Como casi todo el mundo sabe, ayer se celebraron elecciones al Parlament de Catalunya. Estas no eran unas simples elecciones como las que solemos ver cada cuatro años. Esta vez no se ha planteado únicamente una distribución de las parcelas de poder sino que han concurrido diversos factores adicionales. Factores como que tanto el motivo real de la convocatoria como el motivo aparente (aunque no falso) han copado páginas y páginas de periódicos propios y foráneos, se ha visceralizado el discurso de determinados sectores sociales (por el motivo aparente del adelanto) y se ha polarizado la contienda electoral más allá de la tradicional división izquierda/derecha situándolo, y por vez primera de forma explícita, en un separatismo/unionismo, personalizado el primero en el presidente de la Generalitat y el segundo en otras tres fuezas políticas autoinvestidas como adalides del imperio patrio. Además que estas elecciones se celebren sólo dos años después de la investidura del gobierno saliente no ha favorecido a su normalidad.
¿Por qué se han celebrado estas elecciones en este momento y porqué son tan atípicas? Bien, las respuestas necesarias se antojan sencillas aunque no lo sean tanto, requieren matices:
Como lo primero es lo primero y sin datos poco se puede hacer, ahí van:
¿Por qué se han celebrado estas elecciones en este momento y porqué son tan atípicas? Bien, las respuestas necesarias se antojan sencillas aunque no lo sean tanto, requieren matices:
- Se han adelantado las elecciones por un órdago que CiU, esto es, Artur Mas, lanzó al no conseguir un pacto sobre la financiación que le satisfaciera lo suficiente.
- Son atípicas porque se ha producido una polarización nacionalista más acusada que en anteriores citas incluyendo una internacionalización de la cuestión.
Digo que las respuestas se antojan sencillas porque lo son, lo que no son es simples, son necesarios antecedentes para comprenderlas en una buena medida.
Antecedentes
Una sucesión traumática en el seno de ERC (simplificando) provoca que varios sectores críticos se secesionen y formen diversos partidos cuyo obetivo principal es la independencia política de Catalunya mediante acciones directas y de izquierdas; a saber: RCat y SI, a los que tendríamos que sumar la aparición de DC del ínclito Joan Laporta. Este hecho, junto al previsible fracaso (en ese momento) del segundo tripartito supuso un relanzamiento de la causa independentista recolocándola de nuevo en los primeros puestos de las preocupaciones de la sociedad catalana.
CiU en esos tiempos pugnaba por regresar a un poder que creía natural para sí con un Artur Mas que no había sido delfín del pujolismo para quedar apartado, máxime cuando fue siempre la fuerza política más votada.
Viendo que el independentismo ya no era propiedad de un sólo gran partido, que el nacionalismo soberanista empezaba a pujar lo suficiente como para constar en la agenda política de cada vez más votantes y que había otros tres que amenazaban la hegemonía existente con el consiguiente peligro de menguar las porciones de tarta de cada uno, Mas decidió jugar una carta que hasta Pujol mantuvo en la recámara.
Cabe recordar que CiU no es un partido sinó una federación más o menos estable de dos formaciones, CDC y UDC. Ambas formaciones se declaran nacionalistas pero en su quehacer se muestran ambivalentes o directamente contrarias. Si es famoso el "ara no toca" de Pujol cuando le preguntaban por el soberanismo, no lo es menos el refractarismo de Duran i Lleida ante tal hecho. Tradicionalmente Unió se ha mantenido en un regionalismo autonomista con gran arraigamiento folclórico, mientras que Convergència ha coqueteado más con nacionalismos sobre todo no rupturistas mostrándose cómodo en el federalismo asimétrico. Conviene no olvidar que el seno de CDC es una amalgama de diferentes sensibilidades catalanistas entre ambos extremos, y de diferentes ideologías económicas incluso. En el difícil equilibrio de las susodichas Mas se desmarcó del guión oficial presentando a CiU como "La casa gran del catalanisme" (casa principal del catalanismo). Críticas en el seno de su formación e incredulidad de otras fuerzas, acabó calando en la sociedad que lo aupó a la presidencia en las siguientes elecciones (modo simplificado:on).
Poco después, y consciente de que se debía desviar la atención de sus políticas neoliberales, se apropió de un discurso propio de otros sectores catalanistas. Sectores que también se encontraban dentro de CiU aunque su expresión se supeditaba al sempiterno "ara no toca" y a un pragmatismo económico que prefería mantener la sartén por el mango antes que emprender aventuras de gran riesgo crematístico y de incierto beneficio electoral.
