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domingo, 15 de junio de 2014

La abdicación

Monarquía o RepúblicaComo no podía ser de otra forma, si te comprometes a mojarte lo tienes que hacer. Un blog que quiera opinar sobre política (entre otras cosas) no puede obviar el tema de moda, y a este que suscribe no le queda otra que ceder a la obviedad y tratar aquello que está en boca de todos. 

El pasado lunes 2 de junio Juan Carlos I a la sazón rey de España (minúscula intencional) anunciaba su intención de retirarse del frente activo en favor de su hijo Felipe. Desde entonces una parte de la sociedad se ha dedicado a aplaudir con las orejas el bienhacer del monarca y el (futuro) acierto del hijo en su pilotaje del estado mientras una no menos grande caterva de ciudadanos se han lanzado a la calle para pedir, al menos, que se les pregunte antes de dar las cosas por hechas.

No sorprendería a nadie que hubiera leído con atención el anterior párrafo si ahora me posicionara en el segundo grupo social. Bien, así es, aunque por cuestiones circunstanciales. Me explico:

Cuando uno es republicano convencido, no lo es por estar en contra del personaje que se esconda detrás de una figura política determinada como lo sería un rey, puede ser que sí, pero no tiene por qué. Cuando uno es republicano lo que expresa es, en definitiva, su preferencia por una opción plenamente democrática e igualitaria. A nadie escapa que no votar a un jefe de estado sino que predefinirlo con derechos de sangre es algo que nos lleva a tiempos pretéritos previos al espíritu democrático que nos suponemos universal. Y lo es por un sencillo motivo más allá de la simple votación o del derecho de opción. Lo es porque si aceptamos que un monarca represente una idea de unidad, estabilidad, abnegación y sacrificio, y que esta idea se transmita por linaje, en realidad estamos aceptando lo que en tiempos previos al medioevo se instauró, aceptamos que el rey es una suerte de figura divina tocada por la providencia y que se encuentra más allá del bien y del mal, aceptamos una figura imbuida de poderes tal cual demiurgo capaz no ya de representar al estado en sí mismo, si no de serlo en esencia, de ahí su inviolabilidad.

Cuando uno es republicano rechaza de plano tales divinidades y herencias y pretende que los destinos de un estado, nación, pueblo, etc. sean en última instancia responsabilidad de sus ciudadanos y que sean ellos los que pongan o quiten dirigentes más o menos capaces en más o menos tiempo. Y aquí una razón práctica, un presidente/ministro mantiene una fecha de caducidad en el cargo que las urnas renuevan o no según voluntad popular, a un rey incapaz cuesta un poco más y sólo puede hacerse al estilo Borgia o Versallesco, es decir, si la representación de un Estado (esta mayúscula también mantiene intencionalidad) recae en un irresponsable vergonzante e inútil soberano hay que aguantarlo o quitarlo de en medio siendo el ejemplo del abuelo del (aún) monarca el ejemplo más civilizado que podamos encontrar junto al de la familia de la (aún) reina consorte (¿casualidad?).

¿Y qué diríamos que debe ocurrir para que un rey sea contraproducente para sus súbditos máxime cuando no tiene poder real para el gobierno? Podemos elegir varias opciones:
  • Que su coste supere con creces el beneficio producido
  • Que se evidencie una clara actuación al margen de la ley que se representa incluyendo el latrocinio y el tráfico de influencias
  • Que su actividad moral ofrezca una imagen cuestionable
  • Que en épocas de máxima tensión tensión social se dedicara al esparcimiento personal
Parece que la lista anterior sea hecha ex profeso para el caso que nos ocupa, pero no puede ser de otra forma, veámoslo con ejemplos concretos:
  • El primer punto es difícil de comprobar, pero la corona cuenta con una generosa atribución económica (7.775.040,00 € según la propia casa real) además de tener todos los gastos pagados amén de muebles e inmuebles procedentes de Patrimonio Nacional. Y a mí me cuesta creer que proporcione ingresos gracias a sus contactos en forma de contratos, cuando alguien compra algo por varios millones de euros no se lo compra a un amiguete, lo compra al proveedor que le ofrece el mejor producto y al mejor precio para la calidad que demanda. Si, en cambio, el mérito es del vendedor, muy bien, dejémosle el trabajo de comercial a comisión a tiempo completo, puede que salga ganando. Aunque a su edad jubilación y petanca parecen mejor opción.
  • No quedan evidencias de que Juan Carlos haya cometido delitos, otra cosa es que se recuerde que durante muchos años al volver de viajes oficiales parara siempre en Suiza de forma oficiosa y en solitario. Y que su hija y yerno estén imputados en el archiconocido caso Nóos sea algo feo que el entorno se encarga, como de otras cosas feas, de minimizar cuando no puede ocultar. En referencia a este último ejemplo sólo decir que cuando la casa real dice que advirtieron a Urdangarín de que dejara lo que estaba haciendo porque era ilegal sin llegar a denunciar puede estar incurriendo en un delito de encubrimiento.
  • Leyenda urbana es lo de las amantes del rey (¿lo es?), lo que sí queda es lo que dijo Peñafiel al hilo de la boda de Felipe con Letizia: "tiene que casarse con una princesa de sangre azul, luego que folle con quien quiera como se ha hecho siempre", sobran las palabras. Eso sí, mantener bula papal para ser guardián de la fe católica parece que no casa con esa presunta promiscuidad y la incoherencia sí que es algo muy feo.
  • Aquí podría hablar de elefantes...
cacería de elefantes
Pero aún no hemos entrado en las cuestiones circunstanciales que impelen a uno a pedir referéndum cuando lo único que parece obvio es pedir simplemente un proceso constituyente para ver como nos organizamos sin coronados.

