Ya está, ya ha pasado, el Partido Popular ha terminado con su espectáculo de pseudodemocracia interna y ya tiene GANADOR, así, con mayúsculas: PABLO CASADO (ovación cerrada) con lo que ya puede dedicarse a lo suyo, tapar vergüenzas (del partido), seguir colocando a afines en lugares estratégicos y a tratar de evitar que la sociedad avance conforme al siglo corriente.
Porque no nos engañemos, lo que ha ocurrido en el Partido (imputado) Popular ha sido una simple pelea de poder entre dos facciones que poco distan entre ellas. tanto Soraya como Pablo defienden unos valores similares y una economía neoliberal salvaje. Cierto es que hay matices, quizá ella es más conservadora y él más retrógrado socialmente y quizá él sea más neocon convencido (sí, mal juego de palabras) en lo económico y ella simplemente liberal de las de forrar riñón propio y de quienes estén cerca y caigan en gracia. Pero ninguno de los dos vino a revolucionar al partido ni a dar un golpe de mano al proyecto. Se han oído críticas, sí, pero estéticas y siempre encuadradas en un operación de márqueting muy estudiado (por Pablo, claro que acumula más másters que puntos de supermercado tenemos otros). De hecho fue el propio Pablo Casado quien en un primer momento renegó de la herencia Mariana pero solamente para marcar distancias con Soraya a la que se ha percibido como la candidata continuista al haber pasado gran parte de su carrera popular de la mano del propio Rajoy hasta el punto de ser el gobierno en la sombra del mismo.
¿Y si Soraya era la continuidad quién es Pablo? Pues Casado ha pretendido personificar el cambio de generación (bueno eso stricto sensu es así), a las generaciones nacidas en democracia y crecidas a la sombra de la ¿gaviota?, ¿albatros?, ¿pterodáctilo?... y orgullosos de defender un pasado que no sabemos si es reciente o remoto aunque lo podamos intuir por sus gestos. De hecho el flamante presidente del partido hoy lo ha repetido varias veces "orgullosos del pasado" una vez más sin aclarar si se refiere al tito Rajoy, a papá Aznar, al tío abuelo Fraga o al yayo Paco. Y perdonen si soy malpensado pero para mí que la ambigüedad es intencionada y no hay que saber leer entrelíneas en exceso para entenderlo. De ahí que el cambio generacional al que apela la candidatura pablista en realidad no lo sea tanto y al final lo que haya sido es un candidato a la derecha de la derecha en el que lo rancio y lo antiguo se encuentran en el s.XXI pero siguen barriendo para casa. Pablo ha tenido palabras para hablar de modelos de familia, conciliación, aborto, memoria histórica (sí, no se rían) y de revolución industrial rupturista pero todo tamizado por una visión decimonónica en la que sólo ha faltado señalar al maligno como artífice de la moción de censura y padre de las mil querellas que penden sobre el partido al que más españoles adoran. Pablo nació antiguo y a sus treinta y siete años sigue siendo antiguo.
No, el modelo del PP no estaba en liza lo que se estaba peleando no es otra cosa que las esferas de poder dentro (y algunas fuera) del mismo. Es un secreto a voces que Sáenz de Santamaría lleva muchos años de trilera mostrando una cara inocente mientras debajo de la mesa ha estado repartiendo cartas y sugus para ganar adeptos, y a los que no ganaba su CNI particular le facilitaba la tecla necesaria, a lo J. Edgar Hoover pero sin sombrero ni tirantes. De esta forma Soraya ha conseguido tantos amigos como enemigos de tal manera que era harto imposible prever lo que iba a ocurrir hoy. Por un lado cabría pensar que el aparato estaba de su lado y que el oficialismo iba a ganar de calle pero por el otro también podría esperarse que hubiera gente a la que no le gustara tal acumulación de poder (porque se acumulaba en otras manos, digámoslo todo) y por lo tanto votara en contra de ella y no a favor de nadie. Sirva como ejemplo María Dolores de Cospedal en toda su dimensión de rival política de Santamaría o la defenestración de Cifuentes, que era la llamada a regenera el partido y cuya presencia en las primarias, antes del caso Eroski, habría bastado para que todo hubiera sido muy distinto desde el principio. Por eso el trasvase de votos de Cospedal a Casado, seguía cumpliéndose la premisa antiSoraya.
Y eso que el partido había diseñado unas primarias fáciles de manipular. Uno está tentado de pensar que como el PP cojea del pie democrático tanto que lo suele dejar en el armario pues no ha sabido organizar unas primarias decentes y con coherencia. Empecemos por el sistema de votación: dos vueltas. Este sistema es usado en muchos sitios para asegurar que quien gana tiene el apoyo mayoritario del universo votante y no es simplemente quien ha obtenido más votos. Más claro, con un sistema de doble vuelta en el que la segunda vuelta tiene solo dos candidatos el ganador siempre lo hará con mayoría muy amplia si no absoluta (en estos casos la abstención siempre juega a favor de un candidato por lo que no suele ser opción). Esto no tiene mucho sentido ya que puede que en otro escenario otro candidato hubiera tenido más votos, y hay solución, se llama Voto Útil Transferible (VUT) y permite hacer varias vueltas simultáneamente y tener en cuenta todas las posibilidades, pero otro día hablaré de él. En este punto cualquiera podría decir que las segundas vueltas se dan en elecciones presidenciales de países como Francia y que por lo tanto tan malo no será. Bueno, sí lo es y por ello ha ganado Macron y a punto estuvo de dar el susto Le Pen. Pero bueno, aun siendo malo, un sistema de dos vueltas no es peor que las dos vueltas del PP: la segunda no era de militantes era de compromisarios. Entonces tenemos que la militancia hace limpia de la lista y que la dcecisión final la tienen personas con nombre y apellidos, muchas menos que militancia (al corriente de pago) y a quienes los diferentes equipos pueden apelar directamente, todo muy sutil... De ahí que la manipulación fuera por un lado fácil y por el otro que mil ojos vigilaran qué vota el de al lado.
