo sea relevante. Añadimos a esto a que una parte importante del No no quería que se celebrara el referéndum precisamente por su opción en el mismo y sabía que una de las claves para darle validez es la participación.

Motivo segundo
Este es evidente. Si ver por televisión a las UIP agrediendo con ensañamiento a quien está a pie de urna se te quitan las ganas de jugarte el tipo. Y aquí entra tanto el votante del como del No. El efecto disuasorio de las porras en movimiento es ampliamente conocido por este gobierno que no en balde lleva usándolas desde los tiempos en que Fraga se adueñó de la calle.

Conclusión: No podemos saber a quién se debe otorgar qué parte de la abstención habida ni si es mayoría el No (aunque una gran mayoría seguro que lo es) o si el es relevante. En todo caso es necesario marcar como un dato interesante el 57'52% de participación con todos los elementos en contra, teniendo en cuenta que en las últimas generales hubo un 66'48% de participación y que en las últimas al parlament fueron un 77'44%. Como dato extra la participación en el referéndum de la OTAN del 86 fue del 59'42% y para la constitución europea un 41'77% mientras que para el Estatut fue del 48'9%.

 NOTA: Tras su publicación he editado la entrada al detectarse un error en uno de los cálculos. Ahora debería ser todo correcto. 

domingo, 10 de septiembre de 2017

Del 11-S al 1-O

Banderas en una manifestación
Este año, otra vez por lo que parece, la Diada estará marcada como trascendente, este año, más que otros, el número de participantes será un indicativo bastante fiable del camino que se seguirá en las siguientes tres semanas. Ahora mismo el pulso que mantienen las fuerzas independentistas catalanas y el gobierno del PP ha cruzado el Rubicón, ha chapoteado como nunca y tras quemar puentes y naves ha salido corriendo rumbo a una Roma que teme arder sin Nerón mediante.

Es importante tratar de abstraerse de la crispación reinante, sólo así seremos capaces de entender lo importante y lo trascendente de la situación. Nos encontramos ante un desafío de tamaño mayúsculo al que nadie, ni propios ni extraños, pensamos que se pudiera llegar, y no es poca cosa quien ha llegado a ello es el partido, rebautizado, que formaba parte principal de una coalición acusada de cobro de comisiones. El sentir general era que, llegado el caso, un pacto de Moncloa cerrara el proceso y echara cerrojo al caso del 3%. Puede que haya sido por el empuje de ERC y por la determinación de las CUP, pero al final ha pasado y el Rubicón queda atrás, como un recuerdo vago de un pudo ser y no fue.

Sabemos que CiU era una coalición corrupta; sabemos que el proceso no dará automáticamente solución a los problemas sociales y económicos de catalanes y ajenos; sabemos que probablemente la Unión Europea y otros organismos darán guerra para no reconocer a un nuevo estado, probablemente porque España lo impedirá; sabemos que la situación es irregular y que las garantías son limitadas, pero también sabemos que el proceso ha sido todo lo que podía ser por las trabas sufridas.

Aprobación de la ley de referéndumEstos días muchas voces autorizadas han estado diciendo que están de acuerdo con el derecho a decidir pero así no, que un referéndum tiene que tener garantías, que se tiene que tratar de pactar el referéndum, que tiene que haber una campaña en la que se defiendan las dos opciones. Y es cierto. Es cierto que ése es el escenario ideal, pero no ha sido posible. El gobierno del PP, como antes lo hizo el del PSOE, se niegan a acordar una consulta, ni vinculante ni no. Solamente pactaron migajas con Pujol para que el ruido no llegara a ser murmullo. Sí, ese Pujol ahora condenado al ostracismo y, oh sorpresa, nada querido ya en Catalunya salvo por Mas, otro que sabemos que no es un santo ni el héroe que pretende ser. Tampoco es el artífice de nada, lo sabemos, la cosa venía de antes.

Se lleva años tratando de pactar un referéndum, de consultar a la ciudadanía pero no es posible, no hay nadie escuchando. Y cuando por fin tratas de consultar a la gente, toda, incluso la que está en contra, sobre si es conveniente asaltar el palacio de invierno, te sale toda la caterva revolucionaria diciendo que no hay garantías. Para mear y no echar gota.

Pero vamos al meollo: ¿es democrático votar? Un primer vistazo nos debería decir que sí lo es, votar siempre lo es. ¿Votar que te vamos a matar también? Vaya salió el argumento absurdo, no, eso no está bien porque se vota el daño a una persona saltando por encima de los derechos humanos y no hay interés general en ello (o no debiera). Pero la ley dice que es ilegal votar. No del todo, el gobierno tiene la potestad de organizar los referéndum que sean precisos y de ceder esta potestad a otra administración en caso necesario, por lo tanto el referéndum independentista puede ser legal si hay voluntad para ello. Ya, pero tendríamos que votar todos los españoles. Buenos, vayamos por partes que dijo aquel; la constitución dice que la soberanía recae en el pueblo español, podemos inferir que en todo, y también dice que el ejército es el garante de la integridad territorial, pero no dice que los cambios legalizados sobre la extensión del territorio o si el pueblo español, de sopetón pierde siete millones de habitantes pierda la soberanía, por lo que las interpretaciones en realidad son políticas. Por otro lado es un argumento extraño puesto que su principio básico es que como afecta a la ordenación del estado pues tiene que votar todo el estado, pero olvidamos que para el Brexit no pedimos el voto porque iba a afectar a la unión europea, a su vez Inglaterra y Gales no pidieron votar en el caso escocés como tampoco lo hizo el resto de Canadá cuando Quebec hizo lo propio. Ejemplos hay más, pero siempre aparece el mismo patrón, la subsidiariedad: ¿Tú quieres irte? Tú votas. Sin más y el resto apechuga porque la decisión es legítima y no vas a obligar a quedarse a quien no quiere estar, eso tiene un nombre que no es democracia ni concordia.

