Hoy se cumplen cuarenta años de la muerte del dictador, al menos oficialmente porque ya sabemos que se le aguantó artificialmente para coincidir con el treinta y nueve aniversario del fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera, lo cual no deja de ser paradójico porque se aborrecían mutuamente.
Hoy hace cuarenta años que comenzó el proceso que hoy llamamos transición. Supuestamente el lo que nos trajo la libertad, la democracia, los plenos derechos... Y es un proceso nacido de la generosidad de grandes políticos, padres de la España actual que supieron estar a la altura de las circunstancias, bla, bla, bla... Y una mierda que diría aquel. La transición es fruto del instinto de supervivencia de una determinada generación de políticos sin ideología real. Ojo, no digo que ninguno tuviera talla real y adecuada, no, pero aquello sobre los que ponemos el foco no eran más que arribistas con ganas de perdurar. Me niego a pensar que, por ejemplo, Suárez (al que se le ha dedicado un aeropuerto por ser esto... mmmh, por tener..., nada no me viene ahora el motivo) fuera progresando dentro de la administración con el convencimiento de subvertirla y llevarla puertos democráticos. ¿Qué decir del entonces príncipe y ahora rey en la reserva?, fue educado por Franco, traicionó a su padre y tras tocar corona empezó a dar sablazos para reunir su fortuna personal, sablazos que no eran gratis, ¿o si no de qué tanta reverencia a la familia saudí?
No creo que hubiera un plan preparado por los dirigentes franquistas para implantar una pseudo-democracia para controlarla, tampoco que la revolución social los sobrepasara y mucho menos los convencía y los acercaba a una resignación política que desembocó en nuestro régimen actual. Simplemente creo que alguno se dio cuenta de que con las botellas de cava y las fiestas corría paralelamente una ilusión de cambio de una generación que no había sufrido la guerra y no temía el ruido de sables, sables que eran muchos y mucho sables. Ahora no discutiremos si el proceso pudo ser mejor o si se pudieron alcanzar mayores cuotas de democracia, opino que cada probablemente se hizo lo mejor que se pudo y que salió lo que salió, una transición que dista mucho de ser una transición modélica y exitosa. Fue lo que fue y puede que no pudiera ser más pero no nos engañemos era insuficiente entonces y lo sigue siendo ahora, por muchos motivos, detallo unos cuantos:
- Aún hoy torturadores del régimen siguen libres y no han pagado por atentar contra los Derechos Humanos
- Los ministros franquistas se reconvirtieron en adalides de la democracia
- Se sigue honrando la memoria de la dictadura en forma de calles y establecimientos
- Muertos de un bando siguen poblando las cunetas y no sólo no se ayuda si no que se está dificultando su investigación con capital privado
- Los juicios sumarísimos siguen vigentes aunque los tribunales no fueran ortodoxos y se fundamentaran en leyes que eran ilegales en su implantación
- Hay una fundación que honra a Francisco Franco de forma legal pese a la Ley de Memoria Histórica
- El archivo de Salamanca, llamado eufemísticamente de la guerra civil, mantiene en sus arcas y exposiciones documentos expoliados y reclamados.
- Los artífices y continuadores de la represión democrática siguen sin pagar por ello y a alguno se le ha llamado incluso padre de la democracia
Podría seguir pero serviría de poco, todos conocemos los ejemplos y el impass actual de bloqueo para actualizar el modelo de construcción estatal, hay que ser consciende de que las herramientas son las que son y si ya no valen o se quedan antiguas u obsoletas hay que reformarlas. No vale con decir que España ha conocido el mayor desarrollo de toda su historia en los últimos cuarenta años, toda Europa lo ha hecho, que percibamos algo positivo no es motivo de no perseguir un bien mayor ni un objetivo más ambicioso.
Hoy hay dos cosas a no celebrar, la muerte en la cama de un dictador y el nacimiento de una democracia raquítica que muchos se niegan a dejar crecer.
En ocasiones uno no puede ser más que esclavo de la actualidad y aunque llevo un tiempo con varias ideas para reflejar en este blog (y ningún tiempo para ponerme ante el teclado), y este fin de semana es un claro ejemplo de ello. Muchas cosas han podido pasar pero los hechos de París de este viernes pasado han eclipsado todo lo demás.
129 muertos a esta hora, doscientos heridos, muchos de ellos muy graves, y una sensación agria en el estómago de todo el mundo occidental. Este es el balance provisional de uno de los peores atentados sucedidos en suelo europeo. Vaya por delante que el responsable último de cualquier crimen es quien lo ejecuta, quien aprieta el gatillo, acciona el detonador o esgrime el arma que sea.