Y sí, soy mal pensado, pero con el PP es fácil y más después de la fantástica campaña que nos han ofrecido en la que han volado puñaladas, viales de virus zombificante, amenazas y tiros a mansalva que ya verás tú para recoger luego el estropicio.
Pero en el título digo que la victoria de Casado es buena para la izquierda. ¿Cómo puede ser si Soraya es más de lo mismo y Pablo no hace más que alardear de caspa y retrogradía? Por lo que he apuntado antes, Soraya mueve bien los hilos tras el escenario mientras en él muestra artes conciliadoras y sin malicia. Sáenz de Santamaría es una estratega brillante que nunca muestra sus cartas y que se dedica a tiempo completo a tener todo controlado en todo momento. Pablo no, pablo es de caño gordo, lo suelta todo de golpe, va tan de frente que no le queda estrategia. Pablo no dismula, es de derechas, lo proclama y hace que el PP lo siga. Con Pablo el voto despistado ya no estará, el que pensaba que el PP es un partido (imputado) de centro ya no lo pensará. El que pensaba que "son buenos gestores y el resto pues me da un poco igual" puede que ya no le dé "un poco igual". Pablo es un elefante en una cacharrería, romperá todo, pero si lo observas nunca te pisará.
Ahora toca ver como evoluciona el partido. La falta de convencimiento democrático le ha llevado a una guerra cainita porque Rajoy no tuvo los santos compromisarios de señalar con el dedo y prefirió irse sin escoger. El PP ahora es más que nunca una familia y el primo Pablo no se habla con la tía Soraya, prefiere irse de cena con la tía Dolores, papá Mariano lee el Marca en el sofá ajeno a todo y el cuñado José María hace lo que puede por malmeter y luego poner paz con cara inocente. El PP está roto y no tardaremos en ver rodar cabezas, y si no ruedan daremos el juguete por perdido.
La gran incógnita es Soraya, ¿seguirá? ¿se irá? Para mi humilde opinión pueden pasar dos cosas y seguro que las dos están rondando la cabeza de la ex-vice: Soraya puede irse del PP con la cabeza alta, retirarse aceptando la derrota y apartarse de la política. La otra opción es aceptar lo que Casado le dé (que será más honorífico que otra cosa) y tratar de hundirlo desde dentro, envenenando su gestión y tejiendo alianzas que hagan caer al presi. Ambas opciones son probables, la primera porque el orgullo de Soraya no le permitiría estar bajo nadie y la segunda porque encaja más con su carácter. Habría una tercera, pasar a segundo plano en el PP mientras va carcomiendo la silla presidencial y luego reaparecería como la salvadora natural (lo que intentó Aznar y le salió mal, vamos).
En todo caso el espectáculo de ver a Rivera y a Casado pelear por quien es más cuñado no tendrá precio.
Mis ideas, mis pensamientos, mis reflexiones y todo aquello que quiera comentar.
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sábado, 21 de julio de 2018
miércoles, 10 de mayo de 2017
¿Y ahora dónde milito?
Unidad Popular ha muerto, larga vida a la Unidad Popular.
Este pasado lunes uno de mayo Unidad Popular ha anunciado que se disuelve. No es extraño y no sorprende a nadie, en los últimos meses había perdido fuelle, si no toda capacidad de respiración.
La campaña del 26J se vivió como un trámite y casi como un mal trago. No se había superado la rivalidad generada unos pocos meses antes entre la propia Unidad Popular y la candidatura de Podemos y no se había trabajado la pertenencia a un espacio común. De esta manera fuimos a las elecciones sabiendo que Podemos había pactado con Izquierda Unida en lo que solíamos llamar por arriba y que Unidad Popular era poco más que una comparsa que daba lustre a tal coalición. No voy a analizar aquí este acuerdo, ni la campaña, fría, que se vivió. Baste decir que ya no se respiraba ilusión, que el aire era de resignación y que en todos los corrillos se hablaba del más que equivocado enfoque dual de la misma. En otro momento quizá desarrolle todas las sensaciones que viví en esas semanas, pero no ahora.
Ahora tampoco pienso dar un repaso a la historia de Unidad Popular, a todos los tropiezos y zancadillas, a la generosidad y egoísmo que la nutrieron y envenenaron. Quizá, también, algún día me permita en poner negro sobre blanco (o al revés según el código de colores de este blog...) de dónde surgió Ahora en común, qué la mató y qué dio al traste con la unidad de la Unidad Popular.
No, será otro día en el que decida remover ciénagas y conciencias y me permita sacudirme todo el polvo del camino acumulado en dos años de trabajo y decepciones. Pero también que señale qué puntales nos permitieron recorrer el camino y quienes obraron con transparencia e ilusión en un proyecto que hicieron suyo sin renunciar a mochilas, etiquetas ni identidades.
Hoy sólo pienso certificar el fin de un proyecto y tratar de dar respuesta a la gran pregunta: ¿Y ahora qué? ¿Qué queda después de disolver un proyecto? ¿Qué queda tras cerrar una puerta que sabes que no se volverá a abrir?
Desgraciadamente tengo experiencia en ello. Hace algo más de un año era a Piratas de Aragón a quien enterraba. Tengo que confesar que pese a la sensación de fracaso (fracaso por no haber sido capaz de dar forma y tamaño a un gran proyecto) se me hizo más llevadero por tener entre manos otro proyecto mayor. Un proyecto que bien podía pasar por ser heredero de la piratería pero, esta vez sí, con mucha gente, mucha gente empujando y mucha gente comprometida. Ahora en cambio la sensación de vacío es patente. Existe el mismo fracaso, tampoco esta vez he podido aportar lo necesario para que el proyecto creciera y se consolidara y tampoco esta vez he podido cristalizar anhelos y deseos. Y a diferencia del entierro anterior ahora no hay sustituto, no hay proyecto a la vista que mantenga la ilusión y que prometa resultados que cambien la política del día a día para construir un futuro mejor.