Por otro lado hablamos del derecho a decidir y como tal derecho puede ejercerse o no y el ejercicio no presupone resultado. Antes he citado a Quebec y Escocia, han ejercido el derecho a decidir, ha salido que no y aquí paz y después gloria, sin acritud, democráticamente. Caso distinto al de Sudán del Sur que consiguió su independencia en las urnas pero sólo después de una guerra civil. La cuestión es que en un régimen democrático no debería ser traumático plantear la secesión (como muchas otras cosas) y poder debatir en tranquilidad, pero aquí triunfa un cerrojo a no debatir hijo a partes iguales de la cerrazón nacional-franquista que, pese a quien pese, adoctrinó de forma eficiente a tres generaciones con lo que ello conlleva, y de un pusilanismo que prefiere mantener el statu quo porque no puede imaginar un futuro distinto. Y que me perdonen los que están de acuerdo con el derecho a decidir pero votarían no por las razones que sea, esto no va con ellos porque, y aquí lo no novedoso pero que pocos recuerdan, en el referéndum y su ley está previsto el No. Está previsto que se pueda votar, que se haga campaña a su favor y que, caso de salir, sea vinculante igual, por lo tanto de referéndum antidemocrático nada de nada. Y aquí si meto a quien defiende el derecho a decidir pero votaría no, se encuentran dentro del juego democrático, no les asustan las reglas del juego ni los posibles resultados y tienen toda la legitimidad de argumentación.


Papeleta de voto
Esta legitimidad de argumentar la pierden, no obstante quienes niegan la posibilidad del referéndum porque no aceptan la posibilidad del sí. Los que niegan el derecho porque ya han elegido su opción y el resto no puede opinar, se ha blindado la legalidad y nadie la mueve un ápice porque no va con ellos. Aquí sí, Soraya, aquí sí puedes hablar de atentado contra la democracia, aquí sí que Coscubiela tiene razón, una parte no permite expresarse a la mayoría porque, repito, en este Referéndum puedes votar NO, tranquilamente, sin acritud, sin presiones y sin justificaciones, lo cual SÍ es democrático. (Perdonad las negritas, son muchas repeticiones ya.)

Lo que no se le ha pasado a ningún unionista por la cabeza, quizá porque la idea de elegir independencia o no les da urticaria, es que si se vota y gana el no han cerrado el tema, no se hablará en una temporada, se habrán clarificado las mayorías y se habrá visto que es una quimera y no puede ser. Y si gana el sí igual, se habrá acabado el tema, se iniciará la desconexión y a seguir como buenos vecinos, algo así como las relaciones hispano-mejicanas-cubanas-ecuatorianas-argentinas, incluso filipinas y, bueno, no, venezolanas igual no tanto... Porque imaginemos por un momento que se vota, que una gran mayoría quiere independizarse y los tanques en la calle dicen que no, que todos a sus casas y Rajoy y Montoro en la de todos. ¿Alguien se ha parado a pensar cómo será gobernar así? El venceréis pero no convenceréis aquí tampoco parece que vaya a funcionar y la estrategia del caracol (escondido) de Rajoy tampoco funciona, no se olvidará nada, nadie lo dejará estar y todo el mundo creerá tener la mayoría con lo que la crispación seguirá.

Y ya para terminar, sí, soy un catalán de mierda, un indepre, un separrata, un hijo de puta, un comunista-rojo-de-mierda, escoria, comeniños, gilipollas, mierdas, cero a la izquierda, renegado, traidor, carne de presidio, merezco que me fusilen junto a todos mis antepasados, insolidario, antidemócrata, podemita, libertino, tergiversador, traidor, imbécil, iluso, soplagaitas, asqueroso, rompepatrias, español-aunque-no-me-guste, hijo de mil ratas sifilíticas y tantos y tantos epítetos simpáticos. Lo adelanto para ahorrar tiempo y recursos a Twitter y demás redes, así nadie pierde el tiempo insultándome.

Feliç Diada!!

domingo, 20 de agosto de 2017

#Barcelona

Skyline Barcelona
Negativo de una ilustración de Michael Tompsett


He querido esperar unos días antes de escribir esta entrada. Me he dicho a mí mismo que era para poder tener las ideas más claras y la cabeza fría. La mente la mantengo calmada al empezar a escribir estas líneas, pero sigo sin tener las ideas claras. No consigo tener claro el objeto de este escrito, no sé qué reflexión o qué sentimiento quiero transmitir ni cual es el objetivo por el que, tras bastante tiempo, me siento ante el teclado y resucito una vez más este blog.

Es un momento de sentimientos encontrados. Por un lado está la cercanía y el encontronazo con la realidad que nos proporcionan los sucesos como este atroz atentado que nos ha golpeado este pasado jueves y por otro están las diferentes reacciones de la sociedad, las fuerzas del orden y las instituciones. Que nadie me malinterprete, el atentado es atroz por el mero hecho de serlo no por haber sido cerca ni por haber afectado a gente que conocemos. Todos los atentados lo son, no tienen más lógica ni sentido que el pretender aterrorizarnos y que dobleguemos cuello y rodilla ante quienes pretenden tener razón por la fuerza. Pero sobre todo quiero pedir disculpas por titular esta entrada como #Barcelona , no me he olvidado de Cambrils, ni de la gente que allí dejó su sangre y sus ilusiones, simplemente es la inercia de una relación complicada que mantengo desde hace muchos años con mi ciudad natal.

