Suele ser complicado hablar de según qué cosas sin herir sensibilidades, por eso siempre es aconsejable elegir muy bien las palabras a emplear para que no se puedan malinterpretar ni manipular aunque ello es complicado. Voy a intentar hacerlo con un tema tan delicado y controvertido como es el del aborto. No es que quiera sentar cátedra, pero sí reflexionar sobre un tema que debería estar ya cerrado desde hace tiempo.
Primero me posiciono. Aún a riesgo de no poder evitar lo indicado en la primera frase del post no puedo más que ser coherente conmigo mismo. En ningún caso creo que el aborto deba tomarse simplemente como un derecho al propio cuerpo de las mujeres (que es evidente que como cualquier otra persona lo tienen y es inalienable), el aborto es algo mucho más complejo que también incluye muchas otras implicaciones que no pueden banalizarse. La principal dificultad a la hora de resolver eficazmente una problemática como la que hoy traigo es poner de acuerdo los diferentes aspectos que la componen, y paso a detallarlo.
Quizá lo primero a tener en cuenta es la propia salud de la mujer embarazada. Si bien un aborto realizado por profesionales en condiciones sanitarias óptimas no reviste especial trascendencia no podemos negar que es una intervención, y que las hormonas que proporcionan las píldoras "del día después" no son poca cosa. En cualquier caso si mantenemos el necesario control médico y no se abusa de estas "soluciones" el riesgo físico es mínimo. Aquí no contamos con los "riesgos psicológicos" derivados de la presión que la sociedad pueda imprimir en la moralidad y educación de la abortante, estos "riesgos" lo serán en proporción al rechazo propio de la mujer ante la idea del aborto sin perjuicio de la presión directa que el entorno familiar y social de la mujer pueda ejercer ya no favoreciendo la seguridad implícita en cualquier toma de decisión relativamente importante si no aumentando (o imprimiendo) el sentimiento de culpa.
Podríamos decir, además, que ante un embarazo (deseado o no) encontramos tres actores con derechos en colisión: la futura madre, el necesario padre y el nonato en sí mismo (y en todas sus fases, desde cigoto hasta feto). Y decimos que hay tres derechos en colisión porque si bien la madre tiene derecho a elegir la maternidad y al propio cuerpo en toda su extensión, no es menos cierto que el padre mantiene también el derecho a la paternidad, mientras que el futurible tiene el mismo derecho a la existencia que tendría cualquiera. Y paso a resolver, o razonar, la salida de este impass antes de que alguien me crucifique antes de ver toda la reflexión completa.
Si pusiéramos todos los derechos citados en una escala veríamos que el pobre padre sale perdiendo, puesto que su derecho a serlo es muchísimo menos importante que los derechos ostentados por madre y vástago. Por lo tanto obviaríamos al rival más débil, sin obviar que el conflicto varía sensiblemente cuando la paternidad es impuesta por artificios y engaños, aunque esto es otro debate no menos complejo.
Entonces nos encontramos con el quid de la cuestión: ante la colisión de derechos de la embarazada y de su embarazo tenemos al grueso de las manifestaciones en sus dos vertientes, a favor y en contra. No es fácil aquí ser obetivos y saber qué opción es la buena descartando la errónea. Por un lado tenemos que la madre debería poder elegir si serlo o no y si quiere que su físico sufra un embarazo, algo que puede ser muy duro sin contar con el sufrimiento psicológico de un embarazo no deseado. Mientras que por el otro tenemos a un proyecto de humano en vías de desarrollo que debería contar per se del derecho a vivir y a llevar una vida normal tanto como cualquier otro. Pues bien, ¿como decidimos qué derecho prima, o quien prevalece? Como la cuestión es compleja la solución se antoja fácil e imposible a la vez.
La mejor solución pasaría por librar a la mujer del embarazo y mantener al embrión extra útero hasta su alumbramiento o, en su defecto, transplantarlo a quién sí desee un embarazo. Sólo hay un pequeño pero a esta solución propuesta, la técnica actual no lo permite, la medicina prenatal actual no está lo suficientemente avanzada como para garantizar la supervivencia del cigoto en estas condiciones. Por lo tanto volvemos al punto de partida y sin solución inmediata.