Bien, un primer motivo es la coherencia personal con la formación en la que milito, Piratas de Aragón, que tras un debate interno ha decidido solicitar dicho referéndum por el sencillo motivo de promover la democracia empezando por que la gente tenga oportunidad de decidir la organización del estado en el que vive. Y es un cuestión circunstancial porque de tener un poso democrático más profundo en esta sociedad podríamos pedir directamente lo obvio, pero la falta de tradición y el poco interés de determinadas fuerzas políticas en ello nos impele a esta solución aunque implique mantener como opción elegible el tener un monarca de nuevo.

Parece que este post se ha alargado un poco y no quiero aburrir, lo que es una pena. Lo es porque no he podido desarrollar ideas como que la igualdad entre personas es violada por la monarquía gracias a objetos como la Ley Agnaticia, derivada de la Ley Sálica, en un estado moderno deberíamos estar luchando contra la coronación de Elena I y no de Felipe VI... tampoco he hablado de como debería organizarse el estado en una república o porqué una dictadura (de la que proviene la imposición de Juan Carlos) tampoco es opción... quizá si este primer post tiene cierta aceptación haga una segunda parte. Mientras podéis expresar vuestra opinión a través de iniciativas como ¡Referéndum Real Ya!, o leer un anterior post sobre monarquía que escribí en otro blog...

Mientras un recordatorio un poco manipulador...

Franco y Juan Carlos

sábado, 23 de febrero de 2013

"¡Se sienten, coño!"

Releyendo el anterior post me he dado cuenta de su incompleción. No parece estar en la misma línea que este autor pretende seguir. Quizá la prisa por llegar a tiempo a la efeméride unido a lo intempestivo de las horas de redacción ha facilitado la brevedad del artículo.
"¡Quieto todo el mundo!"
Parémonos un momento a pensar. ¿Por qué es tan importante un golpe fallido? Pues por dos razones, la primera los motivos que lo propician y la segunda es que quizá no falló tanto.

Motivos

Aparentemente es un respuesta sencilla: quien ideó y planeó el golpe era un nostálgico contrario a la democracia que pretendía llevar al estado a épocas anteriores con o sin el beneplácito de la corona.

Es en esta categoría en la que se suele circunscribir a Antonio Tejero, de hecho tres años antes ya había dejado patente su deseo de involución. Pero hay muchos más implicados que coincidirían con esta descripción.

¿Por qué?

Pues porque no se puede pretender que una generación nacida y criada en un régimen político restrictivo y educada en la no tolerancia de la diversidad, respete y se someta a la democracia en poco tiempo, máxime si quien debe someterse ostenta un cierto grado de poder. Cabe decir que sí, que élites militares de pasado abiertamente franquista tuvieron la capacidad de adaptación necesaria como para adaptarse a la nueva realidad más allá de la simple obediencia debida, como es el caso de Gutierrez Mellado, el mencionado en el otro post Sabino Fernández Campo (aunque ambos con limitaciones en cuanto a su apertura) o los fundadores e integrantes de la UMD. Por lo tanto parecería injusto inferir que las fuerzas armadas en pleno secundaran el golpe o estuvieran dispuestas a atacar a la población civil.

De sobras es conocido que la mayoría de militares de base movilizados lo fueron con excusa de maniobras o sin explicación puesto que lógico es pensar que una traición manifiesta, como es un golpe de estado, no fuera de dominio público. Tampoco nos haremos ilusiones, el montante de altos cargos imputados demuestra el grado de insatisfacción de muchos de los integrantes de la cúpula militar aunque la mayor parte de capitanes generales aducieran enterarse del golpe por la prensa o por llamadas personales minutos después de producirse el ataque. Aunque esto nos da dos lecturas, una en la que mienten y lo sabían, al menos los que llegaron a participar, y dos, quien organizara el golpe no necesitó ponerles sobre aviso y confió en su adhesión en cuanto se conociera el hecho. Personalmente encuentro más lógica y plausible la segunda.

En cualquier caso lo motivos principales los podemos encontrar en la pérdida de poder de un élite y a su resistencia a los cambios. Unámoslo a una educación que rechazó de plano la evolución cultural e ideológica y que prefirió criar acólitos a enseñar a pensar y tomar decisiones propias (no se me entienda que  ningún educado por el franquismo supo nunca pensar, pero sí está claro que los estímulos y pensamientos críticos debía buscarlos fuera del currículo establecido).

