domingo, 24 de enero de 2016

La izquierda ha muerto, larga vida a la izquierda

La izquierda ha muerto, es un soniquete que oímos repetidamente cada cierto tiempo cada vez con más asiduidad, la izquierda ha muerto.

La izquierda muertaPues yo creo que no, la izquierda no está muerta. La izquierda sigue vigente porque lo que la izquierda ha defendido desde siempre sigue de la más rabiosa actualidad. Derechos sociales, asistenciales, libertad de expresión, sexual, de reunión, asociación, etc., son derechos que creíamos conquistados pero al parecer sólo son prestados. Durante la última legislatura no hemos visto más que peligrar lo conseguido durante casi cuarenta años de (cuasi) democracia a través de leyes que pretendían devolver el control de la calle a las altas instituciones según modelos pre-constitucionales.

Durante la pasada campaña electoral he repetido en más de una ocasión lo que me fue dicho en un acto de ante-pre-campaña en Utebo por parte de un militante de IU: "ser de izquierdas es poner ante todo el interés de las personas", cabe señalar que el interlocutor (no recuerdo el nombre) no se refería ni mucho menos al interés puramente espúreo que algunos personajes suelen anteponer para sí mismos, se refería, nos referimos, a anteponer el bien común al propio egoísmo, anteponer lo que es bueno para todos (no para la mayoría solamente) a supuestos beneficios económicos que "pueden" revertir en beneficios sociales de forma indirecta. Y repetí dicha cita, como seguiré haciendo, porque la encuentro sumamente acertada, concisa y directa. La izquierda representa el interés porque los mínimos básicos de todo el mundo estén cubiertos, que la libertad individual no esté reñida con la colectiva y que la supervivencia como individuo no esté supeditada a la mera suerte o al aprovechamiento de oportunidades. Un auténtico gobierno de izquierdas vela para que las oportunidades sean para todo el mundo iguales, luego vendrán los matices sobre el techo de la libertad económica y la propiedad privada, fuera deberían estar los regímenes totalitarios y/o dictatoriales que usan la ideología como forma de control y represión.

Ahora bien, si esto es tan bonito ¿qué falla?

Pues falla la comunicación y esta lo hace por la falta de conciencia de clase, la despolitización social y el divorcio entre el vocabulario usado y el público objetivo, todo esto son aspectos de un mismo dado, ninguno tiene sentido sin el resto. También podemos añadir como matices el triunfo de la estrategia comunicativa de la derecha económica, el sometimiento al espectáculo banal (adjetivo no usado en modo peyorativo alguno) y la reducción a meros titulares de la información recibida.

El resumen más o menos es el siguiente: La sociedad, bien sea por hartazgo post-transicional, bien por manipulación mediática de una clase poderosa e influyente, ya no se reconoce como clase obrera ni proletaria por lo tanto el discurso clásico de lucha de clases ya no funciona, y ojo, no digo que no sea cierto ni que no esté vigente, pero quien debe escucharlo, quien debe votar partidos o propuestas que sí quieren revertir la situación actual y de verdad luchar por derechos sociales e intereses comunes, ya no entiende el concepto, ahora, y por arte de birlibirloque, sabemos de primas de riesgo lo que en tiempos supimos de stock options o del precio del barril brent influenciado por el frágil equilibrio de oriente medio, es decir nada y creyéndonos saber mucho. La sobresaturación de información actual (poca no tendenciosa todo hay que decirlo) y la cantidad de entretenimiento disponible en formato audiovisual nos han tornado en animales apolitizados, esto es: no nos interesa la política como género si no como consumo. Nos bastan titulares e ideas predefinidas para juzgar al partido bueno y al malo y a reconocer por el rabillo del ojo a los extremistas o partidos pequeños, más el simpático, ese con el que estamos de acuerdo pero no votamos porque no son opción real de gobierno. De esta manera perpetuamos un estado bipartidista donde lo extraño es el debate enriquecedor y lo habitual las tertulias con periodistas "que saben mucho de esto" y que hablan libremente y sin tergiversar (sic).

Debate izquierda y derechaNos guste o no somos una sociedad de consumo y consumimos política sin espíritu crítico igual que vemos las noticias porque es lo que echan a la hora de comer (benditos canales temáticos que nos libran de noticieros) y aún si queremos saber, nos empapamos de periódicos, telediarios y webs de información, la cantidad de datos es tal que nos impiden profundizar en nada y nos obligan a escoger o a leer por encima.

