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miércoles, 12 de mayo de 2021

¿Por qué a partir del quince de mayo no tendré WhatsApp?




Este próximo sábado entran ya en vigor las nuevas condiciones de uso de WhatsApp y he decidido no aceptarlas lo que significará que mi cuenta será suspendida y que dejaré de poder comunicarme con esta aplicación. Técnicamente las nuevas condiciones implican pocas novedades, al menos en Europa gracias al Reglamento General de Protección de Datos, RGPD.

Estas nuevas condiciones en principio, digo en principio, sólo implica que en un momento determinado WhatsApp nos preguntaría si queremos que determinadas empresas nos puedan contactar mediante esta herramienta sin que nosotros explicitamente hayamos pedido este contacto. Esto parece muy inocente pero entraña un cierto riesgo, me explico. Según la LOPD y luego ampliado por la RGPD una empresa radicada en Europa necesita que le demos permiso explícito para el uso de datos y nos tiene que informar de qué hará con los mismos y nos tiene que permitir acceder a los mismos para rectificar o eliminarlos, pero ¿esto es realmente así? Técnicamente sí, siempre que la empresa que recibe los datos nos ofrece esas limitaciones/servicios y queremos creer que lo cumple, ahora bien, muchas, sobre todo las muy grandes, nos piden permiso para ceder esos datos a empresas del grupo o terceras para todo tipo de usos legítimos, el problema viene cuando esas condiciones van en bloque y no hay servicio posible si no cedes tus datos a terceros.

Es cierto que quizá sean las menos empresas pero existen y una vez nuestros datos estén en otra empresa que ni siquiera conocemos su control será mucho más complicado. ¿O acaso nadie ha recibido una llamada no solicitada de un operador de telefonía, de energía eléctrica o de una empresa de trading internacional que nos ofrece invertir en bolsa con pingües beneficios? ¿Y que en estas llamadas se dirigen a ti por tu nombre? Eso es un problema, no sólo por la molestia de la propia llamada sino porque el teléfono es una herramienta de seguridad importante: el teléfono móvil contiene correos electrónicos, claves de acceso a aplicaciones de banca, huellas dactilares, etc. Y lo que menos parece importar: el propio número de teléfono. Y este es el primer gran fallo de WhatsApp.

WhatsApp, por diseño, no usa identificadores de usuario elegibles como otros servicios, nuestro nombre de usuario es nuestro número de teléfono y eso es un fallo de seguridad. Vamos por orden, alguien te une a un grupo de WhatsApp inocentemente, automáticamente todo quien esté en ese grupo tiene tu número de teléfono, se abre la veda al acoso personal, al empresarial ilegítimo y, lo que es más importante: el número de teléfono en muchos casos se usa como usuario principal o alternativo en muchos servicios de banca, seguros, etc. Por lo que el que alguien desconocido tenga tu número ya es algo poco aconsejable y de lo que no somos conscientes.

¿Pero qué tiene que ver esto con las nuevas condiciones?

Todo y nada. Todo porque, como ya he dicho, las nuevas condiciones implican la posibilidad de cesión de datos a empresas y con ello la pérdida de control de nuestros datos. Pero en realidad es la excusa. Personalmente llevo mucho tiempo pensando en dejar WhatsApp porque es una mala apliación. Lo es si la comparamos con otras de similares características. Y como soy usuario de Telegram voy a compararla con esta para ver qué tiene una que no tiene la otra:


Característica Telegram WhatsApp
Nube personal No
Canales de distribución No
Clientes alternativos No
Aplicación de escritorio nativa
para todos los sistemas operativos
No
Envío de archivos grandes (1'5GB) No
Mensajes con privacidad mejorada No
Protección antiespía No
Backup automático y cifrado de chats No
Cifrado irrompible (de momento) No
Gestión interna eficaz de stickers No
Posibilidad de crear bots y automatismos No
Supergrupos No
Estados No
Mayor distribución No
Temas personalizados No
Mayor ahorro de datos
(según varios estudios)
No
Videollamadas de grupo No

Estas son sólo algunas de las diferencias y sólo con una aplicación, si miramos Signal veremos que muchas son parecidas pero con una mayora capacidad de mantener la privacidad, pero vamos a ver alguno con detalle:

Nube personal

Telegram te da la opción de abrir una conversación contigo para almacenar lo que sea, mensajes, archivos, notas... con espacio ilimitado.

Aplicación nativa para todos los sistemas operativos

Telegram tiene aplicación nativa de escritorio para Windows, Linux y MacOs, WhatsApp sólo Windows y MacOs.

Mensajes con privacidad mejorada

En Telegram podemos crear los llamados Chats Secretos con cifrado extremo a extremo en los que se puede establecer la autodestrucción del mensaje y se prohiben las capturas de pantalla. Muy útil para mandar contraseñas u otra información confidencial que no queramos que se pueda distribuir.

Protección antiespía

Telegram ha tenido problemas en varios países, de hecho sigue prohibido en algunos, por no permitir a los gobiernos el acceso indiscriminado a los datos y conversaciones de usuarios. En cambio WhatsApp ha reconocido que permite el espionaje por parte de los servicios de seguridad americanos.

Cifrado irrompible

El cifrado, canal seguro de comunicación, de Telegram ha sido desarrollado por la propia plataforma y actualmente mantiene una recompensa a quien sea capaz de romperlo. En cambio WhatsApp mantiene el suyo en secreto y hay dudas de su fiabilidad.

Posibilidad de crear bots y automatismos

Muy útil para la gestión de canales, spam en grupos e incluso votaciones on line para la toma de decisiones.

 WhatsApp

Como vemos en la comparativa, tiene dos puntos fuertes en su haber: las videollamadas en grupo y una difusión mucho mayor. Las videollamadas personales ya han llegado a Telegram y es de esperar que las de grupo lo hagan en breve. En cuanto a la mayor difusión de la aplicación retomaré la cuestión más adelante. Pero antes un apunte sobre seguridad: las copias de seguridad que hace WhatsApp sobre Google no se envían cifradas sino en texto plano, esto es que pueden interceptarse y leerse. Y antes de que alguien diga que su vida no es interesante y que da igual le daré un par de pinceladas:

  • Las conversaciones dan cuenta de nuestras costumbres y gustos por lo que dan mucha información en caso de que alguien quiera estafarnos y/o robarnos.
  • Los datos son muy importantes en la evaluación de riesgos, en EEUU ya se usan, legalmente allí, para que las aseguradoras te den un precio u otro. Teniendo en cuenta el tamaño de estas empresas es factible que en algún momento haya la suficiente presión para cambiar la legislación o incluso recurrir a empresas de países sin regulación para la interceptación y análisis de datos. Añadamos ahí los seguros médicos y el adelgazamiento de la protección pública para ver un riesgo cierto.

¿Por qué no mantener las dos como hasta ahora?

Como no quiero alargar mas el artículo voy a resumir mi postura.

Ciertamente es posible mantener las dos aplicaciones, pueden coexistir perfectamente, pero no me vale. Mientras tenga WhatsApp segurán metiéndome en grupos, seguiré contando como usuario activo y por lo tanto seré una medida de presión para mantener a WhatsApp como aplicación de referencia. Como pienso que es una aplicación muy mejorable, que no garantiza mi seguridad y que no quiero usar me la quito, la desinstalo y me quedo tan ancho.

¿Qué consigo? Primero desinflar con lo que me corresponde a su bolsa de usuarios. Segundo predicar con el ejemplo a ver si alguien se suma a ello. Y tercero, dificultar las integraciones que tiene previstas Facebook entre las dos plataformas con los riesgos que conlleva en cuestiones de seguridad y protección de datos y de las que Facebook hace gala de no observar.

Conclusión

No es sorpresa, el próximo quince WhatsApp bloqueará mi usuario de su plataforma y no tendré oportunidad de usarla, tendré que salir de grupos y quizá haya gente que deje de comunicarse conmigo porque no podrá hacerlo así, ya lo siento, hay más alternativas y tanto puedo yo doblegarme y usar su elección como ellos usar la mía que es más protectora con la privacidad.

Si estáis de acuerdo difundid el texto, en el peor de los casos no cambiará nada, en el mejor WhatsApp se repensará muchas cosas ante la pérdida de usuarios.

Y como no he querido hacerlo largo he dejado muchas cosas en el tintero y otras tantas no las he desarrollado como quisiera, para cualquier aclaración se pueden dejar preguntas en los comentarios o enviarme un mensaje de Telegram, mi usuario es Joan_ViB.


Actualización: Parece que WhatsApp ya no desactivará automáticamente las cuentas, lo que indica la capacidad de presión que es posible ejercer desde la individualidad. Con todo, la decisión está tomada.

viernes, 14 de febrero de 2020

La civilización de una sociedad

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Autor Gerd Altmann (publicdomainpictures.net)
Existen un par de dichos (desconozco cuál es el original) que rezan que el grado de civilización de una sociedad se basa en como es capaz de tratar a sus presos o a sus animales. Existe alguna variante que se refiere a como trata a sus ancianos, a la educación o a cualquier otro servicio o colectivo que interese proteger en ese momento.

Desde mi punto de vista el grado de avance de una sociedad, civilización si se quiere, en realidad se puede medir en como es capaz de debatir el grueso de sus integrantes, me explico. El ser humano debate, debate y discute todo aquello que le rodea y es susceptible de generar opinión, por tanto debate y discute de absolutamente todo. Siempre he defendido que discutir no es pelear, es tratar de convencer al otro de nuestro punto de vista con más o menos énfasis y vehemencia mientras tratan de convencernos a nosotros de la tesis contraria. Por tanto un debate, una discusión, se produce indefectiblemente entre iguales, tiene que mediar un respeto inapelable que otorgue carta de validez a los argumentos contrarios pese a que no los consideremos válidos. Esto parece oscuro y rimbombante pero es más sencillo de lo que parece.

