El kakapo, o kakapú, es un loro muy curioso. Su nombre significa "loro nocturno" en maorí y vive en Nueva Zelanda, mide unos sesenta centímetros y pesa entre 3 y cuatro kilos, además no puede volar (de si habla o no, no tenemos datos). Pero la mayor característica del kakapo es su extrema adaptación al entorno. Está tan adaptado que está a punto de extinguirse.
El lorito en cuestión llegó a Nueva Zelanda en tiempos prehistóricos con otra lozanía y, como todos los demás, capaz de volar. Un clima más frío y la ausencia de depredadores de cuatro patas propició su engorde y la pérdida de capacidad de volar. De hecho el único depredador natural del lorito era el águila de Haast. La defensa ante tal enorme, y extinto, depredador era muy sencilla: quedarse quieto. El problema vino, como con todo, con la llegada del hombre blanco. Con él llegaron los perros, armiños, gatos y otros animalejos ávidos de caza que dieron cuenta de las numerosas poblaciones de loros regordetes e indefensos.
Además el bichejo tiene un sistema para reproducirse un tanto peculiar. Las hembras son fértiles a los once años (viven hasta sesenta) y ponen unos ocho huevos cada dos o tres años de los cuales no todos son fértiles. Añadida dificultad es el sistema de cortejo usado. Es un sistema conocido como lek, esto es, todos los kakapos se desplazan desde los bosques donde viven hasta lo alto de las montañas donde los machos participan en una gran melé dándose de tortas para dilucidar quién posee los genes más valiosos.
Dicho esto sólo queda añadir que el kakapu está en proceso de protección desde 1890 pero que aún y así quedan sólo entre 124 y 131 ejemplares en todo el mundo. Llegándose a la fecundación artificial, algo inaudito entre
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