Artur Mas se tornó en independentista irredento para recrear ante Rajoy un "que viene el lobo" reformulado. Si hasta ese momento servía para mantener a sus acólitos a raya amenazando con lo que venía de Madrid si no se cooperaba, ahora iba a Madrid mostrando una sociedad abiertamente separatista que podría ser acallada a través del manido pacto fiscal. La estrategia era clara, para frenar la horda independentista se debía dar algo a cambio, CiU "sacrificaba" su ideología y todo seguía igual. ¿Cual fue el problema? Pues la mayoría absoluta y aplastante del PP. El cuento del lobo no surtió efecto y Mas (y CiU) debía cambiar la estategia.
Y vino el órdago. Una aparente pátina mesiánica revistió a los dirigentes convergentes sabedores de su poder en las urnas y de su infalibilidad como Pedro avisando de la venida del lobo. Así pues, se convocaron elecciones con el fin de legitimar el gobierno de Mas-CiU y dotarlo de mayor poder de convicción para la siguiente ronda negociadora. Pero para ello se debía desactivar la amenaza de casa y no había mejor forma que ir a por todas con un órdago a mayores. CiU establece un discurso más que soberanista (aunque a Artur Mas le costara articular la palabra independencia) y plantea una ruptura con España. ¿Para qué? Pues para apropiarse del sector más abiertamente independentista de la sociedad que siempre votó a otras formaciones y para mostrar en La Moncloa una amenaza más demoledora para desactivar si no se atendía a sus reivindicaciones.
Y ¿qué pasó?
La cosa queda así:
- CiU pierde 12 escaños
- ERC gana 11
- PSC pierde 8
- PPC gana 1
- ICV-EUiA gana 3
- C's gana 6
- SI pierde 4 y queda fuera
- CUP gana 3 y entra en el Parlament
De todas las formaciones con representación se han formulado a favor de una consulta via referendum CiU, ERC, PSC (aunque se posicionan en contra del separatismo y a favor de un federalismo), ICV-EUiA y CUP, mientras que en contra de celebrar un referendum están PPC y C's, esto es, y programáticamente, 107 diputados a favor de realizar una consulta y 28 en contra.
Análisis
Existe realmente una mayoría parlamentaria favorable a poder decidir plebiscitariamente el futuro catalán, de ellos, y según el programa de sus partidos habría 74 parlamentarios a favor de la separación, 48 en contra (incluyendo a los 20 de PSC que apuesta por el federalismo) y 13 de ICV-EUiA que estarían a favor de una consulta pero que no se han pronunciado oficialmente sobre qué votarian.
Si extrapolamos el voto a los partidos en el Parlament con el sentido de voto defendido en sus programas, un hipotético referéndum quedaría así:
- 54'815% estaría a favor
- 35'55% estaría en contra
- 9'63% no se habría definido
(estos cálculos evidentemente no son representativos ya que no se ha tenido en cuenta el voto en blanco ni el voto nulo; aparte, el hecho de votar por una fuerza política no implica la aceptación de todos y cada uno de los puntos del programa presentado ni la aceptación de todas sus tesis)
Pese a los flagrantes errores de cálculo por fallos metodológicos el resultado se acerca casualmente a los datos manejados en diferentes y recientes encuestas sobre intención de voto en un referendum.
¿Por qué?
Una de las lecturas más extendidas de estos comicios nos indica que si bien hay una mayoría que aboga por las tesis soberanistas, éstas no se identifican al cien por cien con CiU sino que han preferido el voto útil (y conocido) de ERC, que además estrenaba un candidato muy bien valorado no sólo por las bases sino además por sus adversarios políticos. Este voto útil paradójicamente ha defenestrado a SI, precisamente una de las formaciones más activas en la defensa del derecho a decidir.
El caso de las CUP es ligeramente igual y diferente; este, no tan, nuevo partido lleva tiempo en candidaturas municipales y acaba de decidir presentarse a estas elecciones tras muchas indecisiones. Representa un nuevo punto de vista político, son estrictamente asamblearios (ERC también mantiene una estructura de poder de base asamblearia), de izquierdas y, sobretodo, formado por gente joven que huye de estándares políticos aportando aire fresco y cercanía, además de un punto alternativo rupturista con el antiguo actual sistema.