Imaginemos dos personas debatiendo de algo tan fútil como si la tortilla de patatas debe llevar cebolla o no. Es un debate interesante en que absolutamente todo el mundo tiene una opinión más o menos beligerante. Pues bien para que se dé el debate es necesario que ambas reconozcan a la otra como interlocutor válido, reconozcan que tiene el derecho a expresar su opinión y la capacidad de formarse una, sea esta cierta o no bajo nuestro punto de vista. Una vez hemos hecho este reconocimiento es necesario que tengamos otra capacidad no menos importante: la empatía. La empatía nos coloca en el lugar del contrario para poder tratar de entender su punto de vista desde su posición vital, sus experiencias, carencias y realidades. Sin estas dos premisas (reconocimiento y empatía) el diálogo no puede darse en base a igualdad y por lo tanto no es posible.

La primera variable es sencilla, si no reconocemos al otro como interlocutor válido no vamos ni siquiera a escuchar sus razonamientos. ¿Para qué? Como no es alguien que esté a nuestra altura no será capaz de argumentar correctamente y por lo tanto el debate está ganado: yo tengo razón y tú no puedes decir lo contrario. Esta situación se da con relativa frecuencia en cualquier discusión: basta con que un profesional o experto de algo debata con un lego sobre una materia dentro de su campo, la primera reacción será desdeñar lo que opine el otro ya que nosotros tenemos el valor de la experiencia y el conocimiento mientras que nuestro oponente divaga. Quien lea estas líneas puede pensar que esta situación tiene toda la lógica del mundo, si sabes sabes y si el otro no sabe no puede opinar. Pero ¿es así? Si vamos a ciencias exactas (matemáticas, físicas), ciencias experimentales (biología o química) o ciencias sociales (arte, historia...) hay un amplio campo de conocimiento objetivo: sumas, restas, composiciones químicas, autoría de una obra... pero hay zonas difusas en las que un lego puede dar una visión nueva. Me refiero claro a las áreas que conforman las teorías no comprobadas o aquellas áreas interpretables por el observador. Aquí la frontera en la que situamos la superioridad del conocimiento frente al desconocimiento directo puede difuminarse en algunos puntos, de todos modos no es el objeto de este comentario delimitarla precisamente por su carácter inespecífico. Sí que es objeto de comentario el hecho de que en ocasiones, no pocas, simplemente no reconocemos la opinión del contrario por el mero hecho de estar situada en un ámbito ideológico contrario al nuestro. esto suele personificarse en falacias ad hominem tanto en positivo como en negativo (esto es bueno porque ya lo dijo Marx o esto no es válido porque es lo que hacían los nazis). Al situarnos en un antagonismo ideológico ya resolvemos la cuestión prejuzgando que el entendimiento no es posible ya que ninguno va a dar su brazo a torcer y que no hay punto medio válido y por lo tanto zanjamos advirtiendo que no hay debate posible.

La segunda posibilidad, pese a estar profundamente ligada a la primera, es la que se da con más frecuencia. AL falta de empatía impone al argumentante la limitación de la experiencia propia obviando que tanto para la formación de una opinión como para su puesta en práctica precisa de un contexto capaz de cambiar completamente el sentido inicial de la premisa. Voy a poner dos ejemplos.
  • Veganismo sí o no. El debate realmente solo es posible en el primer mundo, sin contraindicaciones médicas (si es que pueden existir) y en una realidad socioeconómica que nos permita elegir. En un contexto de pobreza o del tercer mundo es un debate que no puede darse ya que, en múltiples ocasiones, simplemente se come lo que se puede.
  • La eutanasia es permitir el asesinato y el suicidio. Aquí el contexto es mucho más dramático y claro: evidentemente no es lo mismo que un médico ayude a terminar con la vida de un enfermo terminal sin esperanzas de curación y con sufrimiento físico y psicológico no paliable que el dar pasaporte a la vecina del tercero por chismosa. Lo del suicidio lo obvio porque creo que cada uno es dueño de sí mismo y que con la cabeza despejada y sin traumas puede disponer de su supervivencia como le venga en gana (excepto si salta desde una ventana hacia una acera concurrida, ahí veo incompatibilidades).
Evidentemente son ejemplos extremos pero ilustrativos. Igualmente podríamos decir que yo no puedo criticar que alguien escriba con faltas de ortografía si no conozco su vida y sus oportunidades de escolarización.

En el día a día vemos que no solo no somos capaces de debatir dando carta de legitimidad y valorando las motivaciones de la otra persona si no que ni siquiera somos capaces de argumentar debidamente cayendo en el insulto más gráfico que se nos ocurra para cargarnos de razones y dar por zanjado el debate. Esto suele darse bien por simple desprecio hacia el otro, bien porque en nuestra formación no ha habido espacio para el pensamiento crítico y en multitud de ocasiones no sabemos por qué opinamos lo que opinamos, simplemente repetimos lo que tenemos en la cabeza y que ha llegado ahí vayaustéasabercomo (aunque adelante que por el método de la repetición y el aprendizaje del loro).

Todo esto no es nuevo, evidentemente, solo es que se encuentra exacerbado por la irrupción (hace ya años) de las redes sociales. En nuestra formación curricular y humana nunca ha habido la posibilidad de aprender a dudar de lo que nos cuentan, nunca nos han animado a poner en cuestión nuestras creencias ni en replantearnos nuestro esquema mental. Por eso los argumentos más repetidos son el y tú más con todas sus variantes junto con el nos tienen manía, nótese que en los temas más profusos como son la política o el sempiterno fútbol se dan con excesiva frecuencia. De hecho baste un paseo por muros propios y ajenos en Twitter o Facebook para ver ejemplos palmarios de noticias compartidas con el insulto de turno bien sea denostando al protagonista de las mismas o al antagonista de turno con un ellos no lo harían.


Cabría pensar que la solución es sencilla, de hecho es posible porque de vez en cuando una luz aparece en la niebla y nos muestra a dos (o más) supuestos antagonistas debatiendo con argumentos. Que sí, que no se pondrán de acuerdo, pero coñe, hace ilusión verlo y vivirlo. Decía que la solución es simple y llana y la he apuntado en el párrafo anterior: formar en espíritu crítico, en buscar el por qué en lugar de repetir, aprender a escuchar (no solo a oír) y en tener claro que diga lo que diga el personaje experto que corresponda no tiene patente de corso ni razón eterna, que si se la damos o quitamos sea porque lo hemos meditado.

Pero claro, es necesaria voluntad y me da que hay demasiada gente viviendo cómoda con cierto hooliganismo que les da la razón sin pedirla y con un equipo de odio enfrente que lo realimente. No obstante sería injusto darle todo el mérito a esta voluntad de antagonismo, el otro motivo no poco importante es que todo debate deriva en discusión que en realidad es una pelea, por lo tanto se desvirtúa y y ano está encaminado en el aprendizaje mutuo y la pedagogía si no que se basa en ganar. De ahí que el insulto virtual y el mamporro presencial sean recurrentes sistemas para zanjar el debate mismo.


Perdidos andamos. E incivilizados.

sábado, 21 de julio de 2018

La victoria de Casado es lo mejor que le puede pasar a la izquierda.

Ya está, ya ha pasado, el Partido Popular ha terminado con su espectáculo de pseudodemocracia interna y ya tiene GANADOR, así, con mayúsculas: PABLO CASADO (ovación cerrada) con lo que ya puede dedicarse a lo suyo, tapar vergüenzas (del partido), seguir colocando a afines en lugares estratégicos y a tratar de evitar que la sociedad avance conforme al siglo corriente.

Pablo Casado
Porque no nos engañemos, lo que ha ocurrido en el Partido (imputado) Popular ha sido una simple pelea de poder entre dos facciones que poco distan entre ellas. tanto Soraya como Pablo defienden unos valores similares y una economía neoliberal salvaje. Cierto es que hay matices, quizá ella es más conservadora y él más retrógrado socialmente y quizá él sea más neocon convencido (sí, mal juego de palabras) en lo económico y ella simplemente liberal de las de forrar riñón propio y de quienes estén cerca y caigan en gracia. Pero ninguno de los dos vino a revolucionar al partido ni a dar un golpe de mano al proyecto. Se han oído críticas, sí, pero estéticas y siempre encuadradas en un operación de márqueting muy estudiado (por Pablo, claro que acumula más másters que puntos de supermercado tenemos otros). De hecho fue el propio Pablo Casado quien en un primer momento renegó de la herencia Mariana pero solamente para marcar distancias con Soraya a la que se ha percibido como la candidata continuista al haber pasado gran parte de su carrera popular de la mano del propio Rajoy hasta el punto de ser el gobierno en la sombra del mismo.

¿Y si Soraya era la continuidad quién es Pablo? Pues Casado ha pretendido personificar el cambio de generación (bueno eso stricto sensu es así), a las generaciones nacidas en democracia y crecidas a la sombra de la ¿gaviota?, ¿albatros?, ¿pterodáctilo?... y orgullosos de defender un pasado que no sabemos si es reciente o remoto aunque lo podamos intuir por sus gestos. De hecho el flamante presidente del partido hoy lo ha repetido varias veces "orgullosos del pasado" una vez más sin aclarar si se refiere al tito Rajoy, a papá Aznar, al tío abuelo Fraga o al yayo Paco. Y perdonen si soy malpensado pero para mí que la ambigüedad es intencionada y no hay que saber leer entrelíneas en exceso para entenderlo. De ahí que el cambio generacional al que apela la candidatura pablista en realidad no lo sea tanto y al final lo que haya sido es un candidato a la derecha de la derecha en el que lo rancio y lo antiguo se encuentran en el s.XXI pero siguen barriendo para casa. Pablo ha tenido palabras para hablar de modelos de familia, conciliación, aborto, memoria histórica (sí, no se rían) y de revolución industrial rupturista pero todo tamizado por una visión decimonónica en la que sólo ha faltado señalar al maligno como artífice de la moción de censura y padre de las mil querellas que penden sobre el partido al que más españoles adoran. Pablo nació antiguo y a sus treinta y siete años sigue siendo antiguo.

No, el modelo del PP no estaba en liza lo que se estaba peleando no es otra cosa que las esferas de poder dentro (y algunas fuera) del mismo. Es un secreto a voces que Sáenz de Santamaría lleva muchos años de trilera mostrando una cara inocente mientras debajo de la mesa ha estado repartiendo cartas y sugus para ganar adeptos, y a los que no ganaba su CNI particular le facilitaba la tecla necesaria, a lo J. Edgar Hoover pero sin sombrero ni tirantes. De esta forma Soraya ha conseguido tantos amigos como enemigos de tal manera que era harto imposible prever lo que iba a ocurrir hoy. Por un lado cabría pensar que el aparato estaba de su lado y que el oficialismo iba a ganar de calle pero por el otro también podría esperarse que hubiera gente a la que no le gustara tal acumulación de poder (porque se acumulaba en otras manos, digámoslo todo) y por lo tanto votara en contra de ella y no a favor de nadie. Sirva como ejemplo María Dolores de Cospedal en toda su dimensión de rival política de Santamaría o la defenestración de Cifuentes, que era la llamada a regenera el partido y cuya presencia en las primarias, antes del caso Eroski, habría bastado para que todo hubiera sido muy distinto desde el principio. Por eso el trasvase de votos de Cospedal a Casado, seguía cumpliéndose la premisa antiSoraya.

Y eso que el partido había diseñado unas primarias fáciles de manipular. Uno está tentado de pensar que como el PP cojea del pie democrático tanto que lo suele dejar en el armario pues no ha sabido organizar unas primarias decentes y con coherencia. Empecemos por el sistema de votación: dos vueltas. Este sistema es usado en muchos sitios para asegurar que quien gana tiene el apoyo mayoritario del universo votante y no es simplemente quien ha obtenido más votos. Más claro, con un sistema de doble vuelta en el que la segunda vuelta tiene solo dos candidatos el ganador siempre lo hará con mayoría muy amplia si no absoluta (en estos casos la abstención siempre juega a favor de un candidato por lo que no suele ser opción). Esto no tiene mucho sentido ya que puede que en otro escenario otro candidato hubiera tenido más votos, y hay solución, se llama Voto Útil Transferible (VUT) y permite hacer varias vueltas simultáneamente y tener en cuenta todas las posibilidades, pero otro día hablaré de él. En este punto cualquiera podría decir que las segundas vueltas se dan en elecciones presidenciales de países como Francia y que por lo tanto tan malo no será. Bueno, sí lo es y por ello ha ganado Macron y a punto estuvo de dar el susto Le Pen. Pero bueno, aun siendo malo, un sistema de dos vueltas no es peor que las dos vueltas del PP: la segunda no era de militantes era de compromisarios. Entonces tenemos que la militancia hace limpia de la lista y que la dcecisión final la tienen personas con nombre y apellidos, muchas menos que militancia (al corriente de pago) y a quienes los diferentes equipos pueden apelar directamente, todo muy sutil... De ahí que la manipulación fuera por un lado fácil y por el otro que mil ojos vigilaran qué vota el de al lado.

Y sí, soy mal pensado, pero con el PP es fácil y más después de la fantástica campaña que nos han ofrecido en la que han volado puñaladas, viales de virus zombificante, amenazas y tiros a mansalva que ya verás tú para recoger luego el estropicio.

Pero en el título digo que la victoria de Casado es buena para la izquierda. ¿Cómo puede ser si Soraya es más de lo mismo y Pablo no hace más que alardear de caspa y retrogradía? Por lo que he apuntado antes, Soraya mueve bien los hilos tras el escenario mientras en él muestra artes conciliadoras y sin malicia. Sáenz de Santamaría es una estratega brillante que nunca muestra sus cartas y que se dedica a tiempo completo a tener todo controlado en todo momento. Pablo no, pablo es de caño gordo, lo suelta todo de golpe, va tan de frente que no le queda estrategia. Pablo no dismula, es de derechas, lo proclama y hace que el PP lo siga. Con Pablo el voto despistado ya no estará, el que pensaba que el PP es un partido (imputado) de centro ya no lo pensará. El que pensaba que "son buenos gestores y el resto pues me da un poco igual" puede que ya no le dé "un poco igual". Pablo es un elefante en una cacharrería, romperá todo, pero si lo observas nunca te pisará.

Ahora toca ver como evoluciona el partido. La falta de convencimiento democrático le ha llevado a una guerra cainita porque Rajoy no tuvo los santos compromisarios de señalar con el dedo y prefirió irse sin escoger. El PP ahora es más que nunca una familia y el primo Pablo no se habla con la tía Soraya, prefiere irse de cena con la tía Dolores, papá Mariano lee el Marca en el sofá ajeno a todo y el cuñado José María hace lo que puede por malmeter y luego poner paz con cara inocente. El PP está roto y no tardaremos en ver rodar cabezas, y si no ruedan daremos el juguete por perdido.

La gran incógnita es Soraya, ¿seguirá? ¿se irá? Para mi humilde opinión pueden pasar dos cosas y seguro que las dos están rondando la cabeza de la ex-vice: Soraya puede irse del PP con la cabeza alta, retirarse aceptando la derrota y apartarse de la política. La otra opción es aceptar lo que Casado le dé (que será más honorífico que otra cosa) y tratar de hundirlo desde dentro, envenenando su gestión y tejiendo alianzas que hagan caer al presi. Ambas opciones son probables, la primera porque el orgullo de Soraya no le permitiría estar bajo nadie y la segunda porque encaja más con su carácter. Habría una tercera, pasar a segundo plano en el PP mientras va carcomiendo la silla presidencial y luego reaparecería como la salvadora natural (lo que intentó Aznar y le salió mal, vamos).

En todo caso el espectáculo de ver a Rivera y a Casado pelear por quien es más cuñado no tendrá precio.

sábado, 16 de junio de 2018

El etnicismo de las selecciones deportivas

fans
Ya está. Se ha desatado la euforia mundialista y con ella la exaltación de los colores patrios y una furibunda afición por ser testigos de otro momento histórico, otro hito de la humanidad, en la que los nuestros se hagan con el gol de la victoria y alcen el trofeo este de la bola levantado por cuatro-lo-que-sean y que parece más un cucurucho de bola que una copa de algo.

Es curioso pero existe cierta unanimidad en afirmar que el deporte unifica y civiliza y que su difusión tiene un componente de hermanamiento cultural que supera fronteras, escala montañas y vadea ríos que ríete tú los Pizarro, los Livingston o del aficionado ése que dio un pasito en la luna pero no marcó ningún gol y su país nunca ha ganado el mundial oéeeee, oé, oé, oéeeeeee.

Chorradas.

Chorradas y gilipolleces.

Al final (y más en el fútbol) todo se reduce al nosotros contra vosotros, cosa que se contagia a otros deportes en tanto estos den glorias suficientes para poder presumir de las mismas, si no chitón y ese deporte no existe (qué rugby ni qué hípica... ¡¡Iniesta campeón!!). Pero, ¿quién son estos nosotros y vosotros? Pues básicamente quienes se identifican con el equipo en cuestión y no con el otro y viceversa. Y aquí llegamos al tema de esta entrada: ¿cuál es el nexo de unión en el caso de las selecciones? O, incluso mejor: ¿cuál es el sentido de las selecciones deportivas?

Una selección es, por definición, un triaje según un criterio predefinido entre un grupo de elementos. En este caso el criterio es la calidad deportiva (ejem, futbolística) y el grupo de elementos es: los deportistas de este deporte nacidos en el estado/país seleccionador. ¿Y el objetivo? Demostrar que este estado/país tiene mejores deportistas que el estado/país de al lado o del otro lado del mundo. ¿Etnicismo? Claro. Recordemos que es una etnia según la RAE:
 
etnia

Por lo tanto alegrarte de que tu selección sea mejor que la otra no puede si no encerrar un supremacismo racial basado en una endogamia limitada por esas fronteras que muchos llaman artificiales pero que otros claman por cerrar a base de concertinas, minas y escuadrones militares. Curiosamente mayor acerbo hay para con las victorias seleccionales cuanto mayor interés hay en hacer crecer las vallas que nos separan de otros continentes, no sea que la genética se nos vuelva impura y luego la selección se nos resienta.