Difícil es intentar pensar qué pasa por la cabeza de alguien para determinar que su opción es cometer un atentado indiscriminado de estas características y no voy a caer en el argumento fácil que es que la mentalidad árabe es diferente a la occidental (¿la nuestra?), que si tienen el seso sorbido por la religión y el fanatismo... Lo ocurrido este viernes es algo mucho más profundo y complejo, con raíces relativamente antiguas.
Francia es un país excolonialista que solucionó parte de la excolonización otorgando la continuidad de la ciudadanía francesa a todos los que lo solicitaran. Esta solución, que a priori puede parecer adecuada o correcta generó grandes bolsas de inmigrantes de facto pero franceses de pleno derecho que degeneraron, o no salieron, de una cierta marginalidad y sin una plena integración, ejemplo de ello son las revueltas de 1995 o 2005, originadas en guetos y motivadas por la desigualdad social. Francia además ha sido activo importante en las guerras de Iraq, Afganistán, Libia o actualmente en Malí. ¿Esto significa que Francia sea culpable de sufrir estos atentados o los de principio de año contra Charlie Hebdó? No, claro, ya he comentado que el responsable último es quien aprieta el gatillo, pero hay muchos condicionantes previos que suman para llegar a este resultado.
El primero son los guetos en sí mismos. Cuando las bolsas de pobreza o exclusión social se focalizan en una zona determinada y delimitada o sobre una parte de la población identificada con un origen geográfico, étnico, cultural o religioso es fácil que se genere un sentimiento de unidades enfrentadas al menos en una de las partes, y que cualquier fanatismo encuentre un caldo de cultivo adecuado para desenvolverse. Por tanto una primera acción preventiva es la integración y que la exclusión social no sea una opción, no es tarea fácil y la crisis económica no ayuda, pero pedagogía contra el racismo y la intolerancia sí, y medidas de proyección personal, formación y mestizaje también.
El segundo, y muy importante, es el uso de la fuerza bélica como herramienta política y económica. Como ya he comentado Francia ha sido parte importante en las últimas guerras en el norte africano y en el próximo oriente, con todo lo que conlleva. El fracaso de todas estas contiendas (al menos según los motivos oficiales) genera en la población que sufre los ataques un sentimiento de rechazo que una vez más es un caldo de cultivo perfecto para el integrismo. Las guerras son difíciles de justificar, pero cuando son tan evidentemente económicas y cuando en su desarrollo la población civil es sistemáticamente ignorada o incluso usada a beneficio de parte, cuesta mucho más no entender porque el odio hacia lo occidental crece a marchas forzadas.
El tercero y no menos importante es el uso que tradicionalmente se da a una facción determinada para que controle o limite a otra facción, Estados Unidos armó a los muyaidines que lucharon contra la URSS en Afganistán, luego estos fueron los talibanes. También formó a Bin Laden, Saddam y otros para usarlos como escudo, hasta que se les fueron de las manos y volvieron a matar moscas a cañonazos. No pienso entrar ahora en cómo y donde se consiguen las armas sabiendo que el mayor exportador de las mismas es EEUU, pero sí apuntaré que muchos son los intereses económicos que envuelven a estas guerras. Guerras que generan monstruos que luego no son capaces de controlar y que se combaten creando mayores monstruos.
Una de las cosas a destacar es que pese a hablarse de fanáticos islamistas, o de que determinadas mezquitas son foco, etc., ISIS no cuenta con el apoyo del islam en ninguna de sus vertientes "oficiales" y la presencia de imanes en sus filas es contada y marginal, además de que aún manteniendo reivindicaciones que mencionan a la religión esta no forma parte del discurso, siendo este básicamente político y supremacista.
Para terminar no querría dejar de apuntar que pese al dolor generado por estas más de trescientas víctimas en París, ayer hubo dieciocho muertos y treinta y cinco heridos en dos ataques en Somalia, el jueves un atentado en Beirut dejó más de cincuenta muertos, en abril en Kenya murieron 147 estudiantes por ser cristianos y sin apenas repercusión internacional y en Siria llevamos más de 215000 muertos, unos 600 por los bombardeos rusos de las últimas semanas sin que hubiera el rechazo masivo que estamos viviendo estos días, pareciera que estos fueran muertos de segunda o que nos pillan lejos. Hay que reflexionar, actuar con la cabeza fría, pensando a largo plazo y desterrando odios y fobias varias.
Mi último apunte es una mención que sí que debería resumir la naturaleza humana. Una amiga residente en París, apuntó en Facebook que el viernes, después de los atentados (afortunadamente no le pasó nada) volvió a casa en taxi, al bajar el taxista le dijo "ahora estás a salvo en casa" y no le cobró la carrera, por lo visto el viernes los taxistas se ocuparon de llevar a la gente a su casa sin cobrar y con la sensación de jugarse la vida por ello. Todo un ejemplo