Podría decirse que esta complejidad nace de mis dos aproximaciones a la propia ciudad y de las vivencias que allí se dieron junto al alejamiento más o menos forzoso que mantengo en la actualidad. El primer acercamiento, como no podía ser de otra forma, se dio un mes de junio de mediados de los setenta. En una tarde que imagino ya calurosa nací en uno de los barrios periféricos de la ciudad condal. En aquella época, mi primera infancia, Barcelona me era extraña, lejana, precisamente por haber nacido en esa periferia que era Sant Andreu del Palomar, un barrio que se resistía a serlo, un barrio en el que mis mayores y sus vecinos vivían como en un pueblo. Un pueblo en el que las noches de verano eran de sillas en la calle, de tertulia vecinal y, en la calle en la que vivió casi toda su vida mi abuela, las verbenas en las que los vecinos, una vez al año, pedían el correspondiente permiso, cerraban la calle y disponían largas mesas en las cada uno aportaba lo que quería y hasta altas horas niños y mayores hacíamos vida de pueblo en la gran ciudad. De aquella época resuena todavía en mis oídos una frase que mi padre repetía cuando debíamos ir al centro a algún recado "Vamos a Barcelona", no nos íbamos al centro o tal barrio o cual calle, no, nos íbamos a Barcelona. Auténtico espíritu de resistencia ante la gran urbe.

Durante esta época, que duró hasta mis seis años, no conocí más Barcelona que la que conoce un turista, los misterios de la ciudad, el chabolismo, la droga incipiente y los circuitos musicales alternativos me eran ajenos por cuestión de edad. Mi vida era una burbuja y nunca me consideré ciudadano de esa ciudad. Aún hoy, al revelar mi lugar de nacimiento, me reservo el Barcelona para los foráneos, a los de mi tierra les sigo respondiendo Sóc de Sant Andreu.

La siguiente fase de mi vida se desarrolla en el cinturón industrial de la ciudad condal, un Vallès industrializado en el que los escasos veinte kilómetros de carretera serpenteante dividen el mundo de la gran capital de otro que ha perdido la vida rural a duras penas. Barcelona era entonces la metrópoli. Era donde ibas a comprar lo que no había en el pueblo, donde las avenidas eran anchas y donde te sentías un extraño. Un extraño que también eras en tu pueblo porque, a diferencia de todos tus amigos, tú habías nacido en esa capital lejana y eso en los ochenta era mucho. Era mucho porque la Barcelona que nos llegaba por los medios era la Barcelona guapa, la Barcelona de diseño, la cosmopolita y
Barcelona, més que mai
vanguardista, pija y sofisticada de la gauche divine, alejada de la miseria y la pobreza que iba empujando hacia pueblos cercanos como Montgat, Llefià o Sant Adrià del Besòs. El campo de la bota ya no existía, las últimas barracas ya no estaban, el Vaquilla hacía películas desde la cárcel y el sueño olímpico se iba extendiendo. Pero seguía habiendo miseria, droga y marginación bajo las baldosas exclusivas de las aceras. Pero no salía en los medios, medios que eran tres periódicos de gran tirada y alguno pequeño y la televisión que estrenaba canal, otro canal en el que lucir hombreras y una ciudad abierta al mundo, amigable con el turismo que ya casi era de masas pero no lo sabíamos. Eso sí, el turista debía ir del puerto a Plaza Catalunya por el centro de las Ramblas, sobre todo no pisar ninguna calle aledaña excepto la calle Ferran, aún no estaban domesticadas y el barrio chino era lo que es ahora una gran parte del Raval o del barrio gótico, el basurero en el que se perdían yonkis y alternativos varios. Barrios en los que las litronas y las jeringuillas amanecían en los rincones donde la basura se confundía con borrachos dormidos en el suelo. El ayuntamiento limpiaba, limpiaba lo que la gente veía por la tele y por donde debía pasar el turismo. El resto no lo veíamos.

Es curioso como hay cosas que cambian y otras no. Si miro hacia atrás veo estos barrios y los veo como estaban, sucios, con vecinos sonrientes, de toda la vida, entre otros vecinos que estaban de paso y, si podían, salían con más carteras en el bolsillo. La delincuencia siempre fue un problema, pero por aquel entonces era patria, sin inmigración relevante. La marginación y la pobreza no entienden de naciones e identidades.

Y es aquí donde llegamos a mi segunda aproximación a mi ciudad. Volvía al origen, volvía de alguna forma a casa con dieciocho años recién cumplidos y volvía con el ansia y la ilusión de quien llega a un sitio nuevo, con grandes oportunidades. Craso error. Aterricé en una Barcelona aún más periférica, en barrio obrero de los olvidados por ese ayuntamiento ya post olímpico que mantenía un aroma de suburbio que luego pude identificar como autenticidad. Llegué a un Nou Barris cercado por barrios conflictivos, donde según a quien veías era mejor cambiar de acera o agachar la cabeza, donde era mejor dar un rodeo que meterse en un parque por la noche y pasar cerca de ese grupo de jóvenes sentados en un banco fumando y bebiendo.

Esta segunda vez Barcelona me asustó. Nada de lo que veía en la calle era lo que se vendía al exterior. El cosmopolitismo era una inmigración sin integrar del todo, las drogas y el alcohol estaban dentro de los institutos, la suciedad era la norma y la policía algo que pasaba lejos dentro de un coche sin pararse. Más de una y más de dos navajas vi, ninguna directamente contra mí aunque avisos recibí. La delincuencia estaba a la vista, la falta de inversión... Hasta que lo vi, hasta que me di cuenta: Barcelona no era una gran ciudad, era una ciudad grande y lo idílico no existía, existía la realidad. La realidad de unos barrios que también vivían en la calle, vivían en los conciertos de fiestas mayores, en los movimientos vecinales que luchaban y conseguían mejoras para todos, en las asociaciones que mantenían a la gente mayor alegre y a la menuda ocupada con actividades. Había suciedad sí pero porque el barrio era gris y había nacido en una época gris. Había droga sí, era el signo de los tiempos, y ese grupo de jóvenes que bebía y fumaba en los parques sólo bebía y fumaba en los parques, rara vez te decían nada y la alarma social de violadores y exhibicionistas... bueno, de eso sí hubo y casos sonados que aún restallan cada vez que alguno obtiene la libertad.