Ironías aparte, es cierto que la razón de ser de las selecciones es precisamente la de competir los oriundos de un país o de otro según unos estándares establecidos. Parece que hoy en día es algo aventurado ya que poco queda de ese aislamiento cerril que producía ciertas diferencias epigenéticas y/o fenotípicas (si es que alguna vez fueron significativas o decisorias en nada). ¿Pero esto es así? ¿Y qué decimos de Juanito Mühlegg (Muller para los amigotes del bar), Orlando Ortega, Garbiñe Muguruza? ¿O cualquiera de los trece atletas nacidos allende las fronteras del último mundial de atletismo con la rojigualda en la pechera? Aquí se nos cae el razonamiento etnicista y se cuela otro: el estupidicista.

El razonamiento estupidicista nos dice que no tienes ni puta idea de lo que significa la selección, cuál es su motivación, pero que campeones oéeeee, oé, oé, oéeeeeeee. Te representa porque es la tuya, porque eres de aquí, pero las medallas, los trofeos son ganados por un tío nacido en Florida que un día cambió la piscina de continente o un corredor nacido en una isla en pleno mar Caribe y que cambió castrismo por paellas en la costa del sol (malditos comunistas). Te lanzas a la calle con el Yo soy español, oéeeeee, campeóooones, A por ellos y otras frases sesudas que te distraen de la incoherencia de tus razonamientos y que te hacen feliz por un momento. Aunque la última cerveza del bar diga que mañana no tendrás para el autobús que te lleva al trabajo.

Pero venga, que llegamos al tercer acto de esta entrada y aquí está el motivo real de todo y la razón de ser de las selecciones deportivas "nacionales" (sic).

Política.

Sí política.

Leñe, que es política y punto.

Es probable que antes de llegar a este punto el avieso lector esté diciendo para sí algo como qué dice este gilipollas, si yo le he visto defender las selecciones catalanas. Y el astuto lector tendrá toda la razón del mundo, yo siempre he defendido las selecciones deportivas catalanas. Y las vascas. Y las gallegas. Y las aragonesas, canarias, andaluzas y las que quiera cada uno. ¿Por qué? Por política.

Yendo por partes y aclarando primero. Estoy a favor de las selecciones deportivas catalanas (y vascas, gallegas, etc.) porque serían un modo de normalización política en el que estas simplemente son las selecciones de un ente administrativamente autónomo. Nada más. Sólo eso.

¿Y por qué no se permiten? O dicho de otra manera ¿qué cojones intentas decir con todas estas parrafadas? Pues lenguaje soez aparte, la idea que pretendo aportar es que, como tantas otras cosas, el deporte es usado como recurso de alienación para implantar una idea concreta: la indiscutibilidad de la nación como ente autónomo, independiente, inalterable y vinculante. A través del bombardeo, publicidad, promociones, etc., lo que se pretende es que nuestro subconsciente compre la idea de pertenencia a un grupo y que esto está fuera de duda. Se apela a instintos primarios para no pasar por el raciocinio ya que este podría poner dudas, pegas o matices. Con la exaltación de los "valores universales" (ya he dicho que inexistentes en la primera parte de este escrito) se consiguen varias cosas:
  • Pertenencia a grupo
  • Falta de espíritu crítico al propio fundamento del estado
  • Rechazo a quien se desmarca del grupo
  • Visceralidad en la defensa de lo patrio (sea eso lo que sea)
  • Distracción de lo realmente preocupante desde el punto de vista social (desaparecen los desahucios, paro, corrupción, etc.)
Y dicho todo esto. Vuelvo a mi cueva, en la que el mundial es un eco lejano que decido obviar hasta que termine la sinrazón y vuelva a empezar con el siguiente torneo visceral.
 
(Eso si no se produce un milagro y este artículo es leído por más de una decena de personas y alguna se anima a comentar, contradecirme o, incluso, compacederse de quien tenga que aguantarme a diario.)

viernes, 1 de junio de 2018

La jugada maestra de Sánchez

Rajoy no está en su escaño
Rajoy no estuvo pero se le esperaba
Hacía días que quería retomar este blog (y el otro) y tenía pensado sacar algo de tiempo para hacerlo con algún tema un poco ligerito, de los de ir calentando sin demasiada transcendencia... pero la realidad es la que es y manda y no me puedo resistir a escribir mis impresiones y vaticinios sobre lo que acontecerá a la política española de ahora a los diecisiete meses venideros. Y eso que yo quería hablar de Han Solo.

Solo, pero sin Han y sin Chewbacca (creemos) es como debe sentirse M. Rajoy en estos momentos. Uno podría pensar que el Partido Popular le estaría arropando en estos momentos, pero tras pensarlo un poco se da cuenta de que el PP es un nido de víboras cainitas en el que la inmensa mayoría estará tratando de cubrirse bien la espalda y ver a qué árbol toca arrimarse ahora. Sobre todo teniendo en cuenta que el señor Rajoy está completamente amortizado desde el punto de vista político y que su sucesión no está definida. Sucesión que, recordemos, en el PP se elige digitalmente, esto es, a dedo. Sí, parecía claro que a las próximas elecciones Mariano no se iba a presentar pese a decir que estaba muy ilusionado por repetir pero seamos sinceros el próximo ex presidente del gobierno llegaba ya con un desgaste importante tanto en la política estatal como en la internacional. Nunca ha tenido madera de líder ni de estadista y ha mantenido seguidores en su partido porque son unas gentes muy disciplinadas que hacen caso siempre al de la punta de la pirámide sea quien sea, a no ser claro que te llames Soraya o Dolores y quieras aposentar tus glúteos en tan distinguido lugar.

Estaba cantado que la guerra soterrada entre María Dolores de Cospedal, alias la Diferida en Estado de Simulación, y Soraya Sáez de Santamaría, alias la Yanopuedopresidirmáscomisionesgabinetesdecrisisnihacermástrabajossuciosporquenomedalavida, iba a estallar en cuanto se abriera la puerta a la búsqueda de sucesión de Rajoy. Sí, Soraya está muy bien posicionada y es la mano derecha de Mariano y la que le susurra al oído las políticas a aprobar. También es cierto que se ha dedicado a colocar en lugares estratégicos del partido a coleguitas que le pueden dar un empujón en cualquier momento mientras que la Cospe no ha tenido la misma oportunidad, aunque puede tirar de quienes tienen inquina a la vicepresidenta (no pocos) para hacerse con la capitanía de la gaviota azul. Como decíamos la guerra se iba a desatar en cuanto Rajoy diera un paso atrás y dudara sobre su sucesión, La cuestión es que ahora, de salir todo como parece, el PP tiene mucho tiempo para aclarar cuestiones de forma disimulada y aparecer en las próximas elecciones completamente renovado. Y venga, me mojo, las elecciones serán en octubre o noviembre de 2019. En estas elecciones habrá caras nuevas (o no tanto ¿verdad, Pablo Casado? pero sí algunas conocidas cambiarán de destino para lavar la imagen del Partido (ejem, Rafa Hernando) y tratar de recuperar la masa votante que ha decidido teñirse de naranja y buscar en otra derecha sin complejos que hasta hoy se las prometía muy felices pero que seguro que también han temblado mientras se sujetaban los tobillos muy fuerte sentados en un rincón.

Porque no debemos olvidar que todo esto ha saltado por los aires porque hay una sentencia que dice que el PP se ha lucrado gracias a una estructura corrupta y corruptora y alguien ha decidido que es hora de dar un golpe en la mesa y coger el timón porque nunca iba a estar mejor la opinión popular.

Las sorpresas

 Si algo ha caracterizado a esta moción de censura es su velocidad, pim pam, una semanita y la tenemos presentada, negociada y votada. si fuera reina sería La veloz, y sin serlo también lo es (toma frase). De hecho la primera sorpresa que podríamos apuntar es su propia presentación.

Muchos ya ni nos acordábamos de que había alguien llamado Pedro Sánchez al frente del Partido Socialista Obrero Español o incluso que el propio partido estuviera algo menos que aletargado en una especie de autocomplacencia en la que se seguía viendo a sí mismo como el partido hegemónico de la izquierda, referente de la progresía y representante de la mitad de la población (la no pepera, claro).

Sánchez ha despertado como decimos y ha conseguido el apoyo incondicional de varias formaciones sin recibir nada a cambio puesto que no ha habido tiempo de negociación. Bueno, vamos a parar un momento... Yo, y tú tampoco, no me creo que no se haya negociado nada y que se haya brindado una carta en blanco al PSOE, sin que este haya anunciado programa, equipo de gobierno ni otras bagatelas que suelen ponerse sobre la mesa cuando uno quiere que le voten quienes no quieren votarte. Es evidente que ha habido contactos, promesas y negociaciones de "buena voluntad" entre las bambalinas, lo realmente extraño habría sido que no, pero sí que es cierto que no ha habido una gran negociación con nadie. No se podía.

Es por todo ello que las posiciones a favor de la moción de las diferentes formaciones hay que enfocarlas más dentro de una responsabilidad ante la oportunidad de mandar al gobierno del Partido Corrupto a Título Lucrativo (juez dixit) a un inmerecido descanso que en un cálculo electoral puro. Ciertamente esta cuestión (el sentido de estado) saldrá en las elecciones municipales y autonómicas del año próximo, es impepinable.