Bien podría dejarme convencer por determinadas voces y militar en alguna de las fuerzas políticas con las que he tenido el gusto de trabajar, mejor dicho, fuerzas en las que militan personas con las que he tenido el privilegio de trabajar. La parte más positiva que me llevo del esfuerzo de los dos últimos años es el haber podido conocer a gente extraordinaria y capaz, gente con las ideas claras, tenaz y comprometida, gente de la que he aprendido mucho y a la que espero volver a encontrarme en un futuro cercano. No negaré que algunas de estas personas me han invitado a unirme a su proyecto político, invitaciones que por el momento he declinado. ¿Por qué? Por dos razones principalmente.
La primera razón es una razón pragmática; si ahora alguien como yo entrara en una organización con sus propias inercias y su propia identidad forjada a base de años de sumar individualidades en un proyecto común podría generar una onda de choque destinada a enrarecer lo que debiera ser sano. Me explico. Caí en las redes del movimiento pirata por convicción plena, me identifiqué con un movimiento que renunciaba a ser bandera de la verdad absoluta en favor de la democracia bien entendida, esto es explicada, participativa y auditada. Entre piratas aprendí, y me acostumbré, que todo es responsabilidad de todos y que el trabajo común es la base de la legitimidad, sin ella todo es fatuo. Los piratas saben, sabemos porque me sigo identificando como tal, que el proceso es quien da carta de legitimidad, si este es justo, abierto y está bien diseñado, lo que surja del mismo estará bien por naturaleza. Luego está lo colaborativo, entre piratas todo es así y las siglas van muy atrás, carecen de importancia por sí mismas, al igual que los nombres propios, quien habla lo hace en nombre del grupo y por decisión del grupo, diciendo sólo lo que el grupo ha acordado. En toda otra organización, por alta que sea la democracia interna que sostenga siempre habrá cierto tacticismo, siempre estará esa idea inicial a la que se supedita todo y la democracia será válida en tanto se encuentre dentro de los parámetros en los que mi ideología se encuentre. Naturalmente estoy simplificando mucho y seguro que alguien apuntará que su organización/partido no es así y que-lo-que-sea... Bien, vale, hay grados de apertura y posiblemente en todas se pueda hablar de todo (no en vano me refiero mayormente a partidos de izquierdas y cote progresista de verdad) pero estos partidos, su militancia serán comunistas/aragonesistas/socialdemócratas/palmeros-de-la-cúpula y luego demócratas, yo soy primero demócrata luego el resto, y el resto es ecléctico, progresista y complejo.
La otra razón es que prefiero cierta equidistancia política. No es que no quiera mojarme, pero me resisto a abandonar la idea de la unión de fuerzas, aún creo que es posible (y necesario) construir un espacio común pero para eso, para contribuir a engendrarlo, yo no puedo militar en el partido A o el partido B porque me haría parte y me sería más difícil establecer las redes de confianza entre partidos y fuerzas políticas. Ojo, que no digo que sea incompatible la militancia con trabajar para ese espacio común. Está demostrado que el compromiso con proyectos como Unidad Popular o Zaragoza en Común, etc., no están reñidos con llevar un carnet en el bolsillo, sólo hace falta voluntad. Pero sinceramente creo que son necesarias caras no adscritas como nexo de unión, que descarte de entrada (y sin necesidad de demostrar nada) la simple sospecha de partidismo. Alguien a quien apelar como parte del todo sin ser miembro de las partes. Igual peco de pretencioso al afirmar esto, al creer que puedo ser ese nexo de unión, pero creo que tampoco me equivoco si digo que ya me he encontrado en ese papel y que con fallos y aciertos he tratado de contribuir al espacio que nos hemos dado entre muchos. No me equivoco si digo que volvería a tratar de sentar en una mesa, en una sala, a la militancia de diversas organizaciones para tratar de lograr un acuerdo, un objetivo común y una metodología inclusiva por titánico que pueda parecer el esfuerzo.
Lo que está claro es que, como dice un buen amigo, me va el barro, me va la arena política y me va coger el toro por los cuernos (maldito símil taurino) y me va buscar la solución a cada problema, no me sirven manifestaciones ni concentraciones cada cierto tiempo, tengo que ser parte activa. También aclaro que las manifestaciones, las protestas y las concentraciones SÍ tienen su utilidad, pero esta debe cristalizar en lo institucional, si no de poco sirve. Creo en el debate y en la confrontación de ideas como métodos de acuerdo y ahí es donde me siento cómodo, donde creo que puedo aportar.
De momento pienso enfocar parte de mi tiempo en ver como destronar a Felipe el preparao y en laicizar un estado aconfesional, pero poco. Luego veremos hacia qué monte tiramos, porque está claro que en el sofá uno no puede quedarse.
viernes, 18 de marzo de 2016
Izquierda tradicional vs. nueva izquierda
Hace un par de meses (enlace aquí) hice una primera aproximación de lo que, a mi modesto entender, era la situación actual de la izquierda. Hoy le voy a dar otra vuelta al tema.
Desde hace un par de años ya oímos hablar de nueva política. Esta nueva política supuestamente debe dar una vuelta a la política tradicional, los términos son homologables a nueva izquierda - izquierda tradicional, y digo supuestamente porque no tengo tan claro que esto sea así, y no lo es por dos motivos que son uno:
Primero: No es tan nueva, había formaciones que ya reivindicaban su contenido y sus formas.
Segundo: Lo que entendemos por nueva política o nueva izquierda en realidad forma parte del ADN fundacional del concepto de izquierda en sí mismo.
Si nos retraemos a los inicios de lo que hoy llamamos izquierda, nos encontramos con ramas como el anarquismo, el socialismo o el comunismo (entre otras) que, y dejadme simplificar, propugnan un nuevo orden económico, más justo, más igualitario y cada una desde su visión particular, pero también nuevos modelos de participación y de igualdad social porque una cosa va ligada intrínsecamente a la otra. Si creemos que tenemos derecho a participar en la toma de decisiones, si creemos que nuestra voz vale lo mismo que otras tenemos que creer indefectiblemente que todos los individuos de la sociedad tenemos el mismo valor en tanto que personas independientemente de cualquier característica física, intelectual o de sistema de creencias, por otro lado si pensamos que todos somos iguales y que no debemos establecer ciudadanía de segunda o de tercera tenemos que aceptar que todos tenemos el mismo derecho a participar en la toma de decisiones y, importante, en poder ocupar cualquier cargo público de mayor o menor responsabilidad. Ojo, hablo de derechos no de capacidades.