Tampoco podemos pensar que el odio irracional al cambio fuera el único acicate del golpismo, cabe pensar en aquellos bienintencionados que al más puro estilo salvapatrias e inspirados en un mal disimulado despotismo, ilustrado, claro, creyeron que todo era un parabién.

¿Por qué no falló?

Pues como ya apuntamos en el comentario anterior existe una clara tendencia a considerar como fin último de los organizadores golpistas el dar un toque de atención a la democracia, el inducir el temor al cambio radical en la sociedad y, en última instancia, afianzar el papel de la corona.

Las dos primeras proposiciones son claras. La misma élite política y militar que no veía con buenos ojos la democracia, se contentaría con dejarla manca y coja (tuerta ya lo venía siendo). La puntilla había sido la legalización del Partido Comunista y de partidos abiertamente independentistas como ERC o PNV-EAJ. La separación iglesia-estado sancionada por la constitución del 78 tampoco había caído bien en los sectores más conservadores. Por todo ello un amplio sector veía con buenos ojos el nuevo camino sólo si se modificaban las reglas del juego, acercándolas lo más posible al statu quo pretérito. Los impulsores de tal voluntad cercenadora se servirían de los más retrógrados para su propósito, los motivos obvios, ya habían dado muestras de voluntad golpista y estaban organizados alrededor de centros de poder establecidos, esto es, presencia importante en las fuerzas armadas.

¿Y como encaja el afianzamiento del poder de la corona?

Una cuestión sencilla. Juan Carlos I era el heredero político, declarado y confirmado del franquismo. Juró los principios del movimiento al ser coronado y no abjuró de ellos en ningún momento (y sigue así). Tales principios le reservaban amplias prerrogativas y facultades, además perpetuaba el poder de militar al serlo él de carrera. La constitución, en cambio, recortaba el poder de la monarquía hasta dejarla como un mero testimonio representativo de una entelequia. El poder ahora era civil, como civil era Adolfo Suárez, el artífice de la democracia, de la legalización del PC, de la secularización del estado y del advenimiento de las libertades jurídicas, sociales e individuales. Se veía venir la modernez europea y americana y eso era algo que no podían permitir los herederos de la tradición de raza y casta de tan rancio abolengo.

La solución pasaba por quitar de enmedio a Suárez (incluído en esto su sucesor Calvo-Sotelo), devolver la presidencia del gobierno y del estado al rey y a sus delegados directos. Y todo esto debía ser posible porque Alfonso Armada (el ideólogo final, o inicial, según se mire) era amigo personal del rey y ex-secretario suyo. Creía que podría dirigir al monarca como había hecho antaño, mientras fue su protector. La ventaja del plan era que fuera cuel fuese el resultado siempre ganaba la corona. De hecho Armada aún se jacta de saber que los capitanes generales sublevados seguirían al rey fuera cual fuese su posición por un principio de lealtad castrense. Por ello Armada asegura que el golpe de estado fue un éxito puesto que la figura del rey quedó reforzada.
Comparecencia en TVE del rey

Esto sería cierto sólo a medias. Ulteriores investigaciones han demostrado que Armada intentó, sin éxito entrar en la Zarzuela, también se ha demostrado que a todo el que le escuchaba le repetía que el rey estaba detrás de todo (punto no demostrado a día de hoy) y que al no conseguir entrar en el centro de mando intentó negociar con Tejero en el congreso. La finalidad era postularse, sin que se notara demasiado, como presidente de un gobierno de transición que promoviera las reformas antes descritas. No tuvo éxito en ninguna de sus gestiones por lo que sus ansias de poder no quedaron colmadas. (Malas lenguas aseguran que el desencadenante fue su destitución como secretario del rey a instancias de Suárez.) 

En todo este asunto lo que más da que pensar es en la cantidad de indultos concedidos a la cúpula conspirativa pocos años después de ser condenados (Armada sólo cumplió cinco de los treinta años a los que se le condenó), malos pensamientos nos dirían que el poder establecido tenía asuntos pendientes con ellos.

En cualquier caso el golpe (o los golpes) de estado del 23 de febrero de 1981 es un episodi muy oscuro y complejo del que nunca ha interesado llegar hasta el fondo y cada vez es más difícil hacerlo. Confluyeron en un único punto demasiados intereses y objetivos, demasiadas tramas y demasiadas decisiones iguales por diferentes motivos. El 23F es, sin duda, una herida cerrada en falso, otra.

domingo, 17 de febrero de 2013

Píldoras IV

La corona
Hoy nuestras, mis, reflexiones versan sobre la controvertida Monarquía y lo que debería reformar de sí misma para adecuase a la realidad democrática que demanda el s.XXI. Según mi parecer lo que la cúpula regente debería hacer es:
  • Primero y sin excusas: abdicar completamente en una República, sin ambajes y sin reservas, sometiendo a todos los integrantes al imperio de la ley con efectos retroactivos y sin excusas ni exenciones.
  • Luego que hagan lo que quieran (o puedan).