Hace bastante tiempo no habría dudado en afirmar que cada uno debería ser responsable de sus actos hasta las últimas consecuencias y así, si un método anticonceptivo falla (no digamos si simplemente no hacemos uso de él) tiene que apechugar con lo que venga (tanto ella como él claro), y si alguien no quiere asumir responsabilidades... pues mejor que use la técnica de la aspirina y la rodilla y deje de hacer algo para lo que no está preparado. Pero si nos paramos a reflexionar vemos que sí, que los anticonceptivos fallan, y no siempre por un mal uso, y que la decisión de no seguir adelante con un embarazo no siempre va sujeta a cuestiones de comodidad o de conveniencia personal sino a la propia supervivencia en tanto como mantener un puesto de trabajo siempre necesario, o la disyuntiva de mantener a un nuevo vástago deseado aunque no buscado y compatibilizarlo con las condiciones que se puedan ofrecer a los ya nacidos. Y no debemos pensar en esta lista como un extremo de supervivencia física solamente, si no como la valoración que, siempre desde una perspectiva personal y absolutamente subjetiva se debe hacer de la calidad de vida de una misma y/o de la unidad familiar de la que se es parte. En resumen, hay casos en los que un embarazo no buscado representa un problema importante para el seno del domicilio en el que debería desembarcar.
Por el otro lado tenemos la unión de un espermatozoide y un óvulo que, como diría Aristóteles, son la potencia o proyecto de persona humana como futuro probable. Si partimos de la base de que nadie debería poder decidir el destino de otro humano, y menos para cercenarlo, podemos inferir que nadie debería tener la potestad de "matar" aun ser humano en el seno gestante de su madre, pero el argumento no convence, y que conste que voy a obviar el debate de cuándo podemos decir que el cigoto o el feto ya son una persona. Y digo que el argumento no convence precisamente por el término futurible, y no es que no tenga derecho a vivir, si no que ante el derecho mencionado en el párrafo anterior de una persona que ya es, ya existe y goza de un proyecto de vida presente con interrelaciones e interdependencias con otras personas, el derecho, decimos, del no nacido se antoja como secundario puesto que es una posibilidad futura comparada con un presente ya en ejecución.
En ocasiones se presenta como una opción válida el desarrollo completo del embarazo para poder donar al nacido en adopción. La verdad es que no es una mala opción, satisfacería todos los derechos en conflicto y no supondría un trauma para nadie. Y sería una buena solución si no fuera porque un embarazo supone nueve meses de desgaste físico, nueve meses de dar explicaciones sobre la decisión a tomar al término lo cual implicaría en muchos casos un importante desgaste psicológico, y eso sin contar a toda alma bienintencionada que pretenda convencer a la embarazada de que no debe dar a "su hijo". Y eso sin contar el riesgo, por desgracia, más que posible de perder el empleo en el transcurso de dicho embarazo.
Por tanto mi conclusión tras la argumentación anterior es que si bien hay que promocionar el uso (y buen uso) de cualquier anticonceptivo homologado como tal, el aborto se antoja como una mala solución, pero una solución que necesariamente debe estar disponible para aquellas mujeres que, después de la correspondiente reflexión personal, decidan que interrumpir su embarazo es la opción más conveniente para su situación. Dicho esto la sociedad no debe más que acompañar y facilitar tanto la decisión como el apoyo que pudiera precisar aquella mujer que tome esta vía y tanto esto como ayudar a quien opte por mantener el embarazo hasta el final, tanto para mantener al hijo pese a la economía familiar como para facilitar la adopción a aquellos que quieren y no pueden tener hijos de forma natural.
NOTA: Nótese que en ningún momento he hablado de los supuestos en los que el embarazo representa un peligro físico o mental para la madre o que implica el dar a luz a un niño o niña con graves malformaciones o disfunciones del tipo que sea. Creo que estos supuestos, junto al de violación, están fuera del debate por obvios aunque estén implícitos en la decisión última que toma la embarazada sobre si seguir adelante o no.
Como no podía ser de otra forma, si te comprometes a mojarte lo tienes que hacer. Un blog que quiera opinar sobre política (entre otras cosas) no puede obviar el tema de moda, y a este que suscribe no le queda otra que ceder a la obviedad y tratar aquello que está en boca de todos.
El pasado lunes 2 de junio Juan Carlos I a la sazón rey de España (minúscula intencional) anunciaba su intención de retirarse del frente activo en favor de su hijo Felipe. Desde entonces una parte de la sociedad se ha dedicado a aplaudir con las orejas el bienhacer del monarca y el (futuro) acierto del hijo en su pilotaje del estado mientras una no menos grande caterva de ciudadanos se han lanzado a la calle para pedir, al menos, que se les pregunte antes de dar las cosas por hechas.