Por lo tanto el debate actual sobre la combinación que se debe dar entre la nueva izquierda y la izquierda tradicional en realidad se plantea al revés puesto que la izquierda más antigua ya preveía la participación por igual y el asamblearismo potenciado por el sin par 15M. Lo que pudo ocurrir es que, casi como ahora, esas ideas nacieran demasiado pronto en una sociedad incapaz de comprenderlas y por practicidad todos los partidos (hablamos de antes de que se inventaran los movimientos sociales) y los sindicatos, salvo honrosas excepciones, tendieran a estructuras más o menos jerarquizadas donde un grupo ostentaba la confianza del resto en la gestión del todo.
Pero en estas que llegó el futuro y tras más de treinta años de paz democrática la ciudadanía (no toda) despertó de del letargo en el que los poderes fácticos la habían sumido y decidió tomar conciencia y querer decidir, participar y controlar al de la caja del dinero. Y se montaron movimientos sociales, mareas, confluencias y demás fauna con la sana idea de reformar el espectro político en busca de un mayor reparto de responsabilidad (de ser dueños del destino, no de ser culpables) entre todos y todas.
Si me preguntan a mí lo tengo bastante claro. No es cuestión de liquidar a los partidos políticos pero sí de dotarlos de mayor plasticidad para:
Lo que vengo a decir es que necesitamos un empoderamiento real, hace falta que quien quiera dar una idea, regalar su esfuerzo tenga espacios de participación directa. Y ahí es donde deben cambiar los partidos, tienen que generar espacios en los que las sectoriales crezcan hasta tomar el control de sus competencias, deben llevar el debate político a toda su militancia y deben olvidarse de direcciones políticas en favor de una construcción plural. Deben entender que la pluralidad es fuente de riqueza y que la disciplina de voto es otra mofa a la democracia real. Las entidades de izquierda deben ser más movimientos sociales que partidos al uso, sólo así están más cerca del
La izquierda debe refundarse y trabajar en horizontal, dejar mandar a las bases, generar espacios de confianza donde sindicatos y demás estén a gusto y quizá, sólo quizá menos política de salón y más políticas prácticas (aunque la de salón sea divertida de vez en cuando).
Desde hace un par de años ya oímos hablar de nueva política. Esta nueva política supuestamente debe dar una vuelta a la política tradicional, los términos son homologables a nueva izquierda - izquierda tradicional, y digo supuestamente porque no tengo tan claro que esto sea así, y no lo es por dos motivos que son uno:
Primero: No es tan nueva, había formaciones que ya reivindicaban su contenido y sus formas.
Segundo: Lo que entendemos por nueva política o nueva izquierda en realidad forma parte del ADN fundacional del concepto de izquierda en sí mismo.
Si nos retraemos a los inicios de lo que hoy llamamos izquierda, nos encontramos con ramas como el anarquismo, el socialismo o el comunismo (entre otras) que, y dejadme simplificar, propugnan un nuevo orden económico, más justo, más igualitario y cada una desde su visión particular, pero también nuevos modelos de participación y de igualdad social porque una cosa va ligada intrínsecamente a la otra. Si creemos que tenemos derecho a participar en la toma de decisiones, si creemos que nuestra voz vale lo mismo que otras tenemos que creer indefectiblemente que todos los individuos de la sociedad tenemos el mismo valor en tanto que personas independientemente de cualquier característica física, intelectual o de sistema de creencias, por otro lado si pensamos que todos somos iguales y que no debemos establecer ciudadanía de segunda o de tercera tenemos que aceptar que todos tenemos el mismo derecho a participar en la toma de decisiones y, importante, en poder ocupar cualquier cargo público de mayor o menor responsabilidad. Ojo, hablo de derechos no de capacidades.
Por lo tanto el debate actual sobre la combinación que se debe dar entre la nueva izquierda y la izquierda tradicional en realidad se plantea al revés puesto que la izquierda más antigua ya preveía la participación por igual y el asamblearismo potenciado por el sin par 15M. Lo que pudo ocurrir es que, casi como ahora, esas ideas nacieran demasiado pronto en una sociedad incapaz de comprenderlas y por practicidad todos los partidos (hablamos de antes de que se inventaran los movimientos sociales) y los sindicatos, salvo honrosas excepciones, tendieran a estructuras más o menos jerarquizadas donde un grupo ostentaba la confianza del resto en la gestión del todo.
Pero en estas que llegó el futuro y tras más de treinta años de paz democrática la ciudadanía (no toda) despertó de del letargo en el que los poderes fácticos la habían sumido y decidió tomar conciencia y querer decidir, participar y controlar al de la caja del dinero. Y se montaron movimientos sociales, mareas, confluencias y demás fauna con la sana idea de reformar el espectro político en busca de un mayor reparto de responsabilidad (de ser dueños del destino, no de ser culpables) entre todos y todas.
¿Y ahora qué?