Debo decir que Barcelona se me abrió y pude iniciar esta relación de amor odio con ella. Barcelona era la ciudad donde todo era posible, donde existían todas las tiendas y museos posibles y donde un chaval de dieciséis años podía hacer negocio en el instituto vendiendo droga. Era la ciudad que te ofrecía todos los conciertos posibles y la ciudad donde tenías que vigilar constantemente los bolsillos. Era la ciudad que despertaba y era solidaria, la ciudad que ganaba espacios verdes y la ciudad en la que podías conversar con alguien mientras paseaba con la jeringuilla colgando (hecho real que otro día contaré). Me dí cuenta de que Barcelona era una ciudad de contrastes, bulliciosa y ocupada, culta y diversa. Gris y contaminada, combativa y reivindicativa. Fue entonces cuando empecé a disfrutar de verdad la ciudad que me vio nacer, cuando fui consciente de que los siete infiernos de Dante estaban ahí y de que ninguno era del todo real. Barcelona se convirtió, finalmente en mi ciudad. Admiré la Barcelona modernista más allá de Gaudí, la que se escondía en las calles de Ciutat Vella, la de tiendas pequeñas y olvidadas y la de la gente que vivía sin preocuparse de lo que hace el vecino y se divierte como si no hubiera un mañana. Esa Barcelona que vivía todas las vidas cada noche de cada día.

Flor de BarcelonaHasta que llega la tercera parte, el alejamiento. Vicisitudes de la vida me llevan a trescientos kilómetros de mi casa, donde debo construir otra casa, y es allí donde crece el amor-odio anterior. Ahora puedo comparar, puedo contrastar otra ciudad, otro urbanismo y otra forma de vivir la calle y en eso Barcelona gana en unas cosas y pierde en otras. Me doy cuenta de que Barcelona es una ciudad dura para vivir, es cara, contaminada y todo está lejos. Los transportes no funcionan como debieran y el ruido es ensordecedor, pero al mismo tiempo en Barcelona puedes encontrar todo lo que necesites, tienes todas las posibilidades de ocio que puedas imaginar, el trazado del Eixample (que ha ido permeando a toda la ciudad) es una puta genialidad, que la gente que vive y se ignora es la que mueve hacia la solidaridad y la integración. Echas de menos a los taxis amarillos y negros, a los autobuses rojos de día y amarillos de noche y te das cuenta de que hasta las baldosas son especiales, que el mundo está entre las calles y de que no hay nada imposible en Barcelona. Esa Barcelona que el viernes se enfrentó al odio y redujo a los fascistas que quisieron dar un discurso de odio. La Barcelona de la tolerancia, de la rambla del Raval y la Barcelona del gayxample que ya no mira tanto si la bossa sona. Hoy es una Barcelona que mira de tú a tú al mundo, que es ejemplo de militancia, de integración y de movilización. Una Barcelona capaz de lo mejor y de lo peor. Capaz de mantener aún bolsas de marginación, destellos de un pasado lúgubre y de cobijar curruptelas y corruptores, de mantener corruptos y bajomanos entre espíritus libres y modernos.

Aunque quizá todo sea porque al fin y al cabo es mi ciudad y una pequeña parte de mí no ha renunciado aún a volver a dar con los huesos en ella.
Panorámica nocturna de Barcelona
Panorámica de Rodrigo Gómez

miércoles, 28 de junio de 2017

El nacionalismo malo y el otro

He sido reacio a titular esta entrada como El nacionalismo malo y el bueno primero por mantener cierta intriga sobre que es el otro pero sobre todo porque hay una cierta tendencia generalizada a considerar el nacionalismo como algo negativo y malo por necesidad, sin características positivas. Claro está que esta negativización proviene de los sectores que se consideran no nacionalistas, internacionalistas o simplemente reniegan de una identificación atávica con un territorio, cultura o lengua.

¿Y qué es el nacionalismo? El nacionalismo es aquel sentimiento que une a personas que comparten una misma cultura, identidad colectiva, sentimiento de grupo y un interés en ser grupo cohesionado en el presente y un futuro cercano.

Lo primero a aclarar es que hay dos nacionalismos, esto es como todo, claro, uno bueno y otro malo, hala, ya lo he dicho. La diferencia está básicamente en cómo se plantea la relación con el resto de nacionalidades (o no-nacionalidades). El nacionalismo malo es aquel que se cree superior al resto, esto es, el único verdadero, el más mejor de todos y el representante de la humanidad ante las ordas extraterrestres. Vamos por partes, expresiones del tipo es que en esos países no sabe comer, como la catedral de Costillar del Embarrado ninguna o la simple reivindicación de glorias pasadas mucho más gloriosas que los imperialismos rancios de Francia e Inglaterra son síntoma de ese mal nacionalismo. Hablemos claro, a esto se le llama xenofobia, racismo y otras fobias (especialmente islamofobia y, en algunos casos, españafobia, catalanofobia, vascofobia y galaicofobia entre otros). Las únicas contribuciones al común suelen ser animar indefectiblemente a la selección nacional (de fútbol y ocasionalmente al baloncesto, resto de deportes y deporte femenino sólo en caso de finales), al deportista/artista de turno o al evento/monumento que se la juega en alguna competición internacional, la justificación es que es de aquí. No nos engañemos, este nacionalismo, que suele definirse como no nacionalista o nacionalista sin complejos es simplemente otra expresión cañí que reivindica lo que cree propio ante lo demás por una especie de orgullo proviniente de un complejo sin resolver. Complejo de no haber sido nada históricamente y no ser considerado nada actualmente. Este nacionalismo se da en todas y cada una de las naciones existentes y sentidas del mundo y es excluyente, machista e intolerante con la diferencia. ¿Ejemplos? El españolismo taurino y madridista que niega el referéndum catalán al grito de una grande y libre como único argumento; el nacionalismo catalán cuyo único leitmotiv es el odio a España y lo español, sin más argumentos que la opresión recibida; el chauvinismo francés que se cree superior por ser francés (así, sin más argumentos); el británico que cuando hay temporal en el canal de la Mancha se lamenta porque el continente ha quedado aislado de las islas; el americanismo redneck de Trump y allegados; y, ley de Godwin mediante, el nazismo de la gran raza aria. Nacionalismos todos ellos perniciosos y lastres para el desarrollo social.

