Nos estamos acostumbrando demasiado a las falsas dicotomías. A esas veces en las que tenemos que elegir el mal menor como si no hubiera más opciones o como si fuera necesario incluso elegir algo.
El Partido Popular ha puesto sobre la mesa un órdago trampa en el que o se acepta el nombramiento de Enrique Arnaldo como juez del tribunal constitucional (minúsculas intencionales) o se vuelve a romper la baraja y se queda sin renovación tal órgano judicial.
El PSOE ha mordido el anzuelo arrastrando a Unidas Podemos a uno de esos momentos vergonzantes de la política española (y van ya muchos y muy gordos). Digo que es una propuesta trampa por una sencilla razón, el PSOE (y de rebote UP) saldrá trasquilado. Me explico.
Aquí no se trata de si el candidato propuesto tiene un corte más bien conservador en la interpretación de la legislación aplicable, en este caso la constitución española (otra vez las minúsculas son aposta) o si se considera que sus méritos sean insuficentes ante otras candidaturas mejor posicionadas, no. Lo que ocurre es que este señor, ha hecho negocios de dudosa legalidad y moral altamente cuestionable aprovechándose de su condición de juez; este caballero se encuentra muy vinculado a FAES lo que le hace tener un perfil muy de parte; ha estado implicado en la Operación Lezo acusado de controlar fiscales, también en el caso Palma Arena y ha sido acusado también de nepotismo al colocar a su hijo en la nómina de la Universidad Rey Juan Carlos bajo su propio mando.
A cualquiera no se le escapa que este candidato no reúne ninguna de las características que lo deben hacer partícipe de tal promoción ya que la confianza, la ecuanimidad o la simple honradez están fuertemente cuestionadas. Pero llegados a este punto cable preguntarse en primer lugar qué ha llevado al Partido Popular a presentarlo sabiendo que iba a estar en el foco mediático y que se sabría el currículum de tan ínclito jurista y la respuesta es dos que vienen a ser la misma: está pagando un favor o está comprando una servidumbre; en ambos casos la intención es clara: la justicia no importa, sólo que el resultado me favorezca. En segundo lugar la pregunta a hacerse es la siguiente: ¿por qué el propio Arnaldo no se ha retirado de la proposición? Está claro que quien se postule para determinados cargos tiene que tener la certeza de que será sometido a escrutinio público por lo que la presión ambiental debiera ser insoportable para el candidato; si aguanta es por una razón: el premio. Este premio podría ser la satisfacción de llegar a un puesto muy alto (profesionalmente pocos hay por encima), la satisfacción de saber que se cobrarán prebendas por las actuaciones interesadas además del desprecio objetivo por la institución.
Con todo la posición más extraña es la protagonizada por el tándem de los ppartidos de gobierno: hay que votar a Arnaldo porque si no el Partido Popular volverá a bloquear la renovación de los cargos del tribunal constitucional y he aquí el argumento más vergonzante de todos. Tanto para el PSOE como para Unidas Podemos no debería ser suficiente el hecho de renovar los cargos si no que la renovación fuera por lo menos respetable y honorable. De esta forma parece que lo que importa es que se renueve la institución pero que no importe quién ocupe los sillones ni si el prestigio queda tocado.
Y el prestigio queda muy tocado. La justicia española goza de muy mala prensa y se reconoce como intervenida, de parte y sirviente de intereses no públicos ni generales, ahora, y con este nombramiento, se constata el hecho de que nos busca la excelencia sino el clientelismo al más puro estilo de aquel Marchena controla la sala segunda por detrás. El PSOE, y mucho más UP, deberían plantarse y decir que este sapo no se traga y que más vale que se proponga otro nombre porque no se va a renovar a cualquier precio. Y si no lo hacen los partidos que lo hagan sus señorías, que por eso el voto es secreto (sin olvidar que la disciplina de voto es ilegal) o que lo hagan sus pares cuando el nombramiento supere el trámite del congreso y sólo quede el visto bueno de la judicatura.
Antes hablaba del PP y de como espera rédito de este nombramiento pero no podemos olvidar otra cosa: el ruido mediático levantado difícilmente pasará factura al Partido Popular pero sí será un desgaste elevado para el PSOE y para UP ya que una parte importante de su electorado no entenderá que los principios sean vulnerados a cambio de dar satisfacción al chantaje popular.