viernes, 20 de junio de 2014

Aborto

manifestación pro aborto
Suele ser complicado hablar de según qué cosas sin herir sensibilidades, por eso siempre es aconsejable elegir muy bien las palabras a emplear para que no se puedan malinterpretar ni manipular aunque ello es complicado. Voy a intentar hacerlo con un tema tan delicado y controvertido como es el del aborto. No es que quiera sentar cátedra, pero sí reflexionar sobre un tema que debería estar ya cerrado desde hace tiempo.

Primero me posiciono. Aún a riesgo de no poder evitar lo indicado en la primera frase del post no puedo más que ser coherente conmigo mismo. En ningún caso creo que el aborto deba tomarse simplemente como un derecho al propio cuerpo de las mujeres (que es evidente que como cualquier otra persona lo tienen y es inalienable), el aborto es algo mucho más complejo que también incluye muchas otras implicaciones que no pueden banalizarse. La principal dificultad a la hora de resolver eficazmente una problemática como la que hoy traigo es poner de acuerdo los diferentes aspectos que la componen, y paso a detallarlo.

Quizá lo primero a tener en cuenta es la propia salud de la mujer embarazada. Si bien un aborto realizado por profesionales en condiciones sanitarias óptimas no reviste especial trascendencia no podemos negar que es una intervención, y que las hormonas que proporcionan las píldoras "del día después" no son poca cosa. En cualquier caso si mantenemos el necesario control médico y no se abusa de estas "soluciones" el riesgo físico es mínimo. Aquí no contamos con los "riesgos psicológicos" derivados de la presión que la sociedad pueda imprimir en la moralidad y educación de la abortante, estos "riesgos" lo serán en proporción al rechazo propio de la mujer ante la idea del aborto sin perjuicio de la presión directa que el entorno familiar y social de la mujer pueda ejercer ya no favoreciendo la seguridad implícita en cualquier toma de decisión relativamente importante si no aumentando (o imprimiendo) el sentimiento de culpa.


embarazo
Podríamos decir, además, que ante un embarazo (deseado o no) encontramos tres actores con derechos en colisión: la futura madre, el necesario padre y el nonato en sí mismo (y en todas sus fases, desde cigoto hasta feto). Y decimos que hay tres derechos en colisión porque si bien la madre tiene derecho a elegir la maternidad y al propio cuerpo en toda su extensión, no es menos cierto que el padre mantiene también el derecho a la paternidad, mientras que el futurible tiene el mismo derecho a la existencia que tendría cualquiera. Y paso a resolver, o razonar, la salida de este impass antes de que alguien me crucifique antes de ver toda la reflexión completa.

Si pusiéramos todos los derechos citados en una escala veríamos que el pobre padre sale perdiendo, puesto que su derecho a serlo es muchísimo menos importante que los derechos ostentados por madre y vástago. Por lo tanto obviaríamos al rival más débil, sin obviar que el conflicto varía sensiblemente cuando la paternidad es impuesta por artificios y engaños, aunque esto es otro debate no menos complejo.

Entonces nos encontramos con el quid de la cuestión: ante la colisión de derechos de la embarazada y de su embarazo tenemos al grueso de las manifestaciones en sus dos vertientes, a favor y en contra. No es fácil aquí ser obetivos y saber qué opción es la buena descartando la errónea. Por un lado tenemos que la madre debería poder elegir si serlo o no y si quiere que su físico sufra un embarazo, algo que puede ser muy duro sin contar con el sufrimiento psicológico de un embarazo no deseado. Mientras que por el otro tenemos a un proyecto de humano en vías de desarrollo que debería contar per se del derecho a vivir y a llevar una vida normal tanto como cualquier otro. Pues bien, ¿como decidimos qué derecho prima, o quien prevalece? Como la cuestión es compleja la solución se antoja fácil e imposible a la vez.

La mejor solución pasaría por librar a la mujer del embarazo y mantener al embrión extra útero hasta su alumbramiento o, en su defecto, transplantarlo a quién sí desee un embarazo. Sólo hay un pequeño pero a esta solución propuesta, la técnica actual no lo permite, la medicina prenatal actual no está lo suficientemente avanzada como para garantizar la supervivencia del cigoto en estas condiciones. Por lo tanto volvemos al punto de partida y sin solución inmediata.