¿Y cuál es el nacionalismo bueno entonces? Bueno, ¿el otro? Pues el que usa la reivindicación nacional como acicate para mejora y no como excusa para competir y pelear. Vamos a explicarlo un poco más. Imaginad que hay unas competiciones deportivas en la lontananza y la representación deportiva no augura grandes resultados. El nacionalismo malo se dedicaría a vender nacionalizaciones a grandes deportistas para que cambien de bandera y compitan por la patria impostada a cambio de dinero y prebendas, luego ante un error se cae el andamiaje (recordad a Juanito Müller). El nacionalismo bueno... el nacionalismo bueno pasa de esto y monta un sistema de educación (incluyendo deportiva) para que su población crezca y progrese. El nacionalismo bueno no es excluyente, ser nacionalista bueno implica en no obligar a nadie a renunciar a su identidad nacional ni para convivir ni para compartir incluso territorio. Lo que de forma tan naive he estado calificando como "nacionalismo bueno" es simplemente eso, un nacionalismo que no exige la exclusividad en las personas ni que otras no puedan participar de los mismos organismos, eventos o posibilidades.

Puede parecer una visión simplista o buenista. La verdad es que es difícil de explicar, es más una actitud vital.

¿Y el caso catalán?

Pues para poner un ejemplo sencillo de nacionalismo tendríamos algo así:

NACIONALISMOMALOBUENO
CATALÁNEspaña nos roba y Artur Mas y CDC son mejores que el PPMe siento catalán y quiero expresarme como tal y que tú te sientas como te sientas sigas aquí
ESPAÑOLCataluña no es una nación y como pienso así no permito que se debata otra cosaMe siento español pero respeto que los catalanes decidan su futuro.

Evidentemente dentro del nacionalismo catalán, ya lo he apuntado antes, hay un sector "malo" que se basa en agravios previos, reales y no, y que se expresa a través del odio a lo que huela remotamente a español. Es un nacionalismo que, aunque no se expresa como excluyente, lo es y siempre apunta que:

  • Independizados ya no sufriremos políticos infames
  • Toda la culpa es de España
  • Los españoles nos odian y por eso los odio yo
  • El pà amb tomàquet es mejor que las torrijas y les seques amb butifarra que el codillo
Luego estará el positivo o bueno, esto es que la reivindicación de lo propio no implica la denostación del otro. El hecho de querer ser no implica enfrentarse al otro, no implica despreciar ni creerse mejor o superior, sólo la voluntad de reafirmar una identidad propia.

En todo caso, si no es positivo, este otro será neutro.

miércoles, 10 de mayo de 2017

¿Y ahora dónde milito?

Unidad Popular ha muerto, larga vida a la Unidad Popular.

Este pasado lunes uno de mayo Unidad Popular ha anunciado que se disuelve. No es extraño y no sorprende a nadie, en los últimos meses había perdido fuelle, si no toda capacidad de respiración.

logo UPPor un lado encontrábamos que después de un período electoral la actividad militante suele disminuir. Se acusa el esfuerzo y se tiende a dejar la gobernanza en manos de quien esté en el órgano tal o la sectorial cual. Hay cierta conciencia de tropa que hace que determinadas personas estén cuando creen que son requeridas pero que no tienen la más mínima intención de ser motor, y eso en organizaciones extremadamente horizontales que dependen mucho de las asambleas para legitimarse es mortal de necesidad. Y por el otro debemos sumar la terrible decepción de las elecciones del veinte de diciembre de 2015 y la campaña de la siguiente convocatoria que no fue capaz de ilusionar a nadie para entender la total desactivación y cansancio de la mayoría.

La campaña del 26J se vivió como un trámite y casi como un mal trago. No se había superado la rivalidad generada unos pocos meses antes entre la propia Unidad Popular y la candidatura de Podemos y no se había trabajado la pertenencia a un espacio común. De esta manera fuimos a las elecciones sabiendo que Podemos había pactado con Izquierda Unida en lo que solíamos llamar por arriba y que Unidad Popular era poco más que una comparsa que daba lustre a tal coalición. No voy a analizar aquí este acuerdo, ni la campaña, fría, que se vivió. Baste decir que ya no se respiraba ilusión, que el aire era de resignación y que en todos los corrillos se hablaba del más que equivocado enfoque dual de la misma. En otro momento quizá desarrolle todas las sensaciones que viví en esas semanas, pero no ahora.

Ahora tampoco pienso dar un repaso a la historia de Unidad Popular, a todos los tropiezos y zancadillas, a la generosidad y egoísmo que la nutrieron y envenenaron. Quizá, también, algún día me permita en poner negro sobre blanco (o al revés según el código de colores de este blog...) de dónde surgió Ahora en común, qué la mató y qué dio al traste con la unidad de la Unidad Popular.

No, será otro día en el que decida remover ciénagas y conciencias y me permita sacudirme todo el polvo del camino acumulado en dos años de trabajo y decepciones. Pero también que señale qué puntales nos permitieron recorrer el camino y quienes obraron con transparencia e ilusión en un proyecto que hicieron suyo sin renunciar a mochilas, etiquetas ni identidades.

Hoy sólo pienso certificar el fin de un proyecto y tratar de dar respuesta a la gran pregunta: ¿Y ahora qué? ¿Qué queda después de disolver un proyecto? ¿Qué queda tras cerrar una puerta que sabes que no se volverá a abrir?