En este estado de cosas a cualquier opción política le quedan solamente dos opciones: seguir con los mismos discursos y mantener la esencia y la integridad aún a riesgo de predicar en el desierto; o actualizar el modo de presentar las mismas ideas (válidas), actualizar el vocabulario, el idioma y el canal usado para que las ideas (las mismas) lleguen a quien debe oírlas que es, en última instancia, quien deposita el voto en la urna y permite que esas ideas puedan ponerse en práctica. Para otro día dejaremos los que optan por cambiar el discurso y las ideas subyacentes y a los que usan un discurso para defender precisamente ideas contrarias, la política da para mucho.

Líderes comunistasLa izquieda actual debe tener en cuenta que la gente de la calle no conoce a Engels ni sabe diferenciar entre marxismo y stalinismo y a muchos les costaría encontrar la relación entre Trotsky y el piolet. Nos guste o no, la idea que relaciona a la izquierda con el comunismo, el comunismo con Corea del Norte, el totalitarismo, las purgas y demás ha triunfado. No es cierta la relación (o no directa y necesariamente cierta), ni es exclusivamente así aunque pueda serlo. La dicotomía izquierda y derecha está superada en la ciudadanía no politizada, incluso en parte de la que sí lo está, por dos motivos: al no haber conciencia de clase no hay identificación por bloques y porque el pragmatismo social del día a día triunfa sobre la conceptualidad política y la estrategia de futuro.

Cuando hablamos de derechas e izquierdas hoy en día nos estamos refiriendo a etiquetas de un todo cuando, y aquí sí gracias a la evolución política, nos encontramos con individuos que se pueden definir socialmente por una de ellas y económicamente por la otra, organizativamente de un color y socialmente de otro. Por ello el centro político está superpoblado, por gente que huye de los "extremos" y por políticos que también y buscan a los que no se identifican con en el rojo y con en el azul aunque un somero análisis podría buscarles acomodo en uno de ellos. El centro, podríamos decir, no es más que un estado en que sumando políticas de derechas y de izquierdas en varios (o todos) los aspectos posibles el resultado es cero. Pero, los grandes, en tamaño, partidos y los que aspiran a serlo, se afanan en buscar tal centralidad en busca de un voto desteñido que los devuelva a la rueda del poder independientemente de la coherencia ideológica (por ejemplo sumando liberalismo económico y políticas sociales públicas, una de las dos no puede cumplirse). Estos "grandes" partidos copian el discurso de la masa desideologizada de la forma más burda: sólo los titulares, olvidando el sustrato existente en el que la ciudadanía sí tiene claro qué quiere aunque rehuse ponerle etiqueta diestra o zurda.

La tarea pendiente de la izquierda de hoy debe ser el ser capaz de defender sus valores tradicionales pero usando un lenguaje del s.XXI y acomodado a lo que sus potenciales votantes quieran huir. No basta con seguir siendo de izquierdas, levantar el puño o reivindicar a Lenin como padre de los derechos individuales y colectivos, es necesario incluir en la ecuación a todo el que quiere las políticas de izquierda, quiere libertad de pensamiento en el respeto, libertad individual, colectiva, sexual, afectiva, igualdad de género, interracial, transnacional y derechos sociales, de reunión, de expresión y de asociación individuales y colectivos.

15MNo se trata de decir lo que la gente quiere oir sin más, se trata de decir lo mismo, defender las mismas ideas, pero con el lenguaje que la gente quiere oir. La prueba la tenemos en el tan socorrido 15M y en todos los procesos que descienden del mismo (queriendo o no), aún sabiendo el lugar del espectro político en el que se estaba, aún sabiendo el color que el ambiente reflejaba lo importante no
fueron las etiquetas si no las propuestas concretas, el mensaje se transmitía por otros canales y usaba otras palabras. Entonces fueron los de abajo a por los de arriba sustituyendo a los oprimidos y opresores que a su vez cambió el obrero contra el patrón. De esta forma el lenguaje enriquece el discurso ofreciendo matices hasta ese momento inexistentes o tamizados por la pureza y la verborrea intelectualmente ideológica. Seguir hablando en términos exclusivos de izquierda y derecha exclusivamente sigue siendo cierto pero ya no es útil en tanto el oído receptor ya no reacciona ante tales estímulos. El espectador ya es un ente formado (aunque no lo quiera) en política y ya sabe que quiere oir propuestas, sencillas y directas, cuasi titulares, y no discursos, aunque estos sigan siendo soflamas orgasmantes. Ante unas elecciones y/o la decisión de militar e involucrarse el peso del argumentario desnudo es infinitamente mayor que el del simple hooliganismo reaccionario por el simple motivo de que este es el realmente constructivo, el que aporta, el que ofrece soluciones y el realmente fiel, el que apela al corazón a través de la razón obviando al estómago.