Una formación como Unidos Podemos, con toda la complejidad que tiene tal estructura de partidos en equilibrio dentro, apoya sin ambajes la moción. ¿Por qué? Porque ahora asume que no puede gobernar, el tiempo de intentarlo no es este, y el PSOE le ha comido la tostada presentando la moción primero, esto está más claro que un día de verano en el polo norte. Iglesias necesita dejar de ser el foco unos días y le viene bien ponerse a la sombra de Sánchez mientras los estertores del caso chalet se van extinguiendo. Lo que no sabemos es cuantos miasmas habrá removido el tener que acercarse al partido de la rosa (que suele repartir claveles) tal y como decía ese errejonismo castigado a jugar a las autonomías, lejos de la política de mayores. En todo caso, las medallas caerán sí o sí. Caso similar es el de Garzón y el resto de partidos de la coalición. El protagonismo nunca fue suyo, puede que por capacidad de atracción de mass media o puede que fuera porque nunca quisieron el protagonismo, sólo los resultados. El caso es que apoyarán por coherencia, porque hace un año ya presentaron una y no apoyar esta quedaría feo.

La otra incertidumbre aclarada en poco tiempo ha sido la postura de ERC y PdCAT. Ambos apoyarán la moción para que el PP abandone el gobierno. No lo hacen porque prefieran al PSOE, no. No olvidan que el PSOE apoyó la aplicación del 155, que algunos de sus barones jalearon con el A por ellos pidiendo más mano dura contra quien osara votar y tampoco olvidan las pocas veces que Pdro Snchz asomaba en Twitter criticando a diestro y siniestro la política catalana (la que casi manda al PSC a mirar pero no tocar). No se olvidan de ese Rodríguez Ibarra que este mismo lunes, en una entrevista radiofónica, manifestaba que recibir el apoyo del separatismo era condición suficiente para olvidar la moción y que "el secesionismo le preocupaba más que lo que lo que hubiera robado el PP". No, aquí hay que poner de manifiesto la responsabilidad de ambos partidos en el desalojo de La Moncloa y aledaños de un partido altamente dañino para la democracia, que ha creído que todo era suyo y ha manipulado a jueces, fiscales y alto funcionariado para beneficiar a los bolsillos de sus amiguetes y a los suyos propios el beneficio cuanto más mejor para ellos y peor para el resto. ERC y PdCAT han demostrado que pese a no querer permanecer en España su política no les es indiferente y que ladrones y sinvergüenzas fuera de las instituciones (excepto de las penales), ¡hombre ya!

Y aquí tenemos a la última sorpresa, la que lo ha sido de verdad: el PNV. El PNV empezó el año reprochando al gobierno el 155 y recuperando la parte del nacionalismo vasco que había guardado en el cajón los últimos tiempos. Los de Urkullo, vamos. Pero cuando ya casi estaban en un pedestal, sacaron el democratacristiano liberal que tenían dentro y apoyaron al PP con sus presupuestos salvándoles el año y salva sea la parte. Política de peix al cove se llamaba con Pujol, consiste en amagar con ser muy duro, enseñar la patita soberanista y poner la mano. Cuando algo suculento cae en forma de transferencias de competencias, de mejora de trato fiscal o traspaso impositivo, se guarda la susodicha patita y a por otra negociación. Bien, cuando el PNV estaba en el ojo del huracán vasco (lo digo porque le estaban dando por todas partes) y habían acordado con el PP el apoyo en los presupuestos vascos, va Pedro y la lía poniéndolos en el brete de elegir entre los votos del PP en Ajuria Enea y otro chaparrón por mantener a Rajoy en el cargo con todo lo que ello implica. El PNV que otra cosa puede pero tonto no es, se marca un CiU y se pone el mundo por montera y apoya a Pedro Sánchez en su aventura.

Voy a hacer un aparte para explicar al profano lo de marcarse un CiU. Resulta que CiU era la repanocha hegemónica en Catalunya, pero papá Pujol decidió retirarse y su delfín no daba tanto el pego con lo que empezaron a perder votos. Luego alguien se fue de la lengua y cayó el tramoyaje que ocultaba los casos Palau, 3%, ITV y un largo etcétera que demostraban que sus bolsillos siempre salían ganando, al contrario que votos, que los seguían perdiendo. Para evitarlo dieron un giro y dejaron de ocultar a los independentistas que en ella militaban, Mas dijo aquello de "la casa gran del catalanisme" y así dejaron de perder votos. Más tarde se hizo necesario refundar el partido, partir peras con las viejas glorias y comenzar de cero. Con todo esto no quiero decir que el PNV esté metido en casos de corrupción o que deba refundarse. Lo que quiero decir es que el PNV, que no son nuevos, veían que en Euskadi no se entendió su apoyo a los presupuestos, menos después de despertar esperanzas al soberanismo vasco con su ataque al 155. Tampoco se le escapa que la (feliz) disolución de ETA blanqueará a formaciones como EH Bildu y todo el independentismo vasco que rechazaba la vía armada deje de votar PNV y pase a votar Bildu sin miedo a apoyar lo que no se debe (y no me digáis que Bildu no es ETA, lo sé, pero en el imaginario de mucha gente sí lo es y siendo independentista no votaba a Bildu). Con lo que era preciso un golpe de efecto que recolocara su posición en el País Vasco y, por lo tanto, mantuviera su nivel intelectual otro ratito más.

¿Y Ciudadanos?

Pues Ciudadanos se ha pegado un morrazo de padre y muy señor mío, no puedo evitar la sonrisa al escribir esto... Empecemos por lo que no ha pasado: C's no ha presentado ninguna moción de censura ni ha tratado de ejercer presión ninguna contra el PP. La estrategia naranja siempre ha sido de cortinas de humo, grandes teatros y sacar rédito de ello y como hay mucha gente que se lo traga (yo no lo entiendo) iba viento en popa en las encuestas. C's creyó que tenía la sartén por el mango y sabía que la ocasión la pintan calva. Si presentaba una moción serían los salvapatrias molones que creen ser y convocarían elecciones que esperaban ganar. Como la moción es de Pedro no rascan réditos sólo apoyando con lo que hacen cálculos y creen que el PNV no pactará con el PSOE, así que tienen que contribuir a decaer la moción y luego presentar la suya esperando que el PSOE, por coherencia, la apoye. Pero como EAJ-PNV nos ha pillado a todos con el paso cambiado, la moción no decae y deben elegir entre ser los segundones de los segundones de Sánchez o tratar de salvar muebles haciendo olvidar esta moción y atender la suya que es más molona y les da para más. Como para esto último es necesario que decaiga la moción pues ya tenemos a C's apoyando al PP ergo defendiéndolo. Y todo porque C's, como otros, sólo es demócrata si tiene mayoría absoluta y puede "negociar" obligando a ceder al resto. Para todo lo demás bilis y espumarajos por doquier (¿se nota mucho que no me son simpáticos?).

Con todo esto la espuma que ahora los eleva en las tablas fácilmente se deshará o, al menos se ralentizará y dejarán de fichar mentes despistadas del centro-izquierda como votantes.

¿Y la jugada genial? Que hay que sacártelo todo...

Seguro que recordamos el culebrón Sánchez en el que, entre pizzas y no es no (o sí), éste fue defenestrado de la secretaría general para luego ganar las primarias en un esfuerzo épico. Bien pues, como ya he dicho antes, Pedro andaba desaparecido. No es diputado, no aparece en la tele, los mítings no pueden estirarse tanto y los actos de partido son limitados. Sumemos a esto que las baronías estaban buscando la manera de devolverlo a su casa y tendremos a un Pedrito caminando por la cuerda floja, sin afianzar liderazgo y afrontando una sangría de votos hacia el morado (frenando ya) y hacia el naranja (un 8% según el CIS). Entonces se abren los cielos y a Pedro se le ocurre aprovechar la sentencia gurtelina para tomar protagonismo de nuevo y ver qué pasa. Lo que pasa es que recibe el apoyo de todos los partidos con representación excepto el PP por razones obvias y C's también por razones que ya he explicado y este viernes si nada pasa (al momento de escribir esto aún es de madrugada y no hay nada en firme) Pedro será presidente y se trasladará a La Moncloa.

Aparte de lo evidente Pedro obtiene más beneficios de la situación:
  1. Afianza su situación en el partido y acalla las voces críticas.
  2. Se asegura su candidatura en las próximas elecciones, porque, sí es secretario general, pero Susana es Susana...
  3. Coloca al PSOE de nuevo como opción de gobierno justo antes de un año electoral municipal y autonómicamente.
  4. Controla los tiempos de la convocatoria de elecciones al gobierno.
  5. Detiene el trasvase de votantes a otras formaciones.
Probablemente todo haya sido una coincidencia feliz para Pedro que, probablemente, sólo veía la moción como una oportunidad de salir en la prensa y recuperar parte de su imagen, al menos un tiempo. Ahora le tocará gobernar, cosa poco fácil si tenemos en cuenta la aritmética, pero algo factible para las organizaciones que se creen la democracia de verdad y son capaces de llegar a acuerdos negociando y cediendo. Lo que creo tener claro es que tampoco llegará a 2020 con esta legislatura, antes habrá elecciones y serán cuando el PSOE calcule que está en máximos de nuevo.

Ilusiones me hago pocas, pero peor que con Mariano no estaremos, seguro.

(Como véis no he dicho nada del hecho de que Mariano se ha refugiado en un restaurante tooooda la tarde en lugar de ir al congreso que es donde se supone que debería haber estado en caso de tener decencia.)

domingo, 20 de agosto de 2017

#Barcelona

Skyline Barcelona
Negativo de una ilustración de Michael Tompsett


He querido esperar unos días antes de escribir esta entrada. Me he dicho a mí mismo que era para poder tener las ideas más claras y la cabeza fría. La mente la mantengo calmada al empezar a escribir estas líneas, pero sigo sin tener las ideas claras. No consigo tener claro el objeto de este escrito, no sé qué reflexión o qué sentimiento quiero transmitir ni cual es el objetivo por el que, tras bastante tiempo, me siento ante el teclado y resucito una vez más este blog.