PSC cae pero no tanto como se preveía. La renovación del aparato un tanto accidentada no ha facilitado las cosas a Pere Navarro que debía, además, pasar cuentas del cllientelismo hacia el PSOE y heredero de un Zapaterismo (y Rubalcabarismo) ya muerto y de infausto recuerdo para algunos sectores. Con la crisis de trasfondo PSC logra sus peores resultados en unas elecciones en Catalunya.
Por el contrario PPC logra sus mejores datos, suma un escaño y consolida una trayectoria ascendente. Parece evidente que ha capitalizado correctamente sus contactos en el gobierno y se ha hecho con una porción importante de la resistencia a separatismos y referendos.
ICV-EUiA también ha crecido. Un discurso centrado en las políticas sociales y en el rechazo a los recortes y el neoliberalismo no sólo refrenda a Joan Herrera como líder de la izquierda ecosocialista sino que brinda la posibilidad de dar algo más y poder crecer aún más.
C's es, de alguna forma, otra vez un partido revelación, si bien casi todas las encuestas lo hacían crecer, el triplicar su presencia parlamentaria evidencía su capacidad de aglutinar todo el unionismo disconforme con la situación actual. Un discurso basado en la no separación y en el mantenimiento de un statu quo territorial, de una identificación con la transversalidad ideológica y de una serie de lemas preestablecidos, permiten pescar en caladeros propios de UPyD y rescatar desencantados de las políticas del PP.
¿Y ahora qué?
Buena pregunta. Mayoritariamente se suele pensar que un parlamento tan fragmentado, no por número de grupos si no por el gran tamaño de éstos, es de difícil gobierno. Naturalmente dependerá de qué haga Mas con su mayoría relativa, porque lo que sí está claro es que cualquier opción de gobierno pasa por CiU ya que cualquier coalición alternativa es inviable por naturaleza. Por tanto dependerá todo, ahora, del compañero de cama elegido por Mas, a no ser que se atreva a hacerlo en solitario.
Gobierno en solitario. Dificilmente será la opción elegida. El programa presentado por Mas requiere socios, tanto para apoyar futuros posibles recortes ajustes, como para el pretendido referéndum. Un gobierno en solitario con apoyos puntuales no permitiría una estabilidad necesaria para el desarrollo de un plan económico y social, sea cual sea éste.
Un pacto con ERC sería suficiente para garantizar una cierta estabilidad. ERC impone como condición la realización del referéndum dentro de la siguiente legislatura. El punto en contra es la diferencia abismal sobre políticas económicas y sociales entre CiU y ERC. La ventaja es que si se pudiera llegar a un acuerdo sería relativamente fácil incluir a IC-EUiA y las CUP por gran afinidad con la formación republicana. Este pacto parece el más probable aunque obliga a Mas a mantener su posición sobre el soberanismo más allá del órdago pretendido.
La famosa socio-vergència ya deseada por muchos en las dos ediciones del tripartito. El PSC no vería con malos ojos una vuelta al poder, aún como segundo de a bordo, como inicio de una regeneración socialista. En contra las políticas sociales y las, aparentemente, económicas. Aún así el pragmatismo del PSOE podría empujar al PSC a un pacto. Si se aceptaran tesis del PSC existe una probabilidad de unión de IC-EUiA a la fiesta. También muchas posibilidades, desactiva las pretensiones soberanistas lo justo para acercarse al federalismo asimétrico que le es tan conocido. Mantiene capacidad de amenaza ante el PP de Madrid y crea una dependencia del PSC que sería cobrada en un futuro.
Es la opción más improbable. CiU ya ha manifestado antes de las elecciones que no pactaría con el PPC, y tras ellas que estudiaría alianzas con ERC y PSC recalcando que NO han mencionado a PPC expresamente. Políticas económicas y sociales cercanas, abismo en la cuestión soberanista. Un eventual pacto no es descartable, existiría la posibilidad de cesiones por el gobierno de Madrid que acallaran las voces críticas a tal acuerdo y el PP completaría su hegemonía.
En cualquier caso el panorama es complejo y sólo acertará lo que pasará en el futuro aquello que no ha pasado aún. Puede que me haya pasado de extensión en el post, pero creo que es un tema suficientemente complejo como para no escatimar recursos (y tampoco he podido frenar mi verborrea, valga decirlo).