¿Saben aquel que diu que un paio entra en una ferretería cerca de su casa y pregunta?:
- ¿Que tienen cajas de herramientas nuevas?
A lo que el dependiente li diu:
- Tenemos una desde hace cuarenta años y no ha fallado aún, nen.
- Esa ya la tengo, quiero una nueva.
- Es que nuevas no hacemos. Esta la hicimos entre todas las ferreterías que había y nos quedó francamente bien. ¡Y eso que costó que nos pusiéramos de acuerdo!
- Pero era otra época, los destornilladores no valen con los tornillos modernos, y los alicates son pequeños...
- Es lo que en su momento pudimos hacer, ¡no vea como apretaban los que no la querían cambiar!
- ¿Sap que li dic? que me voy a la ferretería de enfrente que diuen que van a sacar una nueva que irá fetén con los tornillos de ahora y tendrá sitio para nuevos destornilladores.
- Eso dicen, pero el sindicato de ferreterías no les dejará porque en el reglamento dice que no se puede.
- Oiga, es que ustedes sacaron un martillo nuevo sin avisar y sin preguntar y además no va bé...
- Es que el fabricante alemán nos pasó nuevas instrucciones.
- Pues me voy a la tienda de enfrente a comprar.
- Vaya, vaya, pagará por nada. ¿No ve que nosotros mandamos?
- Oiga, y si se la compro a usted, ¿me va a cambiar algo?
- Sí claro, tenemos dos colores nuevos naranja y morado, por fuera es más chula, y por dentro se ha cambiado de sitio la cinta métrica, parece más espaciosa.
- ¿Y funciona mejor?
- Igual, pero el asa es más incómoda. Eso sí, no tirará el dinero.
- ¿Y la oferta hasta cuando dura?
- Los colores se quedan de momento, el resto hasta el veinte de diciembre.
- Miri, oiga, me lo tengo que pensar...
- No se preocupe, en la tele tiene nuestros anuncios todo el día, para que se decida...
El chiste es tan malo que no es ni chiste, probablemente sea un absurdo y si has llegado hasta aquí quizá te preguntes de qué va esto. Haz una prueba, cambia las palabras caja de herramientas por la palabra constitución, y la palabra ferretería por las palabras partidos políticos y tendrás una historia un poco más clara.
Hoy hay quien celebra el día de la constitución (aunque lo suelen hacer con mayúsculas). No voy a entrar en si hace cuarenta años no se podía haber hecho de otra forma, que si el ruido de sables no lo era tanto o si era una amenaza real, que si faltó ambición o templanza... Se aprobó la constitución que tenemos y es la que hay. punto.
Lo grave, lo realmente grave, es que sea intocable. Existe una convicción bastante extendida que nos dice que la constitución es francamente mejorable, que ya no responde a retos del s.XXI y que, en cualquier caso, los menores de 55 años queremos hacerla nuestra participando de la misma, no sólo aceptando que está y es sin más.
Nos encontramos que la carta magna sanciona un régimen monárquico hereditario heredado (valga la redundancia) de los designios del dictador. Un régimen autonómico que constriñe algunas voluntades o demasiado libre según otras (y que conste que no son las mías) o unos derechos fundamentales presuntamente protegidos pero no desarrollados.
Las generaciones actuales no queremos aceptar sin más lo heredado, hoy queremos debatir, participar, proponer, en definitiva ser parte, hacer nuestro el proceso. Entendemos que si una constitución tiene que ser norma fundamental tiene que estar hecha a nuestra imagen y para nuestro servicio. No entendemos que no se pueda tocar excepto cuando un agosto y sin avisar se reforma un artículo que nos condena a supeditar la supervivencia social al beneficio financiero. Eso simplemente nos demuestra la hipocresía de ciertos "dirigentes" en tanto las leyes se reforman o no pensando únicamente en intereses particulares y no generales.
Las leyes deben estar al servicio del individuo y del colectivo, no debería extrañar que estas normas estuvieran vivas, fueran maleables, moldeables, a fin de asegurar su correcto servicio. Una normativa férreamente estricta sólo garantiza obsolescencia pronta y falta de apego. Estamos en una sociedad cambiante que demanda cauces de participación, la constitución no los tiene efectivos, demanda la protección y la exigibilidad de los derechos fundamentales (pan, techo, educación, sanidad...), el modelo territorial debe estar protegido por la ley y no amenazado por la misma como el título segundo prevé. Somos una generación que se cree lo de iguales ante la ley y lo ve incoherente con una monarquía hereditaria que discrimina a las mujeres (igual esto sí lo cambian, pero llevan mucho tiempo diciéndolo...) y con una figura real inviolable y no responsable judicialmente (otro día hablaremos de por qué esto se extiende a la persona del monarca cuando no debería ser así).
No son pocas cosas las que me dejo pero esta entrada no pretende ser un relato exhaustivo de lo que debería ser un proceso constituyente, sólo un mero apunte de lo que es necesario. Necesitamos herramientas nuevas, nuevos modelos de relación, necesitamos adaptabilidad, evolución.
Si queremos futuro debemos sacar el presente del pasado.