Es un momento de sentimientos encontrados. Por un lado está la cercanía y el encontronazo con la realidad que nos proporcionan los sucesos como este atroz atentado que nos ha golpeado este pasado jueves y por otro están las diferentes reacciones de la sociedad, las fuerzas del orden y las instituciones. Que nadie me malinterprete, el atentado es atroz por el mero hecho de serlo no por haber sido cerca ni por haber afectado a gente que conocemos. Todos los atentados lo son, no tienen más lógica ni sentido que el pretender aterrorizarnos y que dobleguemos cuello y rodilla ante quienes pretenden tener razón por la fuerza. Pero sobre todo quiero pedir disculpas por titular esta entrada como #Barcelona , no me he olvidado de Cambrils, ni de la gente que allí dejó su sangre y sus ilusiones, simplemente es la inercia de una relación complicada que mantengo desde hace muchos años con mi ciudad natal.

Podría decirse que esta complejidad nace de mis dos aproximaciones a la propia ciudad y de las vivencias que allí se dieron junto al alejamiento más o menos forzoso que mantengo en la actualidad. El primer acercamiento, como no podía ser de otra forma, se dio un mes de junio de mediados de los setenta. En una tarde que imagino ya calurosa nací en uno de los barrios periféricos de la ciudad condal. En aquella época, mi primera infancia, Barcelona me era extraña, lejana, precisamente por haber nacido en esa periferia que era Sant Andreu del Palomar, un barrio que se resistía a serlo, un barrio en el que mis mayores y sus vecinos vivían como en un pueblo. Un pueblo en el que las noches de verano eran de sillas en la calle, de tertulia vecinal y, en la calle en la que vivió casi toda su vida mi abuela, las verbenas en las que los vecinos, una vez al año, pedían el correspondiente permiso, cerraban la calle y disponían largas mesas en las cada uno aportaba lo que quería y hasta altas horas niños y mayores hacíamos vida de pueblo en la gran ciudad. De aquella época resuena todavía en mis oídos una frase que mi padre repetía cuando debíamos ir al centro a algún recado "Vamos a Barcelona", no nos íbamos al centro o tal barrio o cual calle, no, nos íbamos a Barcelona. Auténtico espíritu de resistencia ante la gran urbe.

Durante esta época, que duró hasta mis seis años, no conocí más Barcelona que la que conoce un turista, los misterios de la ciudad, el chabolismo, la droga incipiente y los circuitos musicales alternativos me eran ajenos por cuestión de edad. Mi vida era una burbuja y nunca me consideré ciudadano de esa ciudad. Aún hoy, al revelar mi lugar de nacimiento, me reservo el Barcelona para los foráneos, a los de mi tierra les sigo respondiendo Sóc de Sant Andreu.

La siguiente fase de mi vida se desarrolla en el cinturón industrial de la ciudad condal, un Vallès industrializado en el que los escasos veinte kilómetros de carretera serpenteante dividen el mundo de la gran capital de otro que ha perdido la vida rural a duras penas. Barcelona era entonces la metrópoli. Era donde ibas a comprar lo que no había en el pueblo, donde las avenidas eran anchas y donde te sentías un extraño. Un extraño que también eras en tu pueblo porque, a diferencia de todos tus amigos, tú habías nacido en esa capital lejana y eso en los ochenta era mucho. Era mucho porque la Barcelona que nos llegaba por los medios era la Barcelona guapa, la Barcelona de diseño, la cosmopolita y
Barcelona, més que mai
vanguardista, pija y sofisticada de la gauche divine, alejada de la miseria y la pobreza que iba empujando hacia pueblos cercanos como Montgat, Llefià o Sant Adrià del Besòs. El campo de la bota ya no existía, las últimas barracas ya no estaban, el Vaquilla hacía películas desde la cárcel y el sueño olímpico se iba extendiendo. Pero seguía habiendo miseria, droga y marginación bajo las baldosas exclusivas de las aceras. Pero no salía en los medios, medios que eran tres periódicos de gran tirada y alguno pequeño y la televisión que estrenaba canal, otro canal en el que lucir hombreras y una ciudad abierta al mundo, amigable con el turismo que ya casi era de masas pero no lo sabíamos. Eso sí, el turista debía ir del puerto a Plaza Catalunya por el centro de las Ramblas, sobre todo no pisar ninguna calle aledaña excepto la calle Ferran, aún no estaban domesticadas y el barrio chino era lo que es ahora una gran parte del Raval o del barrio gótico, el basurero en el que se perdían yonkis y alternativos varios. Barrios en los que las litronas y las jeringuillas amanecían en los rincones donde la basura se confundía con borrachos dormidos en el suelo. El ayuntamiento limpiaba, limpiaba lo que la gente veía por la tele y por donde debía pasar el turismo. El resto no lo veíamos.

Es curioso como hay cosas que cambian y otras no. Si miro hacia atrás veo estos barrios y los veo como estaban, sucios, con vecinos sonrientes, de toda la vida, entre otros vecinos que estaban de paso y, si podían, salían con más carteras en el bolsillo. La delincuencia siempre fue un problema, pero por aquel entonces era patria, sin inmigración relevante. La marginación y la pobreza no entienden de naciones e identidades.

Y es aquí donde llegamos a mi segunda aproximación a mi ciudad. Volvía al origen, volvía de alguna forma a casa con dieciocho años recién cumplidos y volvía con el ansia y la ilusión de quien llega a un sitio nuevo, con grandes oportunidades. Craso error. Aterricé en una Barcelona aún más periférica, en barrio obrero de los olvidados por ese ayuntamiento ya post olímpico que mantenía un aroma de suburbio que luego pude identificar como autenticidad. Llegué a un Nou Barris cercado por barrios conflictivos, donde según a quien veías era mejor cambiar de acera o agachar la cabeza, donde era mejor dar un rodeo que meterse en un parque por la noche y pasar cerca de ese grupo de jóvenes sentados en un banco fumando y bebiendo.

Esta segunda vez Barcelona me asustó. Nada de lo que veía en la calle era lo que se vendía al exterior. El cosmopolitismo era una inmigración sin integrar del todo, las drogas y el alcohol estaban dentro de los institutos, la suciedad era la norma y la policía algo que pasaba lejos dentro de un coche sin pararse. Más de una y más de dos navajas vi, ninguna directamente contra mí aunque avisos recibí. La delincuencia estaba a la vista, la falta de inversión... Hasta que lo vi, hasta que me di cuenta: Barcelona no era una gran ciudad, era una ciudad grande y lo idílico no existía, existía la realidad. La realidad de unos barrios que también vivían en la calle, vivían en los conciertos de fiestas mayores, en los movimientos vecinales que luchaban y conseguían mejoras para todos, en las asociaciones que mantenían a la gente mayor alegre y a la menuda ocupada con actividades. Había suciedad sí pero porque el barrio era gris y había nacido en una época gris. Había droga sí, era el signo de los tiempos, y ese grupo de jóvenes que bebía y fumaba en los parques sólo bebía y fumaba en los parques, rara vez te decían nada y la alarma social de violadores y exhibicionistas... bueno, de eso sí hubo y casos sonados que aún restallan cada vez que alguno obtiene la libertad.

Debo decir que Barcelona se me abrió y pude iniciar esta relación de amor odio con ella. Barcelona era la ciudad donde todo era posible, donde existían todas las tiendas y museos posibles y donde un chaval de dieciséis años podía hacer negocio en el instituto vendiendo droga. Era la ciudad que te ofrecía todos los conciertos posibles y la ciudad donde tenías que vigilar constantemente los bolsillos. Era la ciudad que despertaba y era solidaria, la ciudad que ganaba espacios verdes y la ciudad en la que podías conversar con alguien mientras paseaba con la jeringuilla colgando (hecho real que otro día contaré). Me dí cuenta de que Barcelona era una ciudad de contrastes, bulliciosa y ocupada, culta y diversa. Gris y contaminada, combativa y reivindicativa. Fue entonces cuando empecé a disfrutar de verdad la ciudad que me vio nacer, cuando fui consciente de que los siete infiernos de Dante estaban ahí y de que ninguno era del todo real. Barcelona se convirtió, finalmente en mi ciudad. Admiré la Barcelona modernista más allá de Gaudí, la que se escondía en las calles de Ciutat Vella, la de tiendas pequeñas y olvidadas y la de la gente que vivía sin preocuparse de lo que hace el vecino y se divierte como si no hubiera un mañana. Esa Barcelona que vivía todas las vidas cada noche de cada día.

Flor de BarcelonaHasta que llega la tercera parte, el alejamiento. Vicisitudes de la vida me llevan a trescientos kilómetros de mi casa, donde debo construir otra casa, y es allí donde crece el amor-odio anterior. Ahora puedo comparar, puedo contrastar otra ciudad, otro urbanismo y otra forma de vivir la calle y en eso Barcelona gana en unas cosas y pierde en otras. Me doy cuenta de que Barcelona es una ciudad dura para vivir, es cara, contaminada y todo está lejos. Los transportes no funcionan como debieran y el ruido es ensordecedor, pero al mismo tiempo en Barcelona puedes encontrar todo lo que necesites, tienes todas las posibilidades de ocio que puedas imaginar, el trazado del Eixample (que ha ido permeando a toda la ciudad) es una puta genialidad, que la gente que vive y se ignora es la que mueve hacia la solidaridad y la integración. Echas de menos a los taxis amarillos y negros, a los autobuses rojos de día y amarillos de noche y te das cuenta de que hasta las baldosas son especiales, que el mundo está entre las calles y de que no hay nada imposible en Barcelona. Esa Barcelona que el viernes se enfrentó al odio y redujo a los fascistas que quisieron dar un discurso de odio. La Barcelona de la tolerancia, de la rambla del Raval y la Barcelona del gayxample que ya no mira tanto si la bossa sona. Hoy es una Barcelona que mira de tú a tú al mundo, que es ejemplo de militancia, de integración y de movilización. Una Barcelona capaz de lo mejor y de lo peor. Capaz de mantener aún bolsas de marginación, destellos de un pasado lúgubre y de cobijar curruptelas y corruptores, de mantener corruptos y bajomanos entre espíritus libres y modernos.