Pues ahora lo que se está demandando es una llamémosle refundación de la izquierda en la que la nueva/vieja sea el modelo a seguir por la tradicional/moderna. Esto es: dejemos de pensar en instituciones anquilosadas o de movimiento lento y tomemos ejemplo de los movimientos sociales mucho más ágiles y versátiles. Eso sí, aún hay quien no lo ve claro.Si me preguntan a mí lo tengo bastante claro. No es cuestión de liquidar a los partidos políticos pero sí de dotarlos de mayor plasticidad para:
- Facilitar el encuentro con otros partidos potenciando lo común y dejando lo no común para otras guerras
- Tener mayor cintura y capacidad de adaptación ante los cambios sociales y las nuevas necesidades que traen consigo
- Mayor explotación de las posibilidades individuales de quién conforman el grupo
- Mayor atomización consiguiendo mayor integración de gente con ganas y capacidad de trabajo
- Valorización del esfuerzo personal
- Mayor participación
Lo que vengo a decir es que necesitamos un empoderamiento real, hace falta que quien quiera dar una idea, regalar su esfuerzo tenga espacios de participación directa. Y ahí es donde deben cambiar los partidos, tienen que generar espacios en los que las sectoriales crezcan hasta tomar el control de sus competencias, deben llevar el debate político a toda su militancia y deben olvidarse de direcciones políticas en favor de una construcción plural. Deben entender que la pluralidad es fuente de riqueza y que la disciplina de voto es otra mofa a la democracia real. Las entidades de izquierda deben ser más movimientos sociales que partidos al uso, sólo así están más cerca del
La izquierda debe refundarse y trabajar en horizontal, dejar mandar a las bases, generar espacios de confianza donde sindicatos y demás estén a gusto y quizá, sólo quizá menos política de salón y más políticas prácticas (aunque la de salón sea divertida de vez en cuando).
lunes, 3 de agosto de 2015
Es el momento, tenemos una oportunidad histórica
No es ningún secreto, colaboré con Zaragoza en Común y formo parte de Piratas de Aragón y ambas plataformas políticas comparten bastante más de lo que puede parecer a simple vista.
En ambos lugares se defiende un tipo de democracia directa, participativa, que bajo diferentes formas está destinada a permitir aquello que tanto hemos llamado el empoderamiento de la ciudadanía. La idea subyacente es que todos estamos capacitados para tomar decisiones de forma individual, por lo tanto también lo estamos para hacerlo de forma colectiva, sólo se necesitan herramientas adecuadas y que la información fluya.
La información veraz es fácil de hacer fluir, sólo es necesario que las instituciones abran sus armarios y sus archivadores al mundo. Desde hace un tiempo venimos viendo la creación de portales opendata que no son otra cosa que toda la información de las administraciones liberada al mundo, sí, ya sé que no siempre está bien o que suele ser insuficiente cuando no directamente desactualizada. Pero es un pasito, y es un pasito dado no porque a las administraciones les apeteciera darlo, no, es un pasito demandado por la sociedad, por esa sociedad que no se cree las cifras oficiales y que desconfía mucho, muchísimo de las interpretaciones a esas mismas cifras. Como también es una demanda de la ciudadanía la posibilidad de participación, la necesidad de formar parte de la toma de decisiones más allá de la elección de representantes cada cuatro años. Y eso se consigue con herramientas disponibles en la red o creadas ad hoc. Loomio, Ágora Voting, Democratian, etc. se han creado porque hay demanda (en otro momento hablaremos del modelo de código abierto adoptado por estas plataformas que es muy relevante en este contexto) y de nuevo mencionamos a la madre del cordero: demanda de participación.
En marzo de 2011 se hizo patente que la gente de estos lares estaba harta, harta de no ser escuchada, de que se tildara de insolidaria a una juventud abocada al paro que se dejaba la piel en ONG en números nunca antes vistos. Se hizo patente que el régimen político estándar, el que aún tenemos, era insuficiente para muchos. Yo no participé en las acampadas del 15M, es cierto, tuve conocimiento de ellas tarde, y tampoco sé si habría acudido (la realidad de cada uno es la que es y parece una pobre excusa pero es la verdad). Sólo sé que como muchos sentí cierto orgullo al ver que un movimiento pionero en el mundo tomaba forma bajo mis narices. Me ilusioné porque por primera vez me di cuenta de que había mucha gente pensando como yo, que había que dar la vuelta a la campana, que la revolución social estaba ya aquí y tenía un cuerpo, muchas manos y muchas cabezas. Pero sobre todo me sentí aliviado al ver que por fin había voluntad y arrestos para acometer una protesta de tal magnitud, una voluntad enorme de cambio. Hay quien piensa que el que no apareciera un líder aglutinador en esos momentos lastró el proyecto. Puede que sea cierto, puede que con un líder se hubiera ido más rápido, pero eso no garantía de que se fuera mejor. Han pasado cuatro años y ahora el movimiento, lejos de estar muerto, amordazado o anestesiado, ha madurado, ha tornado sus principios en raíces y está preparado para dar el golpe en la mesa que es necesario.
Quizá no nos demos cuenta estando todos inmersos en nuestros proyectos pero este es un momento histórico. Es un momento en que nos estamos replanteando la forma en la que se participa en las instituciones. Nos estamos replanteando la función de los partidos políticos sabiendo que los partidos tradicionales ya no sirven y que estos deben refundarse o desaparecer. Alguien podrá decir que esta idea, la confluencia, la construcción de base aún no es mayoritaria, ¿no lo es? Está creciendo la necesidad de colaborar, la necesidad de hacer las cosas de otra forma y esto se nota en el rápido crecimiento de propuestas como Ahora en Común. Hay voluntad, sólo falta que nos deshagamos del lógico temor al cambio, sólo necesitamos firmeza en los pasos y saber mirar más allá. Esto no es una locura de cuatro gatos, estamos ante un cambio de paradigma de la política española protagonizado por gente autoorganizada y empoderada, y ahora decidme ¿en qué lugar del mundo está pasando? Quizá en otros países no sea necesario, en otros quizá sí, pero como con el 15M estamos siendo precursores y dando ejemplo al mundo.
Hay que perseverar, hay que seguir por el camino de la transformación que no es otro que el camino de la revolución, y es necesario hacerlo juntos, transversalmente, horizontalmente y trascendiendo las estructuras partidistas clásicas. Las nuevas organizaciones ya no necesitan de dirigentes/líderes/mesías salvadores, no necesitan que nadie marque el camino si no que son capaces de andar, son capaces de generar sus propias sinergias de forma natural y por ende legítima. Seamos capaces de desprendernos de siglas, colores y anagramas y confluyamos, hagamos historia, demostremos que los ideales de la democracia, la participación y el empoderamiento no son sólo utopías inalcanzables.
Demostremos que somos capaces. Hagamos historia Ahora en común.