Desgraciadamente tengo experiencia en ello. Hace algo más de un año era a Piratas de Aragón a quien enterraba. Tengo que confesar que pese a la sensación de fracaso (fracaso por no haber sido capaz de dar forma y tamaño a un gran proyecto) se me hizo más llevadero por tener entre manos otro proyecto mayor. Un proyecto que bien podía pasar por ser heredero de la piratería pero, esta vez sí, con mucha gente, mucha gente empujando y mucha gente comprometida. Ahora en cambio la sensación de vacío es patente. Existe el mismo fracaso, tampoco esta vez he podido aportar lo necesario para que el proyecto creciera y se consolidara y tampoco esta vez he podido cristalizar anhelos y deseos. Y a diferencia del entierro anterior ahora no hay sustituto, no hay proyecto a la vista que mantenga la ilusión y que prometa resultados que cambien la política del día a día para construir un futuro mejor.

Bien podría dejarme convencer por determinadas voces y militar en alguna de las fuerzas políticas con las que he tenido el gusto de trabajar, mejor dicho, fuerzas en las que militan personas con las que he tenido el privilegio de trabajar. La parte más positiva que me llevo del esfuerzo de los dos últimos años es el haber podido conocer a gente extraordinaria y capaz, gente con las ideas claras, tenaz y comprometida, gente de la que he aprendido mucho y a la que espero volver a encontrarme en un futuro cercano. No negaré que algunas de estas personas me han invitado a unirme a su proyecto político, invitaciones que por el momento he declinado. ¿Por qué? Por dos razones principalmente.

La primera razón es una razón pragmática; si ahora alguien como yo entrara en una organización con sus propias inercias y su propia identidad forjada a base de años de sumar individualidades en un proyecto común podría generar una onda de choque destinada a enrarecer lo que debiera ser sano. Me explico. Caí en las redes del movimiento pirata por convicción plena, me identifiqué con un movimiento que renunciaba a ser bandera de la verdad absoluta en favor de la democracia bien entendida, esto es explicada, participativa y auditada. Entre piratas aprendí, y me acostumbré, que todo es responsabilidad de todos y que el trabajo común es la base de la legitimidad, sin ella todo es fatuo. Los piratas saben, sabemos porque me sigo identificando como tal, que el proceso es quien da carta de legitimidad, si este es justo, abierto y está bien diseñado, lo que surja del mismo estará bien por naturaleza. Luego está lo colaborativo, entre piratas todo es así y las siglas van muy atrás, carecen de importancia por sí mismas, al igual que los nombres propios, quien habla lo hace en nombre del grupo y por decisión del grupo, diciendo sólo lo que el grupo ha acordado. En toda otra organización, por alta que sea la democracia interna que sostenga siempre habrá cierto tacticismo, siempre estará esa idea inicial a la que se supedita todo y la democracia será válida en tanto se encuentre dentro de los parámetros en los que mi ideología se encuentre. Naturalmente estoy simplificando mucho y seguro que alguien apuntará que su organización/partido no es así y que-lo-que-sea... Bien, vale, hay grados de apertura y posiblemente en todas se pueda hablar de todo (no en vano me refiero mayormente a partidos de izquierdas y cote progresista de verdad) pero estos partidos, su militancia serán comunistas/aragonesistas/socialdemócratas/palmeros-de-la-cúpula y luego demócratas, yo soy primero demócrata luego el resto, y el resto es ecléctico, progresista y complejo.

La otra razón es que prefiero cierta equidistancia política. No es que no quiera mojarme, pero me resisto a abandonar la idea de la unión de fuerzas, aún creo que es posible (y necesario) construir un espacio común pero para eso, para contribuir a engendrarlo, yo no puedo militar en el partido A o el partido B porque me haría parte y me sería más difícil establecer las redes de confianza entre partidos y fuerzas políticas. Ojo, que no digo que sea incompatible la militancia con trabajar para ese espacio común. Está demostrado que el compromiso con proyectos como Unidad Popular o Zaragoza en Común, etc., no están reñidos con llevar un carnet en el bolsillo, sólo hace falta voluntad. Pero sinceramente creo que son necesarias caras no adscritas como nexo de unión, que descarte de entrada (y sin necesidad de demostrar nada) la simple sospecha de partidismo. Alguien a quien apelar como parte del todo sin ser miembro de las partes. Igual peco de pretencioso al afirmar esto, al creer que puedo ser ese nexo de unión, pero creo que tampoco me equivoco si digo que ya me he encontrado en ese papel y que con fallos y aciertos he tratado de contribuir al espacio que nos hemos dado entre muchos. No me equivoco si digo que volvería a tratar de sentar en una mesa, en una sala, a la militancia de diversas organizaciones para tratar de lograr un acuerdo, un objetivo común y una metodología inclusiva por titánico que pueda parecer el esfuerzo.

Lo que está claro es que, como dice un buen amigo, me va el barro, me va la arena política y me va coger el toro por los cuernos (maldito símil taurino) y me va buscar la solución a cada problema, no me sirven manifestaciones ni concentraciones cada cierto tiempo, tengo que ser parte activa. También aclaro que las manifestaciones, las protestas y las concentraciones SÍ tienen su utilidad, pero esta debe cristalizar en lo institucional, si no de poco sirve. Creo en el debate y en la confrontación de ideas como métodos de acuerdo y ahí es donde me siento cómodo, donde creo que puedo aportar.

De momento pienso enfocar parte de mi tiempo en ver como destronar a Felipe el preparao y en laicizar un estado aconfesional, pero poco. Luego veremos hacia qué monte tiramos, porque está claro que en el sofá uno no puede quedarse.

viernes, 14 de abril de 2017

Por qué la repúbllica es más democrática que la monarquía

bandera republicana
Es habitual que en un día como hoy, al manifestar nuestro apoyo a un régimen republicano haya alguien que nos pregunte que qué tipo de república o si esta monarquía que vivimos no es suficientemente democrática. Valga decir en este caso que la diferencia, única, entre monarquía y república es simplemente como se elige al jefe o jefa de estado, como elegimos a la máxima representación y, además, cómo se le controla. Huelga decir que no es lo mismo la república de los Estados Unidos de América, la de Irak o la de Rusia (por poner tres ejemplos) o que no es lo mismo la monarquía española, la británica o la saudí, por poner otros tres. Cada una tiene sus diferencias, sus problemas y sus ventajas pero hay una cosa en común: la jefatura del estado se gana en unas elecciones, no saliendo de una vagina predeterminada tras la entrada de semen real (real de realeza, claro).

Dejemos aparte repúblicas de estados fallidos (o en proceso de fallo) y veremos que hay una cuestión no poco importante que ya hemos apuntado: para ser máximo representante de un estado hay que ganar unas elecciones, para lo cual hay que presentarse y ser elegido en un proceso previo, normalmente dentro de un partido político determinado, luego presentar un proyecto y luego que la ciudadanía lo avale en un proceso electoral. Por si fuera poco, aún con figuras tan vergonzantes como los aforamientos, el presidente de un estado está supeditado a la ley siempre y en todas sus formas sin discusión. Quizá podríamos encontrar excepciones en las que en estado de emergencia se den más o menos poderes, en los que el ejercicio de las responsabilidades tenga una regulación más o menos detallada, pero en todo caso los tribunales pueden pedir explicaciones y por ende la ciudadanía (hablamos de nuevo de países civilizados, no nos confundamos). Luego, claro está, pasado el período de mandato un nuevo proceso electoral nos revalidará el mandato o no.

Por otro lado ser monarca suele significar que has nacido en el seno de una familia determinada, elegida, y que se te ha designado para tan alta labor (o puede que un dictador de voz atiplada te haya elegido por ser simpático y lameculos, como con Juan Carlos I rey de España y Franco). en todo caso tu valía personal no tiene nada que ver con el proceso electivo lo que ya nos sitúa lejos de la ansiada democracia, y si encima hay ley sálica de por medio resulta que la discriminación femenina es un hecho indefendible, pero recuerda que nos encontramos ante una institución anacrónica por lo que debe ser coherente. El resto es fácil de deducir, el cargo es de por vida por torpe que seas, no tienes responsabilidad penal porque se extiende la irresponsabilidad penal en las funciones a los quehaceres cotidianos, véase los negocios del rey emérito, y el halo de intocabilidad con el que se contagian hermanas, cuñados y secretarios varios.

manifestación republicana
Manifestación de Zaragoza en 2014
Por lo tanto y para resumir, república es elegir al máximo representante en elecciones, cambiarlo en la siguiente tanda electoral y juzgarlo si es preciso; monarquía es tragar con el que viene y encima jalearlo por sus desvelos para con sus súbditos.

A mí no me pillarán.

SALUD Y REPÚBLICA

miércoles, 8 de marzo de 2017

Soy feminista

Feminismo
Hace días que ando decidiendo si colgar este post o no. Todo a raíz de un encendido debate que pude leer en la cuenta de un conocido en una famosa red social. En este debate había mujeres que cuestionaban la idoneidad de que un hombre alzara voz propia en favor del feminismo. Según esta persona la tarea de los hombres debía limitarse a repetir las consignas y a apoyar la lucha de las mujeres que sí eran las legitimadas para ello. Argumentaba, además, que el mero hecho de ser hombres nos situaba en la zona del enemigo y parte del patriarcado culpable por lo que nuestras aportaciones no eran bienvenidas. Quizá el debate se encendió demasiado y quizá o bien la chica en cuestión no se explicaba claramente o yo no fui capaz de comprenderla porque tales conclusiones no hicieron más que dejarme descolocado. Súmenle a esto unos vídeos de recientes movilizaciones en Argentina en las que a un reportero se le invita a salir del meollo de la concentración por el mero hecho de ser hombre. Desconozco si el vídeo estaba manipulado o si estaba afectado de sesgo pero ayudó a plantearme si este ocho de marzo debía mantener el perfil más fino que de habitual, pero entonces he recordado a multitud de mujeres feministas, he recordado actitudes y he recordado realidades, pero, sobre todo, he recordado lo que significa ser feminista.

El feminismo, desde mi humilde punto de vista es lo opuesto al machismo, sí lo he dicho bien, ya sé que suele decirse lo contrario. Dejadme explicarlo: El machismo propugna que uno de los dos géneros es superior a otro. El machismo presenta unas "certezas" científicas y unas "evidencias" históricas que respaldan la existencia de un sexo débil y de otro dominante de pleno derecho, en este caso que el "género superior" sea el masculino para mí es casi anecdótico, es porque el perpetrador "intelectual" pertenece a este género. Por lo tanto si el feminismo es lo opuesto significa que ambos géneros (por ser tradicional y obviar aquí el debate de si hay más géneros que puede ser complejo) son iguales; iguales en capacidades y en potencialidades por lo que deben serlo en oportunidades, derechos y obligaciones. Hombre y mujer no pueden estar socialmente separados ni uno encima del otro, esto es el feminismo, ¿sencillo no? pues aún hoy hay quien saca a pasear el "igualitarismo" y se queda tan ancho, no ha entendido la jugada.

Pero no desviemos el tema con lo obvio. No es necesario recordar que es algo de justicia y que no tiene que ver con el ratio mujer-hombre, si hubiera sólo una también sería de justicia. Tampoco voy a repetir reflexiones, datos o estadísticas que seguro en otras partes que hoy publiquen gozan de mayor legitimidad. Hay algo que solemos dar por supuesto y que a mí, como seguro a muchos otros, me ha pasado y como este es un blog personal voy a hablar de mí.