No sorprendería a nadie que hubiera leído con atención el anterior párrafo si ahora me posicionara en el segundo grupo social. Bien, así es, aunque por cuestiones circunstanciales. Me explico:
Cuando uno es republicano convencido, no lo es por estar en contra del personaje que se esconda detrás de una figura política determinada como lo sería un rey, puede ser que sí, pero no tiene por qué. Cuando uno es republicano lo que expresa es, en definitiva, su preferencia por una opción plenamente democrática e igualitaria. A nadie escapa que no votar a un jefe de estado sino que predefinirlo con derechos de sangre es algo que nos lleva a tiempos pretéritos previos al espíritu democrático que nos suponemos universal. Y lo es por un sencillo motivo más allá de la simple votación o del derecho de opción. Lo es porque si aceptamos que un monarca represente una idea de unidad, estabilidad, abnegación y sacrificio, y que esta idea se transmita por linaje, en realidad estamos aceptando lo que en tiempos previos al medioevo se instauró, aceptamos que el rey es una suerte de figura divina tocada por la providencia y que se encuentra más allá del bien y del mal, aceptamos una figura imbuida de poderes tal cual demiurgo capaz no ya de representar al estado en sí mismo, si no de serlo en esencia, de ahí su inviolabilidad.
Cuando uno es republicano rechaza de plano tales divinidades y herencias y pretende que los destinos de un estado, nación, pueblo, etc. sean en última instancia responsabilidad de sus ciudadanos y que sean ellos los que pongan o quiten dirigentes más o menos capaces en más o menos tiempo. Y aquí una razón práctica, un presidente/ministro mantiene una fecha de caducidad en el cargo que las urnas renuevan o no según voluntad popular, a un rey incapaz cuesta un poco más y sólo puede hacerse al estilo Borgia o Versallesco, es decir, si la representación de un Estado (esta mayúscula también mantiene intencionalidad) recae en un irresponsable vergonzante e inútil soberano hay que aguantarlo o quitarlo de en medio siendo el ejemplo del abuelo del (aún) monarca el ejemplo más civilizado que podamos encontrar junto al de la familia de la (aún) reina consorte (¿casualidad?).
¿Y qué diríamos que debe ocurrir para que un rey sea contraproducente para sus súbditos máxime cuando no tiene poder real para el gobierno? Podemos elegir varias opciones:
- Que su coste supere con creces el beneficio producido
- Que se evidencie una clara actuación al margen de la ley que se representa incluyendo el latrocinio y el tráfico de influencias
- Que su actividad moral ofrezca una imagen cuestionable
- Que en épocas de máxima tensión tensión social se dedicara al esparcimiento personal
Parece que la lista anterior sea hecha ex profeso para el caso que nos ocupa, pero no puede ser de otra forma, veámoslo con ejemplos concretos:
- El primer punto es difícil de comprobar, pero la corona cuenta con una generosa atribución económica (7.775.040,00 € según la propia casa real) además de tener todos los gastos pagados amén de muebles e inmuebles procedentes de Patrimonio Nacional. Y a mí me cuesta creer que proporcione ingresos gracias a sus contactos en forma de contratos, cuando alguien compra algo por varios millones de euros no se lo compra a un amiguete, lo compra al proveedor que le ofrece el mejor producto y al mejor precio para la calidad que demanda. Si, en cambio, el mérito es del vendedor, muy bien, dejémosle el trabajo de comercial a comisión a tiempo completo, puede que salga ganando. Aunque a su edad jubilación y petanca parecen mejor opción.
- No quedan evidencias de que Juan Carlos haya cometido delitos, otra cosa es que se recuerde que durante muchos años al volver de viajes oficiales parara siempre en Suiza de forma oficiosa y en solitario. Y que su hija y yerno estén imputados en el archiconocido caso Nóos sea algo feo que el entorno se encarga, como de otras cosas feas, de minimizar cuando no puede ocultar. En referencia a este último ejemplo sólo decir que cuando la casa real dice que advirtieron a Urdangarín de que dejara lo que estaba haciendo porque era ilegal sin llegar a denunciar puede estar incurriendo en un delito de encubrimiento.
- Leyenda urbana es lo de las amantes del rey (¿lo es?), lo que sí queda es lo que dijo Peñafiel al hilo de la boda de Felipe con Letizia: "tiene que casarse con una princesa de sangre azul, luego que folle con quien quiera como se ha hecho siempre", sobran las palabras. Eso sí, mantener bula papal para ser guardián de la fe católica parece que no casa con esa presunta promiscuidad y la incoherencia sí que es algo muy feo.
- Aquí podría hablar de elefantes...
Pero aún no hemos entrado en las cuestiones circunstanciales que impelen a uno a pedir referéndum cuando lo único que parece obvio es pedir simplemente un proceso constituyente para ver como nos organizamos sin coronados.
Bien, un primer motivo es la coherencia personal con la formación en la que milito, Piratas de Aragón, que tras un debate interno ha decidido solicitar dicho referéndum por el sencillo motivo de promover la democracia empezando por que la gente tenga oportunidad de decidir la organización del estado en el que vive. Y es un cuestión circunstancial porque de tener un poso democrático más profundo en esta sociedad podríamos pedir directamente lo obvio, pero la falta de tradición y el poco interés de determinadas fuerzas políticas en ello nos impele a esta solución aunque implique mantener como opción elegible el tener un monarca de nuevo.
Parece que este post se ha alargado un poco y no quiero aburrir, lo que es una pena. Lo es porque no he podido desarrollar ideas como que la igualdad entre personas es violada por la monarquía gracias a objetos como la Ley Agnaticia, derivada de la Ley Sálica, en un estado moderno deberíamos estar luchando contra la coronación de Elena I y no de Felipe VI... tampoco he hablado de como debería organizarse el estado en una república o porqué una dictadura (de la que proviene la imposición de Juan Carlos) tampoco es opción... quizá si este primer post tiene cierta aceptación haga una segunda parte. Mientras podéis expresar vuestra opinión a través de iniciativas como ¡Referéndum Real Ya!, o leer un anterior post sobre monarquía que escribí en otro blog...
Mientras un recordatorio un poco manipulador...
El primer post parece fácil, pero siempre es complicado. Uno no sabe si un simple "Hola estoy aquí" basta para entrar en materia. Otra opción es no complicarse la vida, empezar con el priemr artículo, sin presentaciones. Así si alguien cae por casualidad en la página quizá no se dé cuenta de buenas a primeras de que esto acaba de nacer y, si le interesa lo que lee, vuelva otro día. Pero como buen polemista, como me definieron una vez, me siento en la obligación de buscar siempre la tercera alternativa, la de la discordia. Y en este caso la alternativa es una declaración de intenciones tras una breve introducción.
Siempre he sido un poco inquieto y he procurado informarme y leer todo lo que caía en mis manos para poder opinar con fundamento (y sí, trato de que no caigan revistas del corazón en ellas, la letra escrita es una tentación demasiado grande como para evitarla en cualquier formato).
Además la verborrea es una de mis virtudes/maldiciones por lo que no puedo evitar verter mis opiniones ante cualquiera que cometa el error supino de escucharme en espera de que decida abrir una buena discusión, que no pelea, que nos enriquezca a todos.
Por ello a finales de 2012 me
decidí a abrir un blog donde escribir todo lo que me apeteciera de forma
más o menos ordenada. resultado de ello fue Fantasmas de Plutón.
Allí vieron la luz diferentes personajes dispuestos a traer la luz y mostrar las tinieblas de cualquier tema que se les antojara. Pero sufrió un parón y se tuvo que repensar ¿El problema? la falta de
tiempo, nunca las ganas. Fruto de ello es que mis queridos alienígenas
ahora se encargan de la parte más personal de la página, que no es otra
que aquella en la que redactaba mis pequeños relatos. Dejo entonces en mi antiguo proyecto mis ambiciones en cuestiones de ficción literaria y traslado aquí el resto de inquietudes. ¿Por qué? por separar y compartimentar, y porque desde esta página las opiniones serán eso mismo, no se pretenderá sólo mostrar la información, si no presentar lo escrito como reflexiones propias con las que se podrá estar de acuerdo o no, pero no representarán más que al que suscribe estas líneas.
El estilo será más o menos crudo o más o menos meditadas las palabras plasmadas pero serán, sin duda, fruto de la sinceridad y de la reflexión estrictamente personal. Este blog no nace con la pretensión de ser políticamente correcto, aunque siempre intente ser correcto y educado, al menos en las formas y en detrimento de palabras malsonantes.
Dicho esto no queda más que darte la bienvenida a este tu blog e invitarte a leer lo que aquí se escriba y a comentar lo que te apetezca en todo momento.
Hola y pasa sin llamar.