La información veraz es fácil de hacer fluir, sólo es necesario que las instituciones abran sus armarios y sus archivadores al mundo. Desde hace un tiempo venimos viendo la creación de portales opendata que no son otra cosa que toda la información de las administraciones liberada al mundo, sí, ya sé que no siempre está bien o que suele ser insuficiente cuando no directamente desactualizada. Pero es un pasito, y es un pasito dado no porque a las administraciones les apeteciera darlo, no, es un pasito demandado por la sociedad, por esa sociedad que no se cree las cifras oficiales y que desconfía mucho, muchísimo de las interpretaciones a esas mismas cifras. Como también es una demanda de la ciudadanía la posibilidad de participación, la necesidad de formar parte de la toma de decisiones más allá de la elección de representantes cada cuatro años. Y eso se consigue con herramientas disponibles en la red o creadas ad hoc. Loomio, Ágora Voting, Democratian, etc. se han creado porque hay demanda (en otro momento hablaremos del modelo de código abierto adoptado por estas plataformas que es muy relevante en este contexto) y de nuevo mencionamos a la madre del cordero: demanda de participación.

Quizá no nos demos cuenta estando todos inmersos en nuestros proyectos pero este es un momento histórico. Es un momento en que nos estamos replanteando la forma en la que se participa en las instituciones. Nos estamos replanteando la función de los partidos políticos sabiendo que los partidos tradicionales ya no sirven y que estos deben refundarse o desaparecer. Alguien podrá decir que esta idea, la confluencia, la construcción de base aún no es mayoritaria, ¿no lo es? Está creciendo la necesidad de colaborar, la necesidad de hacer las cosas de otra forma y esto se nota en el rápido crecimiento de propuestas como Ahora en Común. Hay voluntad, sólo falta que nos deshagamos del lógico temor al cambio, sólo necesitamos firmeza en los pasos y saber mirar más allá. Esto no es una locura de cuatro gatos, estamos ante un cambio de paradigma de la política española protagonizado por gente autoorganizada y empoderada, y ahora decidme ¿en qué lugar del mundo está pasando? Quizá en otros países no sea necesario, en otros quizá sí, pero como con el 15M estamos siendo precursores y dando ejemplo al mundo.
Hay que perseverar, hay que seguir por el camino de la transformación que no es otro que el camino de la revolución, y es necesario hacerlo juntos, transversalmente, horizontalmente y trascendiendo las estructuras partidistas clásicas. Las nuevas organizaciones ya no necesitan de dirigentes/líderes/mesías salvadores, no necesitan que nadie marque el camino si no que son capaces de andar, son capaces de generar sus propias sinergias de forma natural y por ende legítima. Seamos capaces de desprendernos de siglas, colores y anagramas y confluyamos, hagamos historia, demostremos que los ideales de la democracia, la participación y el empoderamiento no son sólo utopías inalcanzables.
Demostremos que somos capaces. Hagamos historia Ahora en común.
lunes, 13 de julio de 2015
¡¡Harto de Pablemos!!
Me duele ver a gente muy válida engañada, me duele ver a gente trabajadora y con muchas cosas que decir ninguneada por no ser de la cuerda y me duele ver inventar la rueda una y otra vez.
Recuerdo estar recogiendo firmas para que la Confederación Pirata se presentara a las elecciones y comentarle a un compañero que donde deberíamos batallar el espacio era con Podemos, me dijo que no, que Podemos estaba bien y que si salían sería un empuje para lo que nosotros ya defendíamos: Participación, Democracia, Transparencia, Horizontalidad, Transversalidad, Cultura; me decía que con Podemos haríamos buenas migas. Mi respuesta fue "no", Podemos se basa en un líder, cosa que los piratas evitamos a toda costa, y sólo eso desmonta toda la teoría. Poco tiempo tardé en darme cuenta de que tenía razón, el logo con el que Podemos se presentaba a las elecciones al europarlamento era ¡la propia cara de Pablo Iglesias!
Ni en Corea del Norte o Venezuela se había visto nada igual, bueno, igual allí sí. Lo que quiero decir es que en poco tiempo Pablo se convirtió en objeto de idolatría para unos pocos mientras los válidos pretendían hacer de Podemos una herramienta transformadora, generaron debates interesantes y dotaron de contenido a los círculos, ilusionaron y se ilusionaron con el cambio. Pero en mera ilusión se quedó, Podemos se convirtió en Pablemos y tras Vistalegre las deserciones sólo fueron en aumento. En la gran asamblea de Podemos se evidenció que el partido iba a ser vertical, que incluso la mayoría de la militancia así lo quería. De esta forma no se libraron del mal de la política tradicional, el ordeno y mando.
Mientras muchos se llenaban la boca de la revolución que había de venir, "somos el 15M" decían, "votamos on line y tenemos una cosa llamada reddit" clamaban. Nadie les dijo que eso ya lo hacíamos otros, que el 15M tuvo muchos hijos y todos bastardos y que a los círculos nosotros los llamábamos asambleas de toda la vida. Entonces empezamos a hablar de "los de arriba y los de abajo" y a Pablo diciendo cosas tan interesantes como que "el problema es que los políticos son millonarios" y que si la casta esto, o la casta lo otro, y a mí me venían vaporosos recuerdos de discursos trasnochados de los primeros ochenta con el PCE doblando la rodilla ante el PSOE y ambos con el mismo discurso ahora reciclado.