Aunque quizá todo sea porque al fin y al cabo es mi ciudad y una pequeña parte de mí no ha renunciado aún a volver a dar con los huesos en ella.
Panorámica nocturna de Barcelona
Panorámica de Rodrigo Gómez

viernes, 14 de abril de 2017

Por qué la repúbllica es más democrática que la monarquía

bandera republicana
Es habitual que en un día como hoy, al manifestar nuestro apoyo a un régimen republicano haya alguien que nos pregunte que qué tipo de república o si esta monarquía que vivimos no es suficientemente democrática. Valga decir en este caso que la diferencia, única, entre monarquía y república es simplemente como se elige al jefe o jefa de estado, como elegimos a la máxima representación y, además, cómo se le controla. Huelga decir que no es lo mismo la república de los Estados Unidos de América, la de Irak o la de Rusia (por poner tres ejemplos) o que no es lo mismo la monarquía española, la británica o la saudí, por poner otros tres. Cada una tiene sus diferencias, sus problemas y sus ventajas pero hay una cosa en común: la jefatura del estado se gana en unas elecciones, no saliendo de una vagina predeterminada tras la entrada de semen real (real de realeza, claro).

Dejemos aparte repúblicas de estados fallidos (o en proceso de fallo) y veremos que hay una cuestión no poco importante que ya hemos apuntado: para ser máximo representante de un estado hay que ganar unas elecciones, para lo cual hay que presentarse y ser elegido en un proceso previo, normalmente dentro de un partido político determinado, luego presentar un proyecto y luego que la ciudadanía lo avale en un proceso electoral. Por si fuera poco, aún con figuras tan vergonzantes como los aforamientos, el presidente de un estado está supeditado a la ley siempre y en todas sus formas sin discusión. Quizá podríamos encontrar excepciones en las que en estado de emergencia se den más o menos poderes, en los que el ejercicio de las responsabilidades tenga una regulación más o menos detallada, pero en todo caso los tribunales pueden pedir explicaciones y por ende la ciudadanía (hablamos de nuevo de países civilizados, no nos confundamos). Luego, claro está, pasado el período de mandato un nuevo proceso electoral nos revalidará el mandato o no.

Por otro lado ser monarca suele significar que has nacido en el seno de una familia determinada, elegida, y que se te ha designado para tan alta labor (o puede que un dictador de voz atiplada te haya elegido por ser simpático y lameculos, como con Juan Carlos I rey de España y Franco). en todo caso tu valía personal no tiene nada que ver con el proceso electivo lo que ya nos sitúa lejos de la ansiada democracia, y si encima hay ley sálica de por medio resulta que la discriminación femenina es un hecho indefendible, pero recuerda que nos encontramos ante una institución anacrónica por lo que debe ser coherente. El resto es fácil de deducir, el cargo es de por vida por torpe que seas, no tienes responsabilidad penal porque se extiende la irresponsabilidad penal en las funciones a los quehaceres cotidianos, véase los negocios del rey emérito, y el halo de intocabilidad con el que se contagian hermanas, cuñados y secretarios varios.

manifestación republicana
Manifestación de Zaragoza en 2014
Por lo tanto y para resumir, república es elegir al máximo representante en elecciones, cambiarlo en la siguiente tanda electoral y juzgarlo si es preciso; monarquía es tragar con el que viene y encima jalearlo por sus desvelos para con sus súbditos.

A mí no me pillarán.

SALUD Y REPÚBLICA

miércoles, 8 de marzo de 2017

Soy feminista

Feminismo
Hace días que ando decidiendo si colgar este post o no. Todo a raíz de un encendido debate que pude leer en la cuenta de un conocido en una famosa red social. En este debate había mujeres que cuestionaban la idoneidad de que un hombre alzara voz propia en favor del feminismo. Según esta persona la tarea de los hombres debía limitarse a repetir las consignas y a apoyar la lucha de las mujeres que sí eran las legitimadas para ello. Argumentaba, además, que el mero hecho de ser hombres nos situaba en la zona del enemigo y parte del patriarcado culpable por lo que nuestras aportaciones no eran bienvenidas. Quizá el debate se encendió demasiado y quizá o bien la chica en cuestión no se explicaba claramente o yo no fui capaz de comprenderla porque tales conclusiones no hicieron más que dejarme descolocado. Súmenle a esto unos vídeos de recientes movilizaciones en Argentina en las que a un reportero se le invita a salir del meollo de la concentración por el mero hecho de ser hombre. Desconozco si el vídeo estaba manipulado o si estaba afectado de sesgo pero ayudó a plantearme si este ocho de marzo debía mantener el perfil más fino que de habitual, pero entonces he recordado a multitud de mujeres feministas, he recordado actitudes y he recordado realidades, pero, sobre todo, he recordado lo que significa ser feminista.

El feminismo, desde mi humilde punto de vista es lo opuesto al machismo, sí lo he dicho bien, ya sé que suele decirse lo contrario. Dejadme explicarlo: El machismo propugna que uno de los dos géneros es superior a otro. El machismo presenta unas "certezas" científicas y unas "evidencias" históricas que respaldan la existencia de un sexo débil y de otro dominante de pleno derecho, en este caso que el "género superior" sea el masculino para mí es casi anecdótico, es porque el perpetrador "intelectual" pertenece a este género. Por lo tanto si el feminismo es lo opuesto significa que ambos géneros (por ser tradicional y obviar aquí el debate de si hay más géneros que puede ser complejo) son iguales; iguales en capacidades y en potencialidades por lo que deben serlo en oportunidades, derechos y obligaciones. Hombre y mujer no pueden estar socialmente separados ni uno encima del otro, esto es el feminismo, ¿sencillo no? pues aún hoy hay quien saca a pasear el "igualitarismo" y se queda tan ancho, no ha entendido la jugada.

Pero no desviemos el tema con lo obvio. No es necesario recordar que es algo de justicia y que no tiene que ver con el ratio mujer-hombre, si hubiera sólo una también sería de justicia. Tampoco voy a repetir reflexiones, datos o estadísticas que seguro en otras partes que hoy publiquen gozan de mayor legitimidad. Hay algo que solemos dar por supuesto y que a mí, como seguro a muchos otros, me ha pasado y como este es un blog personal voy a hablar de mí.

Pertenezco a una generación, la de mediados de los setenta, que creció en colegios públicos mixtos, con profesores y profesoras, viendo a políticas dirigir ministerios y observando a mujeres desarrollar los más diversos oficios sin que nadie de mi entorno dijera nunca, o al menos nunca fui consciente, que por ser mujer se fuera menos. Fue algo más tarde que me fue evidente el machismo imperante, los desnudos gratuitos del cine de destape, que las mujeres triunfadoras lo eran por un esfuerzo sobrehumano propio, que el techo de cristal existía y que estaba muy bajito. Fue cuando me dí cuenta de que en la televisión siempre estaban supeditadas al presentador masculino y que en las empresas estaban siembre por debajo y en puestos de menos enjundia. Aún tardé un poco más en darme cuenta de que había trabajos de hombre y trabajos de mujer; que el hecho de que las mujeres no hicieran la mili no era un privilegio si no discriminación y que lo de las mujeres florero era mucho más que una expresión curiosa.

Mi primera reflexión parecía natural, el machismo tenía los días contados. Eran tiempos felices en los que en mi entorno nadie discriminaba, en los que no se cuestionaba el trabajo de nadie por ser de un género u otro y en el que los telediarios no abrían con la noticia de un asesinato de una mujer a manos de su pareja o ex pareja. No, de eso no se hablaba, si acaso de vez en cuando algo se decía pero se aventaba con un algo habrá hecho o un la culpa es de ella por aguantarlo y todos tan anchos. En esos momentos pensé que cuando nuestra generación llegara a las cimas del poder, cuando mandáramos el machismo se habría extinguido. Nosotros (y nosotras) valoraríamos el trabajo de cualquiera por sus méritos y no por su sexo, valoraríamos la capacidad de hacer algo o la incapacidad de no hacerlo y sí, ninguna mujer aguantaría a un hombre que le pusiera la mano encima porque mi generación ya no era de esos. Éramos los que no ayudábamos en casa porque las tareas eran de los dos, habíamos roto el yugo del trabajo doméstico a cargo de las madres y sabíamos que los padres lo éramos para todo y no sólo para ser el padre de familia que viene del trabajo, exige la comida y se va al bar después de decir a toda la familia lo que debe hacer. Nuestra generación venía limpia de culpa y limpia de pecado, en igualdad.

