Como todos sabemos el 8 de marzo se conmemora el "Día de la mujer" (me resisto a llamarlo celebración) y no voy a ser yo quien explique el motivo de que sea ése día en concreto en lugar de otro. Lo que sí voy a hacer es desgranar el por qué lo publico yo hoy y el motivo subyacente a la problemática que se denuncia y se pretende revertir.
En primer lugar lo publico hoy con este título como podría haberlo publicado cualquier otro día con un título tal que El feminismo no es cosa de un sólo día o Las mujeres lo son todos los días y todos los días tienen derechos. La cuestión es que hay un problema con las mujeres, y sí, he dicho "con", y no porque lo generen o provoquen o sean causa, si no porque parece que las tiene que acompañar desde tiempos remotos. El grave problema con las mujeres se llama machismo y sigue activo hoy más que nunca.
Hace más de ochenta años que las mujeres pueden votar en España, lo que costó no pocos esfuerzos, que si bien es más tarde que Nueva Zelanda, 1893, es mucho más pronto que en la Suiza de 1971 donde se argumentaba tal que así:
¿Conceder el derecho de voto a las mujeres? ¡Qué idea más ridícula! El cerebro de la mujer es más pequeño que el de los hombres lo que demuestra que las mujeres son menos inteligentes. Son propensas a actitudes extremistas y se asocian a campañas sin consultar antes a sus maridos. Además, eso no fomentaría la igualdad de derechos porque su natural modestia les impide ir a votar cuando están embarazadas, y como las mujeres del campo suelen tener más hijos, tendrían una desventaja injusta con respecto a las mujeres que viven en las ciudades. Y si las mujeres son elegidas al parlamento, ¡qué deshonra supondría esto para sus maridos! Éstos estarían obligados a cocinar en casa…Puede parecernos argumentos lejano y muy marcianos, pero en esa misma época una mujer en este estado necesitaba permiso del padre o del marido para sacarse el carnet de conducir, poner una denuncia o abrir una cuenta corriente. Huelga decir que aún hoy hay países que niegan todo derecho a la mujer. Aún hoy hay quien piensa, y no hace falta ir a países del oriente más o menos próximo, que la mujer está menos capacitada en general que el hombre. Recientemente el ínclito Silvio Berlusconi nos decía que una mujer que fuera madre no podía ser alcaldesa de Roma porque no podría dedicarle todos sus esfuerzos (no voy a perder el tiempo rebatiendo argumentos absurdos). Pero vengámonos más cerca y observemos a la ley de sucesión real emanada de la sacrosanta e intocable constitución española del 78 (nótese las minúsculas) en la que la mujer hoy, 2016, está por detrás del hombre que es mucho más digno de ser rey porque... bueno no sé que es lo que hace que un rey sea bueno aparte de su propensión a abdicar en favor de una República...
Uno siempre pasa por diversas etapas en su vida que le hacen tener una opinión más rica de la realidad cuanto más crece su experiencia. El que esto suscribe también llegó a pensar que el feminismo es el machismo de las mujeres y que deberíamos hablar de igualitarismo, catorce o quince años no dan para más (aunque el concepto estaba claro pese a no haber acertado con el vocabulario). También he llegado a pensar que el machismo es algo en peligro de extinción, que en cuanto mi generación fuera hegemónica se habría acabado la rabia porque ya nos hemos criado con chicas en clase, hemos trabajado con mujeres y a sus órdenes y hemos admirado a actrices, escritoras, científicas y demás profesionales por la excelencia en sus respectivos trabajos. Somos una generación que si bien la parte masculina de la población hemos disfrutado de la reemisión de películas del destape no ha sido más que por un hedonismo egoísta por nuestra parte. Pero el feminismo no es equivalente al machismo ni éste está tan cerca de la desaparición.
Pero no
Aunque etimológicamente pudiera parecerlo, las doctrinas feministas hablan de igualdad de género pero no sólo de género. Cuando se habla de feminismo o de políticas feministas en realidad hablamos de aquellas cuestiones que garantizan el trato igualitario entre personas independientemente del sexo físico, de la identidad de género, del color de piel, religión (o ausencia de ella), ..., es decir, el feminismo aboga por que cada persona reciba los mismos derechos y las mismas obligaciones con el único requisito de pertenecer a la especie humana. No se piden tratos de favor ni se reivindica la superioridad de nadie.
- Pero hay unas feminazis que dicen que la mujer es superior al hombre...
Sí, claro, y hay hombres que quieren tirar cabras desde campanarios. No sé si son feminazis o si ese término designa algo, lo que está claro es que quien dice eso no es feminista, es otra cosa poco recomendable. Una visión feminista del mundo, las famosas gafas rosas, no se debe confundir nunca con el sometimiento del varón ante la varona (tal y como al revés enseña la biblia). Repito es hablar en términos de igualdad y equidad. Y aquí entra el término en disputa: equidad.