Y al final Pablo Iglesias eurodiputado junto a otros cuatro compañeros, y todo con un programa incumplible porque la mayoría de cosas que contenía no eran de competencia europea, y se lo dice uno que sin ser jurista pasó no pocas noches en blanco estudiando las cartas de competencias europeas para que el programa pirata se ajustara a derecho, sin mentir ni prometer de más. Y los eurodiputados de Podemos no cumplieron, dejaron su euroescaño para ser candidatos en las autonómicas de este año... Si sus asambleas, digo círculos, funcionaran diría: ¡da igual! sea quien sea quien esté sentado porque deciden todo entre todos. Pero no. Da igual porque quien decide es la cúpula, la dirección, los consejos, el rodillo. Y los de abajo siguen trabajando, haciendo de Podemos algo bueno, integrándose en candidaturas populares y trabajando codo con codo con el de al lado, venga de donde venga, para que sus municipios, ciudades, pueblos, sean un poco mejor. Pero eso sí, disimulando un poco porque los jefes no quieren que Podemos vaya a las municipales: es para que no se abuse de la marca, es entendible, pero poco creíble. Si crees en los círculos (sí, eso que te has inventado), si crees en la gente, no te queda más que confiar en el buen hacer y en el autocontrol y la autocontención, y si sale algo que no te gusta... mala suerte, se le llama democracia, descentralización y respetar a la mayoría, todo lo contrario es dedocracia, autoritarismo y liderazgo sectario. Fueron unas palabras desafortunadas del amado líder proclamando que Podemos no se presenta a las elecciones municipales con "su marca" si no "integrado en las confluencias" las que se sumaron a la tendenciosidad mediática de algunos para proclamar que las "candidaturas municipalistas" eran obra de Podemos y sus mentes preclaras. Sí ya sé que muchos de los que integraron estas candidaturas, y siendo miembros de tan ínclito partido, lo desmintieron hasta desgañitarse pero como no hay más sordo que el que no quiere oír ni cúpula que lo desmienta ahí ha quedado todo, sobre todo por el éxito de Ahora Madrid donde (¡oh cielos una excepción) Podemos sí se coaligó a Ganemos Madrid imponiendo formas y candidata.
En resumen y para no alargar algo que iba a ser un pequeño párrafo liberador en una red social. Ahora nos encontramos con que Podemos es la solución a España, a Europa y al Mundo (Monedero dixit), que todo lo demás son inventos de la derecha o intentos de Izquierda Unida para no desaparecer (pitufos gruñones según Iglesias), cosa que no sería ilegítima en sí. Pero no, estos "argumentos" se pergeñan ante la propuesta de Ahora en Común, una propuesta de confluencia, unidad popular, candidatura unitaria, llamémosle como queramos, surgida del mismo empeño que las confluencias de las pasadas municipales, que entonces sí interesaban porque eran útiles si salía bien era (fue)gracias a Pablo y sus acólitos, si salía mal sería por culpa de IU y la gente que les quiso boicotear.
Ahora en Común es un intento real de transversalidad, horizontalidad y de participación, pero son feos y cobardes porque se atreven (nos atrevemos) a disputar a Pablemos un espacio del que hacen gala pero no ejemplo, y fe de ello lo da su fuga de militancia y su bajada continua en las encuestas. Iglesias y el resto del núcleo irradiador (Errejón style) siguen empeñados en decir que lo que se les ponga por delante es un frente de izquierdas disgregador y que va en contra de todo lo que ellos han inventado (la democracia y el pan con tomate) y que la única confluencia es unirse a ellos bajo el paraguas de las famosas listas plancha, que vienen a ser como las lentejas, y no porque se peguen en el puchero o tengan mucho hierro, si no porque es lo que hay y "nosotros (ellos) hemos decidido que es la mejor manera". Me recuerda a cuando en Barcelona en Comú dijeron aquello de "tenéis tres días para montar una lista, esta es la nuestra" (y si no fueron tres fueron un par más que la memoria no me da para tanto). Me gusta mucho más el tipo de primarias de Zaragoza en Común, abiertas desde el número uno, con Podemos en los periódicos diciendo a quién votar y con IU haciendo lobby para que sus candidatos estuvieran arriba, disimulando pero con estilo, para que no se notara y todos fuéramos felices.
Ahora en Común da miedo a Pablo Iglesias y toda su camarilla porque es todo lo que las bases de Podemos quiso que fuera su partido y no lo será, da miedo porque si al final se opta por construir una candidatura alrededor suyo esta podrá dejar a PI fuera de la presidencia del gobierno, si es que ha estado dentro alguna vez. Y si Pablemos ataca con tanta saña (cabezas de ratón, ocurrencias, frente de izquierdas, izquierda moribunda) es porque tiene miedo de que sus militantes tengan una alternativa real de participación, democracia y transparencia. Tienen miedo de que su ocurrencia de listas plancha estatales les pase factura pensando que todo estaba atado y bien atado. Tienen miedo porque su hegemonía nunca ha estado tan amenazada. Como bien dicen, el miedo ha cambiado de bando, o más bien, se está repartiendo por entre los que se creían con la poltrona asegurada. Y yo me pregunto: cuando Pablo Iglesias deje de ser eurodiputado (antes de lo previsto) y no llegue a presidente del gobierno ¿seguirá como simple diputado o tras un tiempo prudencial se retirará de la política con la coleta entre las piernas?
La conclusión vendría a ser: olvidémonos de Pablo Iglesias, Podemos no confluirá y si lo hace será para intentar absorber el proceso, manipularlo, mejor será seguir el camino, mostrar la pluralidad de Ahora en Común y esperar que los descontentos, los ninguneados y todo aquel no hooligan pro mesiánico de Podemos confluya y construya lo que Podemos pudo ser y ya no será.
(Me he quedado muy a gusto, pero aún me falta algo por sacar...)
a
10:16
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viernes, 11 de julio de 2014
Las cuentas que no salen o el negocio de la política
Hace escasos días el Tribunal de Cuentas, sí ese sitio donde uno trabaja como con la familia y donde los informáticos saben encender y apagar ordenadores, ha hecho público el informe sobre el estado contable en 2013 de los partidos políticos sometidos a su control. Pero esto no es noticia, esto debería ser normal y no tener mayor trascendencia que la que pudiera tener en su contenido, que tampoco debiera ser especialmente escandaloso. Pero lo es.
Y lo es por varios motivos, el primero por las grandes cantidades de dinero que se mueven. Los que tenemos alguna relación con el mundo de la política sabemos que todo cuesta dinero, absolutamente todo, pero los que pertenecemos a formaciones pequeñas también sabemos extraer rendimiento de las piedras y capitalizar como nadie la voluntariedad humana.