Pero la edad adulta te da una bofetada con sólo abrir los ojos. Los sueldos de las mujeres son más bajos y no sólo porque siga habiendo techo de cristal, que también. Seguimos con el destape desigual, aunque ahora es yanki, las tareas domésticas siguen estando mal repartidas (y aquí reconozco mi comodismo atávico sin segundas lecturas), y seguimos sorprendiéndonos con mujeres camioneras, agricultoras, policías y albañiles. Seguimos pensando en que la compra la tenemos que llevar los hombres por educación y que las mujeres son insoportables, sobre todo esos días. Aún hoy el 98% de la reducción de la jornada laboral la solicitan mujeres y como mejor están los hijos es con su madre. Seguimos casi igual en muchas cosas y ya hemos dado el relevo generacional. Pero lo más triste es que seguimos matando a nuestras mujeres.

Podríamos debatir si todas las muertes son violencia de género o si responden a simple violencia. Podríamos debatir si la violencia es de género porque también se da en parejas homosexuales o si el fenómeno es más amplio porque se da entre generaciones, pero lo cierto es que este año han muerto veinticuatro mujeres a manos de sus parejas o ex parejas, veinticuatro asesinatos en poco más de dos meses que no pueden dejarnos indiferentes. Asesinatos que no son todos en generaciones mayores a la mía, ni siquiera la mayoría. Y lo triste es que cada vez los malos tratos se dan en parejas más jóvenes, la denigración, la posesión y las violaciones se dan cada vez en edades más tempranas. No pienso entrar en si el clima general es de violencia y es el entorno en el que hay que circunscribirlo y explicarlo. No pienso hacerlo porque por lego carezco de recursos y elementos de juicio, pero lo que no se me escapa es que los malos tratos, los tratos vejatorios, las violaciones y los asesinatos de mujeres en definitiva, se dan por una sensación de posesión, de superioridad. Y esto es un paso atrás devastador para nuestra sociedad y hablamos de toda Europa. Esa Europa que nos parecía tan moderna y avanzada el aquel 1986 pero que hoy nos trae a Janusz Korwin-Mikke y sus comentarios machistas en un vacío parlamento europeo. Parlamento vacío precisamente mientras se debatía la brecha salarial entre hombres y mujeres.

Podría seguir hablando de personajes que pululan hoy en día, youtubers que hacen gracia y pretenden sentar cátedra de cuñadismo con manotazo en la mesa y machirulismo "simpático" de andar por casa. Desgraciadamente estamos peor que hace unos años, quizá por la falta de valores de unas generaciones tocadas por la crisis económica o por la viralidad imperante actual que impide el reposo necesario para la reflexión. Lo que sí está claro y debe quedar claro es que el machismo no es un problema de las mujeres, es un problema de la sociedad y no sólo porque todos los hombres seamos hijos de mujer, algunos seamos padres de mujeres y una parte seamos pareja de mujeres. Es por justicia, es por derecho y es por naturaleza. La misma que nos demuestra día a día que las diferencias entre un hombre y una mujer son físicas y pocas, que estas se circunscriben al aparato reproductor y que a veces ni eso porque hay mujeres que nacen con cuerpo de hombre y hombres con cuerpo de mujer. La igualdad, el feminismo, es la única forma de construir una sociedad mejor. Porque ser feminista es defender que las mujeres son iguales pero ello implica que defendamos que los homosexuales y los heterosexuales somos iguales y que ser transgénero no es una enfermedad. Ser feminista es creer en una sociedad mejor y que seremos capaces de alcanzarla, sólo hay que quererla y desterrar las ideologías de odio y separación.
Igualdad

P.S. → Os dejo, y saltándome mi costumbre de no poner enlaces, una entrevista que el buen amigo Àxel Monfort hizo a Begoña Marugán sobre el feminismo.


domingo, 30 de octubre de 2016

Ahora voy a crearme enemigos: lo del PSOE es democracia

Voy a intentar crear un post cortito, sin fotos y sin demasiada palabrería para poder captar el momento.

Lo que ha hecho el PSOE es normal en democracia

Ala, ya está, ya lo he dicho. Llevo todo el día oyendo (y leyendo) sobre la gran traición socialista pero en la mayoría de casos quien se queja no es militante de este partido si no de otro y eso me lleva a pensar, de nuevo, en la pequeña cultura democrática que tenemos incluso para aquellos que defienden una mayor democracia.

Vayamos por partes.

Cuando hablamos de traición debe haber un compromiso previo roto por una de las partes, la traidora. El compromiso previo del PSOE era para con su militancia, ¿y en qué se había comprometido? Pues entre otras cosas a cumplir su programa electoral,
  • y a no investir a Mariano Rajoy como presidente
  • y a desalojar al PP de las instituciones
  • y a derogar lo malo del PP y a legislar para los... bueno, que lo del programa...
 Pues lamento decir que no exactamente, estas dos primeras afirmaciones son perogrullo inherente a la carrera electoral. Nadie, ni siquera el Partido Independiente de Zarzaparrilla del Monte, caso de existir, se presenta a las elecciones para no ocuparlas o para ser alternativa de gobierno, otra cosa es lo que la realidad imponga o nos haga preveer. Que si ganaba el PSOE el PP dejaba el gobierno era lo obvio, que si ganaban investirían a Sánchez igual.

Entonces ¿qué queda? Pues queda la rabia de la hostia pegada en las dos contiendas electorales, queda el compromiso de Sánchez del "No es no" y la dura pugna con Podemos para ocupar esa socialdemocracia huérfana porque los de la izquierda se han mudado al centro-derecha y los que no son de iquierdas ni derechas andan dando círculos a ver si la rodean para que se crea conquistada. Al pegarse el talegazo la militancia del PSOE naturalmente quedó tocada y descolocada, es lo que pasa cuando pierdes y creías que podías ganar, es normal, nos ha pasado a muchos (al algunos muchas veces) pero la forma de sobreponerse y sobrevivir es adaptarse y ante eso el partido podía hacer una sola cosa de varias formas, esto es, aliarse con alguien (porque lo de autoostrazarse de descartó de entrada).

La otra parte

Aquí el problema es con quien se alía uno. Ciudadanos queda descartado, ya se probó y ahora se ajunta con el PP, difícil será que cambie de pareja a estas alturas. Podemos se descarta porque nos quiere quitar la silla, la mesa y el mantel, acabáramos ¿¡qué haríamos entonces con las migas!? ¿dónde nos las comeríamos? IU ya no es opción porque se junta con los de morado aunque se sabe que es un matrimonio de conveniencia y que ambos esperan que el otro se divorcie primero. Sólo quedan los nacionalistas no españoles y Coalición Canaria... Los canarios pactarán con quien mande, como siempre y los nacionalistas son Satanás y los barones han prohibido que les demos la hora. ¿Quién queda?

Pues queda Mariano, no para salir juntos, claro, pero sí para salvar los muebles. Ahora ya no se puede pactar ni siquiera una oposición bloqueadora con nadie, ni mantenernos en el "No es no, ridiela! porque nos lleva a las terceras en las que corremos el riesgo de emplidecer el rojo socialista hasta el magenta upeydiano. La hemos cagado y toca mover ficha. La ficha es una abstención ténica que nos permita ganar tiempo, al menos hasta que la lideresa arregle los problemas en su cortijo y se digne a ocupar el trono de Ferraz.

Pero al ser un partido de grandes estadistas esperamos que todo el mundo opine igual y no sabemos convencer, tenemos que vencer y lo bonito es sacrificar a Pdro Snchz montando un pollo de padre y muy señor mío. Y ahí sí estuvo la traición, no respetar un mínimo de democracia interna, de permitir un debate sereno y sosegado y ahí es donde la militancia puede sentirse estafada: que venga vaya usted a saber quién y derroque al macho alfa que colocamos a fuerza de votos primarios.

¿Y los gritos de traición?

Pues aquí viene la afirmación que me granjeará críticas y enemistades: están completamente equivocados. En democracia una de las cosas que hay que saber hacer es negociar y aprovechar las oportunidades, ir a por un bien mayor, bien que en este caso ha sido la propia supervivencia, el "vive hoy y lucha mañana".

La mayoría de los gritos de traición proviene de los que preferían que el investido fuera otro, de los que se lamentan de que no hubiera habido pacto alternativo y que hubiera echado a Rajoy de la poltrona azul, de los que entienden que si no es su opción ya no vale. Pues lo siento el que suscribe esto es demócrata antes que otra cosa y lo que yo creo es que (desgraciadamente porque no me gusta) el gobierno de Mariano Rajoy es legítimo, ha ganado siguiendo las reglas (injustas) del juego, no me gusta pero me aguanto, en mi mano está que mi apuesta en las próximas elecciones sea mayoritaria (sin populismos).

El Partido Socialista Obrero Español, al que sobran dos de los cuatro epítetos, estaba legitimado apra abstenerse (otro día debatiremos sobre la discipllina de voto), lo lógico desde su punto de vista y de acuerdo con su realidad era abstenerse tanto como pactar con otros, quien puede reprocharle algo es la militancia, por forzar movimientos saltándose procedimientos internos y recurrir al chantaje y a la vaya-usted-a-saber-qué para conseguir lo que algunas partes querían, no nos gusta el procedimiento, pero es válido.

En resumen, por desgracia Rajoy ganó y por desgracia no se pudo construir una alternativa, ¿vamos a seguir negando la legimidad o vamos a darle la vuela a la situación y lograr que un partido comprometido con el cambio alcance el poder?

El PSOE ha negociado, o no, y ha actuado pero por esta vez no nos ha traicionado, al menos a los que no esperábamos nada de él o esperábamos un nivel de pragmatismo apabullante no lo ha hecho.