La izquierda, como todo, debe evolucionar sin perder de vista su razón de ser. 

lunes, 4 de enero de 2016

Vuelta al lío

Hedonismo contemplativo
Hedonismo contemplativo, definición gráfica
Hace días que no escribo, ni aquí ni apenas en las redes sociales. Después de las elecciones y tras unos meses de intenso trabajo en la candidatura de Unidad Popular he precisado unos días de aterrizaje en los que recuperar viejos hábitos, retomar tareas pendientes y (los más) dedicarme a un cierto hedonismo contemplativo para poder cargar pilas y reflexionar sobre los pasos a tomar ahora.

La conclusión no parece compleja a simple vista: no ha cambiado nada ergo hay que seguir. Pero el escenario es otro y la correlación actual de fuerzas obliga a una revisión del método. Cuál tiene que ser este nuevo método o vía de comunicación-negociación-pedagógica es algo que aún desconozco puesto que el problema no radica en el mensaje ni en su expresión (o no tanto) si no en la posibilidad de expresarlo en foros más o menos concurridos y de poder hacerlo en las condiciones adecuadas (tanto en tiempo como en capacidad comunicativa) para que pueda ser expresado, claro que contamos con prejuicios y decisiones pretomadas en contra, pero si nos gustasen las cosas fáciles seguiríamos modas cual moderno de preciar y ahora estaríamos peinando largas barbas meditando qué estilo es más cool ahora en lugar de volver al barro político que es donde nos gusta revolcarnos.

Como ya digo aún no dispongo de la solución al nuevo modo de expresión de la política transformadora que debemos volver a defender, pero sí tengo claro que la solución vendrá inexorablemente tras un sesudo análisis de la actualidad.

PSOE o como estar mal y en el peor lugar cuando estás mejor de lo que pensabas

Pedro Sánchez - PSOEEl título es rebuscado, pero expresa la realidad actual en torno a la formación del puño y la rosa. Se auguraba un gran descalabro en los resultados electorales de la formación, y descalabro ha habido, eso no se puede negar (se han perdido un millón y medio de votos, que son veinte diputados), pero parecía que podía ser más, incluso se especuló con que sería desplazada al tercer o cuarto puesto como fuerza en el congreso. Pero el PSOE se ha mantenido como segunda y por lo tanto principal de la oposición, muy por encima del tercer grupo parlamentario. Pero pese a ello, pese a estar mejor de lo que se pensaba, la situación no es buena porque ahora tiene sobre sí mismo la responsabilidad de facilitar la investidura de Mariano Rajoy o, por el contrario, de intentar una gran coalición para cambiar las políticas actuales.

El Partido Socialista ha optado por la solución que aparentemente es la más inteligente, se viste de gallardía y manifiesta que los resultados electorales los colocan en la oposición y allí se quedarán como gente obediente que son. Las virtudes de esta solución son evidentes: en un momento en el que la crisis no ha remitido (digan lo que digan) y teniendo en cuenta sus políticas económicas al dictado merkeliano no pueden someterse a un gobierno débil y con escasos apoyos parlamentarios, tal desgaste sería insoportable para el partido fundado por Pablo Iglesias (el original). Así apartarse ahora, lamer las heridas y resolver el liderazgo interno como vía de promover la cohesión, amén de esperar que se desinfle el globo de Podemos, es la mejor opción para resurgir dentro de cuatro años fortalecidos. ¿Lo es?

Todos juntosHay otra vía que el PSOE no estaría valorando porque es más complicada de vender e incluso de entender por algunos sin mucha amplitud de miras ni visión política. Si sumamos los votos de PSOE, Podemos, En marea, En comú Podem, És el moment, UP, ERC y DiL tenemos 178 escaños, mayoría absoluta. Y el único peaje sería pactar un referéndum a la escocesa. Sí, sí, el PSOE nunca aceptaría eso y Podemos sólo lo está usando como línea roja para no tener que pactar y poder echar la culpa a los intransigentes. Pero pensemos un momento qué se puede decir a los barones que puedan entender (y no lo de la democracia y que si no quieren estar pues que no estén porque obligados no funciona... no sirve).

Actualmente hay un empate técnico entre los que están a favor del sí y lo que lo están por el no, también es sabido que muchos del sí simplemente son como reacción a determinadas políticas o por no tener resuelto el encaje en términos democráticos. Estoy convencido de que pactando ahora un referéndum vinculante en un año, se podría conseguir apoyo suficiente para un gobierno del PSOE con nacionalistas catalanes e incluso vascos. Un referéndum cuyo resultado sería con toda probabilidad un no que cerraría durante un tiempo la cuestión encerrándola en una democracia real de la que huirían todos los extremismos y polarizaciones artificiales en favor de un debate tranquilo y respetuoso. Luego quedarían tres años de gobierno en los que existiría la oportunidad de hacerlo medianamente bien para poder remontar en las encuestas.

Otros cálculos dirían que esta solución sería la mejor forma de finiquitar al PSOE (y por ende al PSC) ya que el grueso de la militancia (ni de sus dirigentes) sería capaz de entender la jugada por una defensa cerril y nada democrática de la unidaz de Ep-paña.
Barones del PSOE


CUP o estos sí que están en un mal sitio de cojones

Les CUP han estado esta semana bajo el foco por estar en el peor sitio posible, teniendo
Assamblea de las CUP
que escoger con las pinzas en la nariz. De sobras es conocido que las CUP son un movimiento independentista lo cual nos hace olvidar que también lo es de izquierdas además de asambleario. Y recalco lo de asambleario porque cuando las decisiones se toman en asamblea es bastante fácil que tiendan a preservar cierta pureza ideológica frente determinado tacticismo interesado. Esta semana las CUP han dado carpetazo a tres meses de negociaciones para investir o no a Artur Mas como president de la Generalitat.

Artur Mas
La cuestión podía parecer, una vez más simple, si eres independentista votas a favor de Mas para que sea presidente y así el procés no para. De hecho muchos militantes de las CUP lo han entendido así y así se expresaron hace dos domingos 1515 de los que tenían derecho a voto. Pero la otra mitad lo que entiende es que el proceso de desconexión tiene vida más allá de Mas y no entienden la obcecación de JxS de mantenerlo como opción si tenían en sus filas a Raül Romeva (número uno de la lista), ex-eurodiputado muy bien valorado y con un gran consenso en torno a su persona incluso en círculos no independentistas, o incluso a Oriol Junqueras que también recibe altas valoraciones desde la izquierda independentista.

Artur Mas está amortizado, lo sabe todo el mundo, CDC es un partido investigado con mucha porquería debajo de las alfombras, eso también es sabido, de ahí el cambio de nomenclatura estas elecciones, por lo que el interés de mantener su nombre como opción única sólo puede entenderse bien como un intento de consolidación de delirios de grandeza o bien como un intento de conseguir inmunidad (aforada y/o mártir) ante lo que puede venir del 3% (y superior). Mas no era independentista, y no lo era cuando CDC, a través de CiU, manejaba el cotarro a su antojo, o peor, lo era pero lo supeditó al interés personal de medrar en el partido del "ara no toca" ya que nunca se le oyó decir nada al respecto. Mas, y CDC, se tornaron en independentistas cuando la suma de ERC, CUP, RCat, DC y otros le hicieron pensar en que perdía la hegemonía y por tanto el poder. Difícil es pensar que ahora sean los adalides del nacionalismo más allá de cierto folclorismo simpático, o del regionalismo limitado de UDC.

La gente de las CUP no se ha caído de un guindo y lógicamente no se fían de alguien así, suma que hay quien antepone los principios del partido y no pueden investir a un presidente que no ha combatido fehacientemente los recortes y que apoyó como vicepresidente a un Aznar venido arriba, ni mucho menos al máximo representante de un partido investigado por el cobro de comisiones ilegales y que no abjura de Pujol y familia. De ahí los 1515 que votaron en contra y dejaron la papeleta en manos del consejo político. Consejo político que tomó la decisión de no investir a Mas sabiendo que iba a generar tanta controversia como si hubieran decidido que sí, situación de loose-loose.
Oriol Junqueras 
La opción lógica que debería darse ahora llega dos meses tarde, cambio de candidato, retirada de Mas por la puerta falsa y con el premio de consolación de ser recordado como el chivo a sacrificar por el bien de la independencia. De hecho las CUP han avanzado que si el candidato es Junqueras votarán sí. La patata caliente en manos de JxS, "quítate tú para ponerme yo y que el choque de trenes no descarrile antes de tiempo".

Son tiempos interesantes para la política.