Pertenezco a una generación, la de mediados de los setenta, que creció en colegios públicos mixtos, con profesores y profesoras, viendo a políticas dirigir ministerios y observando a mujeres desarrollar los más diversos oficios sin que nadie de mi entorno dijera nunca, o al menos nunca fui consciente, que por ser mujer se fuera menos. Fue algo más tarde que me fue evidente el machismo imperante, los desnudos gratuitos del cine de destape, que las mujeres triunfadoras lo eran por un esfuerzo sobrehumano propio, que el techo de cristal existía y que estaba muy bajito. Fue cuando me dí cuenta de que en la televisión siempre estaban supeditadas al presentador masculino y que en las empresas estaban siembre por debajo y en puestos de menos enjundia. Aún tardé un poco más en darme cuenta de que había trabajos de hombre y trabajos de mujer; que el hecho de que las mujeres no hicieran la mili no era un privilegio si no discriminación y que lo de las mujeres florero era mucho más que una expresión curiosa.

Mi primera reflexión parecía natural, el machismo tenía los días contados. Eran tiempos felices en los que en mi entorno nadie discriminaba, en los que no se cuestionaba el trabajo de nadie por ser de un género u otro y en el que los telediarios no abrían con la noticia de un asesinato de una mujer a manos de su pareja o ex pareja. No, de eso no se hablaba, si acaso de vez en cuando algo se decía pero se aventaba con un algo habrá hecho o un la culpa es de ella por aguantarlo y todos tan anchos. En esos momentos pensé que cuando nuestra generación llegara a las cimas del poder, cuando mandáramos el machismo se habría extinguido. Nosotros (y nosotras) valoraríamos el trabajo de cualquiera por sus méritos y no por su sexo, valoraríamos la capacidad de hacer algo o la incapacidad de no hacerlo y sí, ninguna mujer aguantaría a un hombre que le pusiera la mano encima porque mi generación ya no era de esos. Éramos los que no ayudábamos en casa porque las tareas eran de los dos, habíamos roto el yugo del trabajo doméstico a cargo de las madres y sabíamos que los padres lo éramos para todo y no sólo para ser el padre de familia que viene del trabajo, exige la comida y se va al bar después de decir a toda la familia lo que debe hacer. Nuestra generación venía limpia de culpa y limpia de pecado, en igualdad.

Pero la edad adulta te da una bofetada con sólo abrir los ojos. Los sueldos de las mujeres son más bajos y no sólo porque siga habiendo techo de cristal, que también. Seguimos con el destape desigual, aunque ahora es yanki, las tareas domésticas siguen estando mal repartidas (y aquí reconozco mi comodismo atávico sin segundas lecturas), y seguimos sorprendiéndonos con mujeres camioneras, agricultoras, policías y albañiles. Seguimos pensando en que la compra la tenemos que llevar los hombres por educación y que las mujeres son insoportables, sobre todo esos días. Aún hoy el 98% de la reducción de la jornada laboral la solicitan mujeres y como mejor están los hijos es con su madre. Seguimos casi igual en muchas cosas y ya hemos dado el relevo generacional. Pero lo más triste es que seguimos matando a nuestras mujeres.

Podríamos debatir si todas las muertes son violencia de género o si responden a simple violencia. Podríamos debatir si la violencia es de género porque también se da en parejas homosexuales o si el fenómeno es más amplio porque se da entre generaciones, pero lo cierto es que este año han muerto veinticuatro mujeres a manos de sus parejas o ex parejas, veinticuatro asesinatos en poco más de dos meses que no pueden dejarnos indiferentes. Asesinatos que no son todos en generaciones mayores a la mía, ni siquiera la mayoría. Y lo triste es que cada vez los malos tratos se dan en parejas más jóvenes, la denigración, la posesión y las violaciones se dan cada vez en edades más tempranas. No pienso entrar en si el clima general es de violencia y es el entorno en el que hay que circunscribirlo y explicarlo. No pienso hacerlo porque por lego carezco de recursos y elementos de juicio, pero lo que no se me escapa es que los malos tratos, los tratos vejatorios, las violaciones y los asesinatos de mujeres en definitiva, se dan por una sensación de posesión, de superioridad. Y esto es un paso atrás devastador para nuestra sociedad y hablamos de toda Europa. Esa Europa que nos parecía tan moderna y avanzada el aquel 1986 pero que hoy nos trae a Janusz Korwin-Mikke y sus comentarios machistas en un vacío parlamento europeo. Parlamento vacío precisamente mientras se debatía la brecha salarial entre hombres y mujeres.

Podría seguir hablando de personajes que pululan hoy en día, youtubers que hacen gracia y pretenden sentar cátedra de cuñadismo con manotazo en la mesa y machirulismo "simpático" de andar por casa. Desgraciadamente estamos peor que hace unos años, quizá por la falta de valores de unas generaciones tocadas por la crisis económica o por la viralidad imperante actual que impide el reposo necesario para la reflexión. Lo que sí está claro y debe quedar claro es que el machismo no es un problema de las mujeres, es un problema de la sociedad y no sólo porque todos los hombres seamos hijos de mujer, algunos seamos padres de mujeres y una parte seamos pareja de mujeres. Es por justicia, es por derecho y es por naturaleza. La misma que nos demuestra día a día que las diferencias entre un hombre y una mujer son físicas y pocas, que estas se circunscriben al aparato reproductor y que a veces ni eso porque hay mujeres que nacen con cuerpo de hombre y hombres con cuerpo de mujer. La igualdad, el feminismo, es la única forma de construir una sociedad mejor. Porque ser feminista es defender que las mujeres son iguales pero ello implica que defendamos que los homosexuales y los heterosexuales somos iguales y que ser transgénero no es una enfermedad. Ser feminista es creer en una sociedad mejor y que seremos capaces de alcanzarla, sólo hay que quererla y desterrar las ideologías de odio y separación.
Igualdad

P.S. → Os dejo, y saltándome mi costumbre de no poner enlaces, una entrevista que el buen amigo Àxel Monfort hizo a Begoña Marugán sobre el feminismo.