Y todo esto viene tras revisar someramente los datos contables de los partidos en cuestión. Vayan los datos por delante, primero las subvenciones recibidas y los ingresos por donación directa y cuotas:
Un motivo posible, nuestros políticos, mayoritariamente, creen que aparentar les reporta mayores beneficios electorales que tener una ideología clara con propuestas acordes y un buen sistema de comunicación. Y esto pensando bien y no creyendo que hay quien se lo lleva crudo o que se trata simplemente de sibaritismo muy mal entendido, eso sería algo muy feo que otro día trataremos.
Y lo es por varios motivos, el primero por las grandes cantidades de dinero que se mueven. Los que tenemos alguna relación con el mundo de la política sabemos que todo cuesta dinero, absolutamente todo, pero los que pertenecemos a formaciones pequeñas también sabemos extraer rendimiento de las piedras y capitalizar como nadie la voluntariedad humana.
Y todo esto viene tras revisar someramente los datos contables de los partidos en cuestión. Vayan los datos por delante, primero las subvenciones recibidas y los ingresos por donación directa y cuotas:
Las cifras cantan por sí mismas, pero vayamos por partes. Primero las donaciones particulares; sobre estas nada a decir, cada uno es libre de tirar donar su dinero a quien le parezca oportuno, no juzgaremos, de momento el motivo o el uso que se de a dicha donación. Lo que realmente llama la atención son las abultadas cifras de subvención que reciben los partidos. Resulta que no basta con los más de setenta millones de euros que reciben los partidos de donantes privados si no que donantes públicos, es decir todos nosotros, "donamos" más de doscientos millones de euros a las formaciones políticas para su funcionamiento más los que se reparten según votos obtenidos, unos sesenta y tres en este ejercicio. Aquí uno puede pensar ¿y para qué? ¿Por qué reciben los partidos políticos tanto dinero? En el ejercicio analizado las formaciones suman alrededor de 344 millones de euros (sin contar las subvenciones a fundaciones afines) y seguimos preguntando ¿para qué?
La respuesta estándar es para su correcto funcionamiento, claro. Pero no queda tan claro, primero no hace falta tanto dinero para mantener lo que se hace actualmente en política (y no nos referimos a lo que puedan hacer algunos políticos con escrúpulos limitados). Y sé que no hace falta porque si fuera así la asignación sería lineal, es decir, TODOS los partidos recibirían la misma asignación para poder concurrir a las elecciones en igualdad de condiciones, en cambio se subvenciona en consonancia a los resultados electorales obtenidos. La ventaja de este sistema está clara, así el dinero va a manos de los partidos que tienen el favor ciudadano y no se financia a grupúsculos de oscuros intereses ni se favorece que alguien con pocos escrúpulos monte un partido sólo para poder embolsillarse dichas subvenciones. Pero la flaqueza del sistema también es clara, de esta forma se dificulta la igualdad de condiciones en contiendas electorales incluso con el modelo agotado, como ahora, dificultando el acceso a la arena a nuevas formaciones y, en definitiva a carne fresca. Entonces, ¿deberíamos subvencionar a todos por igual? No, claro que no. Cada vez me seduce más la idea de que cada partido debería subsistir con lo que sus afiliados le aporten, sería un sistema algo más justo y, seguro, nos daría tardes épicas de populismo por parte de algunas formaciones y un mayor interés en desempeñar mejor que bien las responsabilidades de cada uno para con sus electores.
Los partidos políticos tienen como tarea proponer legislaciones y procurar que el gobierno de turno se contenga ante la generosidad amiguil, reducirla a cero es lo deseable, y para tal faena no se necesitan tantas alforjas. Por lo tanto... ¿para qué tanto dinero? y lo que es peor, ¿por qué la necesidad de endeudarse tanto con bancos hasta el extremo de tener más deudas que capital y bienes, esto es, en quiebra técnica?
La respuesta estándar es para su correcto funcionamiento, claro. Pero no queda tan claro, primero no hace falta tanto dinero para mantener lo que se hace actualmente en política (y no nos referimos a lo que puedan hacer algunos políticos con escrúpulos limitados). Y sé que no hace falta porque si fuera así la asignación sería lineal, es decir, TODOS los partidos recibirían la misma asignación para poder concurrir a las elecciones en igualdad de condiciones, en cambio se subvenciona en consonancia a los resultados electorales obtenidos. La ventaja de este sistema está clara, así el dinero va a manos de los partidos que tienen el favor ciudadano y no se financia a grupúsculos de oscuros intereses ni se favorece que alguien con pocos escrúpulos monte un partido sólo para poder embolsillarse dichas subvenciones. Pero la flaqueza del sistema también es clara, de esta forma se dificulta la igualdad de condiciones en contiendas electorales incluso con el modelo agotado, como ahora, dificultando el acceso a la arena a nuevas formaciones y, en definitiva a carne fresca. Entonces, ¿deberíamos subvencionar a todos por igual? No, claro que no. Cada vez me seduce más la idea de que cada partido debería subsistir con lo que sus afiliados le aporten, sería un sistema algo más justo y, seguro, nos daría tardes épicas de populismo por parte de algunas formaciones y un mayor interés en desempeñar mejor que bien las responsabilidades de cada uno para con sus electores.
Los partidos políticos tienen como tarea proponer legislaciones y procurar que el gobierno de turno se contenga ante la generosidad amiguil, reducirla a cero es lo deseable, y para tal faena no se necesitan tantas alforjas. Por lo tanto... ¿para qué tanto dinero? y lo que es peor, ¿por qué la necesidad de endeudarse tanto con bancos hasta el extremo de tener más deudas que capital y bienes, esto es, en quiebra técnica?
Un motivo posible, nuestros políticos, mayoritariamente, creen que aparentar les reporta mayores beneficios electorales que tener una ideología clara con propuestas acordes y un buen sistema de comunicación. Y esto pensando bien y no creyendo que hay quien se lo lleva crudo o que se trata simplemente de sibaritismo muy mal entendido, eso sería algo muy feo que otro día trataremos.
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