Hace bastante tiempo no habría dudado en afirmar que cada uno debería ser responsable de sus actos hasta las últimas consecuencias y así, si un método anticonceptivo falla (no digamos si simplemente no hacemos uso de él) tiene que apechugar con lo que venga (tanto ella como él claro), y si alguien no quiere asumir responsabilidades... pues mejor que use la técnica de la aspirina y la rodilla y deje de hacer algo para lo que no está preparado. Pero si nos paramos a reflexionar vemos que sí, que los anticonceptivos fallan, y no siempre por un mal uso, y que la decisión de no seguir adelante con un embarazo no siempre va sujeta a cuestiones de comodidad o de conveniencia personal sino a la propia supervivencia en tanto como mantener un puesto de trabajo siempre necesario, o la disyuntiva de mantener a un nuevo vástago deseado aunque no buscado y compatibilizarlo con las condiciones que se puedan ofrecer a los ya nacidos. Y no debemos pensar en esta lista como un extremo de supervivencia física solamente, si no como la valoración que, siempre desde una perspectiva personal y absolutamente subjetiva se debe hacer de la calidad de vida de una misma y/o de la unidad familiar de la que se es parte. En resumen, hay casos en los que un embarazo no buscado representa un problema importante para el seno del domicilio en el que debería desembarcar.

fetoPor el otro lado tenemos la unión de un espermatozoide y un óvulo que, como diría Aristóteles, son la potencia o proyecto de persona humana como futuro probable. Si partimos de la base de que nadie debería poder decidir el destino de otro humano, y menos para cercenarlo, podemos inferir que nadie debería tener la potestad de "matar" aun ser humano en el seno gestante de su madre, pero el argumento no convence, y que conste que voy a obviar el debate de cuándo podemos decir que el cigoto o el feto ya son una persona. Y digo que el argumento no convence precisamente por el término futurible, y no es que no tenga derecho a vivir, si no que ante el derecho mencionado en el párrafo anterior de una persona que ya es, ya existe y goza de un proyecto de vida presente con interrelaciones e interdependencias con otras personas, el derecho, decimos, del no nacido se antoja como secundario puesto que es una posibilidad futura comparada con un presente ya en ejecución.

En ocasiones se presenta como una opción válida el desarrollo completo del embarazo para poder donar al nacido en adopción. La verdad es que no es una mala opción, satisfacería todos los derechos en conflicto y no supondría un trauma para nadie. Y sería una buena solución si no fuera porque un embarazo supone nueve meses de desgaste físico, nueve meses de dar explicaciones sobre la decisión a tomar al término lo cual implicaría en muchos casos un importante desgaste psicológico, y eso sin contar a toda alma bienintencionada que pretenda convencer a la embarazada de que no debe dar a "su hijo". Y eso sin contar el riesgo, por desgracia, más que posible de perder el empleo en el transcurso de dicho embarazo. 


Métodos anticonceptivos

Por tanto mi conclusión tras la argumentación anterior es que si bien hay que promocionar el uso (y buen uso) de cualquier anticonceptivo homologado como tal, el aborto se antoja como una mala solución, pero una solución que necesariamente debe estar disponible para aquellas mujeres que, después de la correspondiente reflexión personal, decidan que interrumpir su embarazo es la opción más conveniente para su situación. Dicho esto la sociedad no debe más que acompañar y facilitar tanto la decisión como el apoyo que pudiera precisar aquella mujer que tome esta vía y tanto esto como ayudar a quien opte por mantener el embarazo hasta el final, tanto para mantener al hijo pese a la economía familiar como para facilitar la adopción a aquellos que quieren y no pueden tener hijos de forma natural.

NOTA: Nótese que en ningún momento he hablado de los supuestos en los que el embarazo representa un peligro físico o mental para la madre o que implica el dar a luz a un niño o niña con graves malformaciones o disfunciones del tipo que sea. Creo que estos supuestos, junto al de violación, están fuera del debate por obvios aunque estén implícitos en la decisión última que toma la embarazada sobre si seguir adelante o no.

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