Equidad no es sólo un sinónimo de igualdad, equidad es buscar la forma en que la igualdad sea efectiva. Soy de esas personas que creen que las cuotas, incluso las listas cremallera en política, perjudican a la mujer porque establecen siempre la duda de si está por méritos o por número, por el hecho de ser positivas no dejan de ser discriminaciones, pero se impone la realidad y la practicidad. Y la realidad es que aún falta normalizar el ejercicio del derecho femenino a ser altas directivas, deportistas de élite o políticas de alto rango, aunque es sobretodo en el ámbito de la empresa privada donde hay más que batallar. La discriminación positiva, las cuotas, nos permite básicamente dos cosas: la primera demostrar a una caterva de hombres (y mujeres) anclados en siglos pasados que una mujer es capaz de todo, tanto bueno como malo, exactamente como un hombre; y la segunda es poder mostrar a generaciones de mujeres futuras ejemplos en todos los campos, ejemplos que no sólo sean de superación ante las adversidades si no que sean ejemplos de éxito personal y por lo tanto las elecciones profesionales dejen de tener un sesgo de género.
Pero hombres y mujeres no somos iguales
Físicamente tenemos diferencias en la carrocería y unas pocas a nivel de funcionamiento interno, todas ellas ligadas a la función reproductiva de cada uno. Es verdad que como primates que somos hay un cierto dimorfismo sexual, diferencias de tamaño y envergadura y capacidades diferentes a la hora de ver colores fruto de la adaptación temprana de la especie a un sistema de vida determinado, pero si observamos los cuerpos extremos, y con ello me refiero a deportistas de élite, vemos que las diferencias de marcas, récords y demás, se está acortando lo que vendría a significar que una cosa es el punto de partida (determinado también por estilos de vida distintos gracias a cuestiones culturales) y otro las posibilidades máximas. Hay expertos que opinan que llegará un día en el que no tendrán sentido las competiciones separadas porque el nivel en velocistas, saltadores, etc. será exactamente el mismo y que si no lo es ya es por una cuestión estadística: hay más hombres con acceso a entrenamiento de alto nivel.También es cierto que el cerebro funciona diferente (no lo digo yo es algo que he leído en diferentes reportajes) y es que la función vocal, el habla, la elocuencia..., está más desarrollada en las mujeres, mientras que los hombres lo que tenemos más desarrollado precisamente es la comunicación no verbal. Nosotros tenemos mejor orientación en tres dimensiones mientras que el cerebro femenino sí puede realizar dos tareas complejas a la vez, junto a la capacidad de ver más tonos de rojo (no es broma), como herencia del tiempo en el que surgimos, hombres cazando y mujeres recolectando.
Pero nada de esto incide en lo importante: tenemos la misma inteligencia, o más exacto, tenemos las mismas inteligencias: emocional, espacial, matemática, verbal... y las diferencias entre hombres y mujeres lo son exactamente igual que entre dos hombres y dos mujeres, esto es variabilidad entre individuos, pero EXACTAMENTE LA MISMA.
En definitiva, el feminismo tiene sentido porque aún hay camino que recorrer. Las listas cremallera en las elecciones tienen sentido porque es necesario normalizar y mostrar el papel de la mujer en política. Las cuotas en los órganos de administración son necesarias para romper la idea de que la mujer no puede tomar decisiones responsables. Todo, todo es necesario mientras siga existiendo diferencias en sueldos por el mismo trabajo, mientras haya trabajos de mujeres y trabajos de hombres, mientras pensemos que los hombres deben ayudar en las tareas de casa como si no fueran tareas suyas, mientras que los niños sean cosa de madres y el sueldo familiar de padres, mientras la "cabeza de familia" no sea una bicefalía, mientras sigamos pensando que necesitan que les llevemos la compra...
Al final hay que dar muchas vueltas para justificar lo que muchos ya sabemos y lo que una parte de la población por algún extraño motivo se niega a aceptar. No quiero alargar más el post, creo que todos conocemos de sobra ejemplos de estupidez humana que pretender supeditar a la mujer al hombre (incluidos youtubers de discutible inteligencia y escritoras que auspiciadas por próceres de la iglesia defienden la "sumisión" femenina) y ejemplos de mujeres a la altura que deben ser ejemplo de todo (Clara Campoamor, Marie Curie, Frederica Montseny, Mary Wollstonecraft, etc.). Para mí se puede resumir adoptando un lema que en tiempos lo fue contra el racismo pero que viene que ni pintado: